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ELECCIONES EN MARRUECOS

Los islamistas marroquíes celebran el triunfo con mensajes de tranquilidad

Abdelilá Benkiran insiste en profundizar en la democracia y el buen gobierno

Abdelilá Benkiran, líder del del islamista PJD, celebra la victoria en Marruecos
Abdelilá Benkiran, líder del del islamista PJD, celebra la victoria en MarruecosABDELHAK SENNA (AFP)

Abdelilá Benkiran, 57 años, el líder de los islamistas de Marruecos, se ve ya al frente del primer Gobierno de la nueva Constitución. Nunca lleva corbata, pero preguntado si estaría dispuesto a ponérsela contestó con un “sí” rotundo si era para ser recibido en audiencia por el rey Mohamed VI.

En las estrechas calles del barrio rabatí de Les Orangers, donde está la sede del islamista Partido de la Justicia y del Desarrollo (PJD), cientos de militantes festejaban el domingo por la noche la victoria cantando y bailando al tiempo que gritaban: “¡Ladrones, ya hemos llegado!”. “¡Aquí está el PJD!”.

Los resultados definitivos de las legislativas celebradas el viernes confirman el éxito del PJD que logra una mayoría relativa de 107 diputados, algo más de la cuarta parte de los escaños y un 29% de los sufragios. Para gobernar busca asociarse con tres partidos laicos muy enraizados en el país: Istiqlal (nacionalista), los socialistas y los excomunistas. Juntos tendrían una mayoría absoluta de 224 escaños.

Como si le costase digerir la victoria de los barbudos, el Ministerio del Interior tardó más de 48 horas desde el cierre de los colegios en comunicar el reparto definitivo de los 395 escaños del Parlamento. La víspera su titular, Taieb Charkaui, informó de la atribución de los 288 primeros escaños, pero no explicó por qué no podía proporcionar los de todo el hemiciclo.

De la magnitud de lo sucedido en Marruecos dan idea las portadas de los diarios que no se publican el domingo, pero que sacaron ediciones especiales. “El tsunami del PJD sacude Marruecos”, titulaba el independiente Al Massae. Curiosamente el más cauto era At Tajdid, el rotativo afín al PJD: “Victoria histórica”.

Si se asocian con Istiqlal, socialistas y excomunistas logran la mayoría absoluta

La nueva Constitución, que entró en vigor en julio, obliga al monarca a elegir a su primer ministro en el seno del partido mayoritario. “La tradición instaurada a finales del reinado de Hassan II, que se quebró en una ocasión, señala incluso que debe de ser el jefe de esa formación”, sostiene Mustafá Jalfi, coordinador del programa electoral islamista.

Bekiran es el secretario general del PJD desde que derrotó, en un congreso democrático celebrado en 2008, a su predecesor Saad Eddin el Otmani. Es además, en buena medida, el artífice del triunfo, pero sus modales extrovertidos y algo jactanciosos no gustan en palacio. De ahí que se especule que el soberano podría optar, por ejemplo, por Otmani, un político más reservado.

La elección esta semana del jefe del Gobierno será una prueba del respeto de la voluntad popular, pero hay muchas más. Para gobernar los islamistas se aliarán con otros partidos con los que pueden, en teoría, repartirse todas las carteras excepto la de Asuntos Religiosos y el organismo equivalente al Ministerio de Defensa que, según la Constitución, siguen dependiendo del rey.

¿Podrá el primer ministro islamista negociar con sus socios gubernamentales la atribución de las carteras de Exteriores, Interior, Justicia o la secretaría general del Gobierno? Hasta ahora eran considerados como “ministerios de soberanía” cuyo titular nombraba el rey. Cuando se conozcan los nombres de los futuros ministros se sabrá de qué margen dispone el PJD.

Belkiran llevó a cabo una campaña moderada, evitando lanzar anatemas, pero desde que su partido resultó vencedor ha edulcorado aún más el lenguaje mandando mensajes tranquilizadores en todas las direcciones empezando por Europa. “Queremos desarrollar nuestras relaciones con Occidente”, declaró tras confirmarse la victoria. “No hay que temer nada del PJD, no habrá nunca sorpresas” desagradables, recalcaba.

El Movimiento 20 de Febrero continúa con las protestas en las grandes ciudades

Como si quisiera aún hacer más méritos para el futuro cargo, reiteraba su fe en la dinastía alauí: “Los marroquíes repiten que quieren conservar a su monarquía, pero les gustaría que evolucionara” al mismo ritmo que ellos. “Nuestro programa, y el de los que gobiernen con nosotros, tiene dos ejes: la democracia y el buen gobierno”. Su primera rueda de prensa tras la victoria fue retransmitida en directo por una televisión pública.

El desenlace de unas elecciones que han propulsado en cabeza al que era hasta ahora el principal partido de la oposición no hizo cambiar de parecer al Movimiento del 20 de Febrero que desde hace 10 meses reivindica a gritos una democratización del país. Los jóvenes estudiantes, un puñado de veteranos izquierdistas y, sobre todo, el gran movimiento islamista ilegal Justicia y Espiritualidad se echaron de nuevo, como todos los domingos, a las calles de las principales ciudades.

Inasequibles al desaliento unos 1.500 manifestantes coreaban en el centro de Rabat: “Las elecciones las organiza la mafia”. “Ni justicia ni desarrollo”, añadían refiriéndose a los vencedores. En la cola del cortejo, los islamistas, separados entre hombres y mujeres, vociferaban consignas comunes, y también gritaban por su cuenta “Alá u Akbar” (Dios es el más grande). Enarbolando una bandera del 20 de Febrero un joven provocó un incidente al saltar la verja del Parlamento e introducirse en el recinto.

Como de costumbre fue en Casablanca y, sobre todo, en Tánger, la tercera ciudad del país por su población, donde hubo más gente en las marchas. La del domingo fue la tercera manifestación en Tánger en una semana contra la “mascarada electoral”, como la describen las pancartas. Todos estos desfiles se organizan a través de las redes sociales y sus convocantes ni siquiera se molestan en informar a la autoridad gubernativa, que suele hacer la vista gorda y permite su desarrollo.

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