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España pide a Marruecos que consolide el avance democrático

El rey Juan Carlos conversa por teléfono con Mohamed VI

ada vez que los marroquíes votan, el tío llama al sobrino. El rey Juan Carlos telefoneó el sábado a Mohamed VI de Marruecos, al que llamó en público “sobrino” en 1999, para valorar el resultado de las elecciones legislativas que arrojaron una victoria islamista, según fuentes diplomáticas marroquíes. También lo hizo en julio para, en esa ocasión, darle la enhorabuena por el buen desarrollo del referéndum constitucional y desearle “grandes éxitos”.

Entonces esa felicitación se hizo pública porque el monarca alauí había impulsado directamente el referéndum. La conversación del fin de semana no trascendió porque, probablemente, el tema es más delicado. Al soberano marroquí no le gustan los islamistas por muy moderados que sean, como lo son los del Partido Justicia y Desarrollo (PJD), vencedor de las legislativas.

El Gobierno español sí felicitó, en cambio, implícitamente a Mohamed VI al alegrarse en un comunicado del apoyo brindado en las urnas por los marroquíes “al proceso de reformas emprendido” por el rey. Subraya que la elección se desarrolló “sin incidentes” y con una buena participación electoral (45% de los votantes inscritos). Recuerda al partido vencedor y a los demás que tienen “la responsabilidad de desarrollar (…) la nueva Constitución para consolidar una democracia avanzada, con pleno respeto de los derechos humanos”.

En los cables de la Embajada de EE UU desvelados por Wikileaks queda claro que Mohamed VI no se fía de los “barbudos”. En 2005 advertía, por ejemplo, a un senador estadounidense al que recibió en palacio: “No se dejen engañar porque puedan parecen razonables y amables”. “Estados Unidos no debería hacerse ninguna ilusión sobre ellos”, añadió. “Son todos antiamericanos”.

A los islamistas, en cambio, no les gusta Mariano Rajoy, que dentro de un mes será presidente del Gobierno de España. Quedó patente en una breve declaración que hizo el sábado el líder del PJD, Abdelilá Benkiran, a emisoras de radio españolas: “Somos vecinos y estamos condenados a mantener las buenas relaciones”, aunque “puede que sea más difícil con el señor Rajoy, pero lo vamos a intentar”.

El Partido Popular trae malos recuerdos al conjunto de la clase política marroquí que tiene aún clavada la “afrenta” que su país sufrió, según ella, durante la crisis del islote de Perejil del que sus fuerzas de seguridad fueron desalojadas manu militari el 17 de julio de 2002.

Tres años después, el que era entonces el máximo líder islamista, Saad Eddin el Otmani, viajó a Madrid apiñado en un coche con compañeros de partido para tomar contacto con los políticos españoles. Rajoy no le recibió, ni ningún miembro del Gobierno socialista, pero sí lo hizo Jorge Moragas, coordinador de relaciones internacionales del PP, y su homóloga del PSOE, Trinidad Jiménez. El que más interés mostró por conocerle fue, sin embargo, Manuel Marín, que era entonces presidente del Congreso. Tampoco quiso reunirse con él, por “problemas de agenda”, la Asociación de Afectados del 11-M. Pese a esos plantones se le trató mejor que al islamista Rachid Ghanuchi, ahora el político más influyente de Túnez, que fue expulsado de España en 1995.

“Estábamos preparados” para esta victoria islamista en Marruecos, asegura Moragas en conversación con este corresponsal. “Está claro que hay que adaptarse a la nueva realidad” que surge en el norte de África. “No somos islamófobos y nos gusta la moderación y la democracia”, concluye. Con quien sí ha tenido contactos más regulares el PP ha sido con los nacionalistas del Istiqlal. Ambos pertenecen a la misma internacional conservadora.

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