Marta Pazos, la dramaturga que abraza los colores
La estética tiene gran peso en las creaciones de esta directora. Acaba de estrenar ‘Safo’ en el Festival de Mérida, con Cristina Rosenvinge como protagonista
Hija de un músico de jazz y una enfermera, Marta Pazos busca aunar sobre los escenarios el ritmo y la orquestación junto a los cuidados de la vida. Es herencia familiar o así lo cree ella. Esta dramaturga, nacida en Vigo de casualidad, en 1976, durante la espera de un concierto de su padre, se crio en un barrio obrero de Pontevedra, en un universo de fantasías y simbologías, algo que ha marcado su trabajo de manera determinante. Apasionada de la pintura desde niña —se licenció en Bellas Artes en Pontevedra—, su salto definitivo al mundo del teatro le debe mucho a la ciudad de Barcelona, adonde llegó poco después del gran incendio del Liceu, y adonde poco después se traslada para continuar sus estudios de pintura. Un papel en el suelo, encontrado a la puerta de la Facultad, donde se anunciaba el festival de teatro Temporada Alta, en Girona, que buscaba a todo tipo de artistas para la realización de un taller sobre Macbeth, de Shakespeare, le sirvió para descubrir el universo teatral. Vuelve a Galicia, a su estudio de pintura, sin saber todavía que el veneno del teatro ya no la abandonaría. Poco más tarde, con 23 años, tomó la decisión más importante de su vida: dejar la pintura de forma radical y meterse de lleno en el oficio teatral.
Pero la pintura nunca la ha abandonado. Está ahí siempre. Lo tiene claro José Manuel Mora, autor dramático y buen conocedor del trabajo de Marta Pazos que programa el estudio de sus obras en un máster de Pensamiento y Creación Escénica Contemporánea, en Valladolid. “Su teatro combina la plasticidad y la estética. Es curioso porque las personas que han descubierto nuevas formas en la dramaturgia, como Marta Pazos, son aquellas que vienen de otras disciplinas, y eso hace que su teatro camine hacia sitios insospechados. Marta es por encima de todo una pintora y muy clásica, yo diría que renacentista. Pinta un lienzo desde el patio de butacas”, asegura Mora de esta artista, cuyas creaciones, una frontera entre las artes plásticas y las artes escénicas, que se convierten en auténticas experiencias estéticas, conforman todos los proyectos desde su primera obra teatral. Esta llegó en 1999, fue un café cabaré que produjo con 10.000 pesetas con su compañía recién fundada, de nombre Belmondo. Pero es con Voadora, creada ocho años después junto a su pareja y padre de sus dos hijos, el actor portugués Hugo Torres, con quien alcanza el cielo teatral, convirtiéndose con el tiempo en una de las compañías más inquietas de la escena española y con la que ha firmado textos clásicos o de autores contemporáneos en los grandes teatros nacionales o de ópera. Después de más de 20 espectáculos, que nunca han pasado inadvertidos, Marta Pazos ha dicho adiós el pasado mes de mayo a su amada compañía, para buscar nuevos retos y cerrar un ciclo.
Pero no hay pintura sin color para Pazos. El color es un personaje más, un lenguaje propio, una puerta por la que acceder a un mundo de percepción que quiere incontrolable. “A mí los colores me activan físicamente”, reconoce esta mujer simpática y enérgica, vestida de luminosos amarrillos, naranjas o verdes. “De blanco, solo en mi boda, y de negro para los funerales”. Pero si el color nunca la ha abandonado, en sus últimas creaciones ha llegado a explosionar. Ahí está el naranja fosforito de su Comedia sin título, de Lorca, estrenada en el Centro Dramático Nacional; el poderoso verde con el que ha pintado una instalación con una ballena incrustada en la pared, que se expone en el Centro Gallego de Arte Contemporáneo (CGAC), en Santiago de Compostela, o un inmaculado rosa con el que ha vestido la escenografía de Safo (con la cantante Cristina Rosenvinge como protagonista), el espectáculo sobre la poetisa griega con el que se ha estrenado en el Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida y que, tras pasar por el festival Grec, en Barcelona (del 14 al 24 de julio), y el 20 de agosto por Sagunto, hará temporada en los Teatros del Canal de Madrid en otoño.
Roberto Pascual, director de la Mostra Internacional de Teatro de Ribadavia (Ourense), que en 2020 concedió a Pazos el premio de honor, habla de esta dramaturga como de una artista que rompe moldes y etiquetas, en la línea de Robert Wilson, Romeo Castellucci o Àlex Rigola. “Tiene un gran respeto por el repertorio, pero con distintos códigos. Sin desperdiciar la palabra, experimenta con herramientas visuales, dándole una dimensión muy poderosa al trabajo interdisciplinar que hace que conecte con nuevos públicos. Su teatro es una coctelera, en la que mezcla la música, la palabra y los códigos visuales. Entiende la escena como una experiencia ritual y erótica”, explica Pascual.
Con la agenda cerrada hasta 2024, con óperas, espectáculos y musicales, Marta Pazos seguirá haciendo caso a su instinto. “Es mi gran tesoro”.
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