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Tribuna
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¿Por quién votan los carteles?

Si es una guerra, se requieren acuerdos para detener el baño de sangre

Policías vigilan la entrada a la T2 del aeropuerto de la capital mexicana el 25 de junio pasado.
Policías vigilan la entrada a la T2 del aeropuerto de la capital mexicana el 25 de junio pasado.ALFREDO ESTRELLA (AFP)

En México el discurso político es ambiguo. Los políticos utilizan este aspecto característico de la literatura que como es natural, en las campañas electorales se intensifica y afina. La palabra-promesa cala y los equipos de campaña son expertos en crear frases: “El PRI metió al Chapo Guzmán en prisión, el PAN lo sacó y lo metió a la lista de Forbes”. Es tan afortunada como aquella: “Tomamos el país al borde del abismo, daremos un paso adelante”.

En la actual elección no se manejan, en la calle al menos, las adhesiones de las bandas de narcos a algún candidato o viceversa; y aunque padecemos una guerra con decenas de miles de muertos, las menciones de los candidatos han sido más bien flojas; como que no quieren comprometerse en asuntos tan escabrosos. Josefina Vázquez Mota, del PAN, partido gobernante, pidió perdón por las víctimas y prometió no pactar con el narco; Enrique Peña Nieto, del PRI, anunció la creación de una policía de 40.000 miembros para el combate frontal y se trajo al general Naranjo de Colombia, con experiencia en ese rubro; el izquierdista Andrés Manuel López Obrador, aseguró que no pactará y sacará adelante una estrategia basada en la información; Gabriel Quadri de la Torre, del Panal (Partido Nueva Alianza), habló de recuperar las zonas con alta densidad delincuencial. No es un tema con el que pretendan ganar votos; no es prioritario.

La influencia que el narco ha tenido en la contienda electoral no es parte de las conversaciones; podemos especular: las bandas no están interesadas en participar como en el pasado; han invertido lo suficiente para que su control no sea preponderante y no se les señale; se están preparando para continuar la batalla. Desde luego, hay detenidos recientes y en el estruendo mediático, graves equivocaciones, como anunciar el arresto de un hijo de un máximo capo, cuando se trataba de otra persona. La abogada del detenido afirma que es una acción electoral, que las armas y los miles de dólares que le decomisaron fueron sembrados. De ser ese el objetivo, la acción podría beneficiar a la candidata del PAN, que a pocos días de la elección se encuentra bastante desgastada y con escasas probabilidades de triunfo.

El candidato de la izquierda ha centrado su campaña en economía y empleo, lo que, murmuran, podría agradar a los narcos, que son inversionistas y mesiánicos e introducen al país, insinúa Luis Astorga, hasta 42.000 millones de dólares, según fuentes del Ejército y a la Secretaría de Seguridad. Peña Nieto, que encabeza las encuestas, al parecer ha optado por la vía dura. No pactará, dice. Debería reflexionarlo, y al menos dejar esa decisión a los expertos y no olvidar que se trata de un enemigo poderoso y bien pertrechado. Si es una guerra, se requieren acuerdos para detener el baño de sangre. Ese sí es tema de las calles y los cafés: los cárteles esperan a ser convocados. Es terrible, real, urgente y nada ambiguo.

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