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TRIBUNA
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Iberoamérica ante 2011

Reiteremos que vale la pena poseer la libertad y tener el valor de defender la libertad

El Foro Iberoamérica se reunió por primera vez en la Ciudad de México a finales del año 2000. Hasta entonces, había conferencias de políticos con políticos, de empresarios con empresarios y de empresarios con políticos. La originalidad del Foro consistió en juntar políticos y empresarios con periodistas, intelectuales, artistas y escritores.

A lo largo de estos 12 años, el Foro ha dado testimonio de cambios sucesivos. Terminó la guerra fría. Había una gran confianza en el futuro de Europa. Estados Unidos gozó de una pasajera hegemonía. Brasil, China, India eran considerados “países del Tercer Mundo”.

Hoy, Europa sufre una doble crisis: de instituciones y de porvenir. Estados Unidos sigue siendo una gran potencia, pero ya no es la única. China, Brasil, India han ascendido a los primeros lugares. Hay nuevos polos de poder global. Pero persisten muy agudas diferencias sociales. Y hay nuevos procesos de información.

Todo esto convierte al 2011 en un año crucial. Conocemos los problemas. Ignoramos las soluciones. Sabemos que vamos. Pero no sabemos con exactitud adónde vamos. Si esto es propio de la historia, hay fechas en que ocurren grandes cambios aunque ignoramos el destino de los mismos.

Fecha crucial fue 1848 con las revoluciones en Francia, Alemania, el Imperio Austro-húngaro e Italia. Reprimidas por los Gobiernos autoritarios de la época, a la postre las grandes reivindicaciones revolucionarias se impusieron e ingresaron a las leyes y a la ideología de la modernidad. Jornada laboral de ocho horas. Prohibición del trabajo infantil. Derecho a la organización sindical. Derecho de huelga. Garantías individuales. Abolición de leyes privativas. No retroactividad de las leyes. La libertad de expresión. Derecho a la educación. Todas estas medidas, que hoy nos parecen consustanciales a la democracia, fueron ganadas con duras pruebas políticas, oposición de los poderes autoritarios y graduales concesiones. Derrotados primero, vencedores al cabo, sobre estos principios se fundó el Estado moderno, sus libertades políticas, de expresión y de organización.

Otro cambio mal entendido sucedió en 1968. El mayo parisino. La primavera de Praga. El octubre mexicano. Derrotas aparentes infligidas por el Gobierno francés, la Unión Soviética y el autoritarismo mexicano, al cabo permitieron que el Partido Socialista Francés se fortaleciera y llevara a la presidencia, durante 14 años, a François Mitterrand; que Checoslovaquia se integrara a la renovación del Este europeo tras el derrumbe de la Unión Soviética y que México, gradualmente, se encaminase a la democracia plena mediante las sabias y prudentes reformas impulsadas por Jesús Reyes Heroles.

2011 se perfila como otro año crucial. La simultaneidad de los movimientos democráticos en África del Norte y en el Medio Oriente. Los israelíes que quieren recuperar el impulso democrático de la fundación. Los indignados en España e Italia. Los movimientos en Reino Unido, en Chile y ahora en Estados Unidos, de Los Ángeles a Washington y Nueva York. Y los grandes movimientos migratorios, de América Latina a América del Norte, de África a Europa, reclamando la necesidad de desarrollo y justicia y entendiendo que en un mundo global se moverán no solo las cosas, sino las personas también.

La reacción a la novedad es muy vieja y se llama xenofobia, racismo, discriminación, privilegio. ¿Cómo responder? Con Estado, con empresa. Con sociedad civil. Todo reunido para una época distinta, amparando tiempos anteriores en que se infló demasiado al Estado o se le dio excesiva confianza a la empresa. La sociedad civil como norma reguladora.

¿Qué une positivamente a estos fenómenos? En Río de Janeiro, cada cual habló desde y para una América Latina que, esta vez, no fue el origen de la crisis. Pero todos entendemos que la crisis acabará por tocarnos. Para citar a un gran estadista y miembro fundador del Foro Iberoamérica, el expresidente Julio María Sanguinetti, asistamos a una nueva asignación de papeles, para el Estado, para la empresa, para las comunicaciones, en un mundo globalizado que “voltea fronteras” —cito a Sanguinetti— con el avance tecnológico.

En cada una de sus reuniones, el Foro Iberoamérica, que copresidimos el expresidente chileno Ricardo Lagos y yo mismo, ha puesto la mirada en el futuro pero ha estado atento, también, a las lecciones de nuestro pasado y a los problemas de nuestro presente. Como dijo en su hora Joaquim Nabuco, nos corresponde hoy reiterar que vale la pena poseer la libertad y vale la pena tener el valor de defender la libertad.

Carlos Fuentes es escritor mexicano.

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