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Portugal, un año bajo la troika

Los ajustes desgastan al Gobierno de Passos Coelho mientras crece el apoyo popular a los partidos opuestos al rescate, en una suerte de viraje a la griega

Antonio Jiménez Barca
Un hombre participa en una manifestación contra los recortes en Lisboa.
Un hombre participa en una manifestación contra los recortes en Lisboa.RAFAEL MARCHANTE (REUTERS)

La paciencia de los pacientes portugueses ante la oleada de recortes y austeridad a machamartillo en su país ha durado un año. Al menos eso es lo que se desprende del último sondeo publicado el cinco de junio por el Diário de Notícias, en el que el partido del Gobierno, liderado por el conservador Pedro Passos Coelho, comienza a sufrir los efectos de un desgaste político tras 365 días en el poder tutelados a distancia por la troika. El Partido Social Demócrata (PSD) de centro derecha del primer ministro Passos Coelho retrocede del 43% al 36% en intenciones de voto, según la encuesta. Lo significativo es que el Partido Socialista portugués (PS) no se beneficia de la fuga y permanece con el mismo apoyo que hace meses, el 33%. La razón es clara: el PS portugués firmó el acuerdo de la troika estando en el poder un mes antes de convocar elecciones y de perderlas, en mayo de 2011 y, durante este año, ha llevado a cabo una oposición moderada, fruto, precisamente, de sentirse responsable por haber aceptado ese documento que le dejaba las manos atadas. Así pues, los partidos que suben son los que se han declarado siempre anti-troika, los que no aceptaron nunca que se les impusieran las normas de austeridad desde fuera: el Bloque de Izquierda, que sube de un 6% a un 9% y la alianza entre ecologistas y comunistas, que también asciende del 7% al 9%. Es una especie de viraje a la griega, aunque en menor número, de menor intensidad y sin ramificaciones violentas. "Indica, si esta tendencia se confirma, que comienza a verse una discreta protesta —en Portugal todo es discreto— a las medidas de austeridad del Gobierno", explica el politólogo António Costa Pinto.

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Con todo, la encuesta arroja dos datos incontestables. Uno es aritmético: la alianza de fuerzas de izquierda suma más apoyos ahora que la coalición gubernamental, compuesta con el PSD y el CDS. El otro paradójico: el político más valorado es el concienzudo y minucioso ministro de Finanzas, Vítor Gaspar, personificación de la política económica del Gobierno, quien el lunes pasado, precisamente, dio, como en otras ocasiones, la rueda de prensa por la que el Gobierno informaba a la población de que los inspectores de la troika, en una de sus periódicas visitas, habían dado el visto bueno a las cuentas del Gobierno. ¿Cómo es posible que el ministro más apreciado sea el que encarna la política económica del Gobierno que, en teoría, la población comienza a rechazar". "Por su perfil de tecnócrata. Porque es el ministro menos político: Gaspar no pertenece al partido, ha trabajado en el Banco de Portugal y en el Banco Central Europeo. Los políticos muy políticos salen muy mal parados", añade el politólogo Costa Pinto.

El mismo Gaspar aseguró el lunes que hay ciertos datos económicos que empujan a cierto optimismo relativo en Portugal, siempre y cuando el terremoto financiero español o las próximas elecciones griegas no vuelvan a poner todo del revés en un país frágil acostumbrado a caminar por la cuerda floja desde hace mucho tiempo. El mismo primer ministro, en un discurso tachado de triunfalista por la oposición, aseguró el lunes que el país "ya no está al borde del abismo, como se encontraba hace un año".

Passos Coelho, el campeón de la austeridad y de las tesis alemanas, el que ha repetido siempre que sigue las órdenes restrictivas de la troika con gusto porque coinciden con sus propias ideas políticas, sigue repitiendo que no va a pedir al Fondo Monetario Internacional y a la Unión Europea ni más dinero ni más tiempo para devolver lo prestado.

Mientras, el desempleo crece y alcanza cifras jamás conocidas en Portugal. Actualmente roza el 15% y subirá aún más el año que viene. Y los restaurantes y las tiendas de Lisboa (que han tenido que incorporar un 23% de IVA) se encuentran vacíos, sin clientes, debido a que la población, exhausta, vive ahogada tras un año de recortes y medidas de austeridad (anulación de las pagas extras de Navidad y verano, entre otras). El secretario general del Partido Socialista portugués (PS), José António Seguro, convencido de que hay que relajar las imposiciones de la troika, aseguraba hace poco en una entrevista que el país, simplemente, "no puede más". El mismo Diário de Notícias, en un editorial publicado el pasado 5 de junio, el día en que el Gobierno de Passos Coelho cumplía un año, aseguraba: "Ya hay señales que indican que hemos llegado al límite".

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Sobre la firma

Antonio Jiménez Barca
Es reportero de EL PAÍS y escritor. Fue corresponsal en París, Lisboa y São Paulo. También subdirector de Fin de semana. Ha escrito dos novelas, 'Deudas pendientes' (Premio Novela Negra de Gijón), y 'La botella del náufrago', y un libro de no ficción ('Así fue la dictadura'), firmado junto a su compañero y amigo Pablo Ordaz.

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