Empieza el juicio contra dos policías acusados de torturar hasta la muerte a un hombre en Alejandría
El caso ha movilizado a la sociedad contra una situación habitual en las comisarías según organizaciones de derechos humanos
Tan pronto ha empezado como se ha aplazado el juicio en el Tribunal Penal de Alejandría, contra dos detectives de la policía egipcia acusados de torturar hasta la muerte tras su detención a Khaled Said, de 28 años, el pasado junio. Con decenas de activistas clamando en contra de la tortura unos y en defensa de las actuaciones del ministro del Interior otros, y la madre del hombre en la sala, el tribunal comenzó el proceso esta mañana para aplazarlo al final de la sesión, hasta el próximo 25 de septiembre. Esto dará tiempo, según el juez Musa al Nahrawi, a poder seguir interrogando a los testigos, publicó la agencia MENA.
El pasado 3 de julio la Fiscalía General acusó al suboficial Mahmud Salah Mahmud y el sargento Auad Ismail Suleimán de torturar y arrestar sin motivo al joven de 28 años, y ordenó su comparecencia ante el tribunal. Los dos acusados, de la comisaría de Sidi Gaber de Alejandría, permanecerán en prisión hasta la próxima vista.
El caso de Said ha convulsionado a la sociedad egipcia que se ha echado a la calle para denunciar la tortura sistemática en las comisarías de policía. Los testigos y la familia denuncian que los policías arrestaron a Said en un cibercafé de Alejandría el pasado 7 de junio, lo arrastraron y lo golpearon en la entrada de un edificio cercano hasta la muerte. Mientras, el Gobierno sostiene que Said era un presunto delincuente que se ahogó después de tragar un paquete de drogas.
La presión internacional clamando por una investigación a imparcial y transparente y un castigo ejemplar para los responsables forzó a la fiscalía a ordenar la prisión preventiva de los agentes tras realizar una segunda autopsia al cadáver del hombre. Esta reiteró la asfixia como causa del fallecimiento y reveló que había sido golpeado durante su detención aunque descartaba que estos golpes estuvieran relacionados con su muerte.
Las fotos del cuerpo y el rostro desfigurado de Said (dientes rotos, mandíbula torcida, cara hinchada), corrían por la red como la pólvora. En la red social Facebook, una de las herramientas más poderosas que ha encontrado la juventud egipcia para denunciar abusos y hacer activismo político y social, sólo uno de los varios grupos surgidos a raíz de la muerte de Said tiene casi 300.000 miembros.
Días después del suceso se organizó una multitudinaria manifestación en Alejandría. Se habló de 3.000 personas, aunque algunos testigos multiplican por dos esa cifra. Tras la convocatoria y a la cabeza de los protestantes estaba la Asociación por el Cambio de Mohamed El Baradei, premio Nobel de la Paz y ex responsable de la Agencia Internacional para la Energía Atómica, que desde su regreso a Egipto ha estado liderando una campaña para lograr reformas en la Constitución y propiciar una alternativa política. El Baradei había permanecido en gran medida al margen de las protestas callejeras sin embargo esta vez definió la muerte de Khaled Said como "crimen atroz" y señaló que "si el Gobierno no es capaz de captar el mensaje hay un problema con el régimen".
Incluso Gamal Mubarak, el hijo del presidente egipcio, Hosni Mubarak, y miembro preeminente del partido gobernante, ha pedido que se juzgue a los responsables.
En 2009 se constataron en Egipto 1.532 violaciones de los derechos civiles y políticos, entre ellos 63 casos de tortura, 530 de maltrato de prisioneros, 273 detenciones irregulares y 32 violaciones relacionadas con el derecho a la libertad de opinión, según el informe anual de la Organización Egipcia para los Derechos Humanos.
La tortura en Egipto se ha convertido en una epidemia, que afecta a un gran número de ciudadanos de a pie que se encuentran bajo custodia policial como sospechosos o están relacionados con investigaciones penales, según la organización no gubernamental Human Rights Watch (HRW). Hay quien culpa de esa impunidad a la Ley de Emergencia vigente en el país desde 1981. Esta norma da amplios poderes a la policía y permite detenciones arbitrarias y abusos por parte de los agentes. Esto supone que para una gran mayoría de egipcios policía es igual a "miedo y a tortura", según el joven Nassir Ahmed.
"Las autoridades no investigan la gran mayoría de las denuncias de tortura a pesar de su obligación de hacerlo en la legislación egipcia e internacional", afirma HRW en su informe de 2010. "En los casos en que agentes de la policía ordinaria han sido procesados por tortura o malos tratos, los cargos fueron a menudo inapropiadamente indulgentes y las sanciones insuficientes", concluye. Es lo que muchos temen que suceda en el caso de Khaled Said.
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