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Las lluvias de "proporciones bíblicas" amenazan nuevas zonas de Australia

El Tesorero del Estado, Andrew Fraser, cifra en cientos de millones las pérdidas.- Al menos 200.000 personas aisladas por las lluvias, que anegan una superficie equivalente a la suma de de Francia y Alemania

La crecida del nivel del agua amenaza con anegar más zonas y miles de hogares en el noreste de Australia, donde las peores inundaciones que sufrido la región en décadas alcanzan "proporciones bíblicas" y han causado pérdidas multimillonarias. Más de 200.000 personas se han visto afectadas por las inundaciones que mantendrán aisladas al menos diez días más vastas zonas del estado de Queensland, de una superficie igual a la de Francia y Alemania juntas.

"Desde varios puntos de vista, este es un desastre de proporciones bíblicas", ha asegurado a la prensa en Bundaberg el Tesorero del Estado, Andrew Fraser. Días de lluvias torrenciales provocadas por el ciclón Tasha han inundado miles de casas, centenares de negocios, campos de cultivo y varias explotaciones mineras, un desastre que costará varios miles de millones de dólares a las autoridades locales y las compañías de seguros.

Los costes para el Estado serán enormes, tanto los directos en la reconstrucción de carreteras y otras infraestructuras como en ayudas a los damnificados, pero también en las pérdidas en agricultura, minería o el turismo
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"Los costes para el Estado serán enormes, tanto los directos en la reconstrucción de carreteras y otras infraestructuras como en ayudas a los damnificados, pero también en las pérdidas en agricultura, minería o el turismo", ha indicado Fraser. El Gobierno de Queensland se ha visto obligado a posponer la revisión semestral del presupuesto estatal para poder dar cuenta de las pérdidas.

"Las previsiones van a verse afectadas por los cortes en el transporte de mercancías y las informaciones que nos dicen que muchas minas no recuperarán la plena producción hasta dentro de dos o tres meses", ha añadido el Tesorero. El mayor riesgo se sitúa en el litoral de Queensland donde al agua acumulada por la lluvia se le va añadiendo la que va llegando del interior del Estado.

Los equipos de emergencia centraron hoy sus esfuerzos en la localidad de Rockhampton donde el río Fitzroy, uno de los más caudalosos del país, continúa creciendo y se espera que alcance su punto máximo de 9,4 metros el próximo miércoles, casi un metro más que hoy, amenazando con anegar entre 2.000 y 4.000 viviendas en los próximos días.

El alcalde de la población, Brad Carter, dijo que el aeropuerto cerrará hoy su actividad excepto para los vuelos de emergencias y que los residentes continuarán aislados durante un "período largo" ante la previsión de que el agua corte mañana dos autopistas. "Es probable que la comunidad esté incomunicada durante diez días hacia el sur y a través del aeropuerto", ha dicho Carter, quien ha advertido de que harán falta unas tres semanas para poder disponer del aeropuerto en condiciones. "Nos hemos preparado lo mejor que hemos podido. La mayoría de la gente cuyas casas se prevé que inunde el agua ha sido evacuada", ha añadido el alcalde.

En Emerald, el centro del Estado, el río Nagoa ha sumergido el 80 por ciento del municipio y a un millar de casas que obligó a evacuar a sus 1.300 habitantes que tuvieron que recibir 2011 en el centro de refugiados. "Vamos a necesitar meses para limpiar y reparar todos los desperfectos", ha dicho el alcalde, Peter Maguire. En Bundaberg, donde 300 hogares y 120 negocios están bajo el agua, se preparan para iniciar las tareas de limpieza a medida que el río Burnett rebaja su nivel hasta los 5,5 metros desde el máximo de 7,9 que alcanzó el jueves. La Reina Isabel II envió un mensaje de apoyo a los afectados por unas inundaciones que, señala, ha seguido "con gran preocupación".

A través de su representante en Queensland, la Gobernadora Penelope Wensley, la Reina hizo llegar "mis sinceras simpatías a todas las personas cuyas comunidades han sido afectadas por este desastre". La primera ministro, Julia Gillard, que ayer visitó la región, anunció la creación de una línea telefónica para que los afectados puedan solicitar ayudas económicas, de 1.000 dólares por adulto y 400 por menor. "Hay muchas más cosas que vamos a hacer y que van a ser necesarias pero esta ayuda por el desastre está disponible inmediatamente para la gente", ha dicho Gillard.

Australia ha sufrido la primavera más lluviosa desde que hay registros y que ha provocado el desborde de seis cuencas hidrográficas de Queensland.

Ayudas a los damnificados

Por su parte, la primera ministra australiana, Julia Gillard, ha recorrido algunas de las comunidades más afectadas y espera poder llegar a Emerald, donde anoche fueron evacuados alrededor de 1.200 de sus habitantes después de que el río Nogoa alcanzara los 16 metros. Ya ha visitado la ciudad de Bundaberg, centro neurálgico de la producción de azúcar del país, que también ha cerrado su puerto después de que las aguas dañaran el sistema de señalización para la navegación. En el Estado de Nueva Gales del Sur el desbordamiento de varios ríos ha provocado importantes daños en los cultivos de trigo.

El río Fitzroy, en Rockhampton, puede alcanzar los 9,4 metros en los próximos dos días, lo que provocaría que la localidad quede aislada por carretera, vía férrea o aire el sábado, afectando unas 4.000 propiedades. Gillard ha anunciado esta semana que el Gobierno destinará un millón de dólares en ayudas a los afectados por unas "inundaciones sin precedentes", al tiempo que ha hecho un llamamiento público para recaudar más fondos.

Los agricultores locales calculan que aproximadamente la mitad de la cosecha nacional -unos 10 millones de toneladas- se ha perdido, propiciando así una subida de los precios en torno al 45%. Las previsiones no son buenas. El servicio meteorológico australiano, que ha indicado que estas son las peores inundaciones que ha vivido el país desde que se tiene registro, ha advertido de que las lluvias volverán con mayor intensidad el próximo domingo.

Un padre y su hijo en una canoa junto a vehículos anegados en la ciudad de Bundaberg.
Un padre y su hijo en una canoa junto a vehículos anegados en la ciudad de Bundaberg.AFP

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