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El abandono de la reforma de la Cámara de los Lores tensa la coalición británica

El liberal Clegg considera roto el contrato con los conservadores de Cameron

Nick Clegg durante la rueda de prensa en que ha anunciado la ruptura de los compromisos de la coalición de Gobierno.
Nick Clegg durante la rueda de prensa en que ha anunciado la ruptura de los compromisos de la coalición de Gobierno.Stefan Rousseau (AP)

La decisión del primer ministro británico, el conservador David Cameron, de abandonar definitivamente los planes de reforma de la Cámara de los Lores ha tensado al máximo las relaciones con sus socios de coalición, unos liberalesdemócratas que se sienten traicionados y anuncian represalias políticas.

Nick Clegg, líder del partido minoritario en el Gobierno, confirmó la “muerte lenta” de un proyecto del que su partido había hecho bandera, y que tendrá como primera consecuencia el veto de sus diputados a otra ley promovida por los tories para modificar las circunscripciones electorales.

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Quizá todavía sea pronto para hablar de ruptura, pero la dura reacción del dirigente liberaldemócrata marca un punto de inflexión en los dos años de singladura de la coalición, que él mismo caracteriza como un “contrato” ahora roto por sus socios conservadores. A raíz de ese fiasco político, Clegg encara el doble frente de intentar aplacar a las bases de su propio partido (muy irritadas ante lo que consideran la enésima capitulación), al tiempo que reformula los pilares del pacto de Gobierno con Cameron, a quien considera un rehén del ala más recalcitrante del Partido Conservador.

El primer ministro se ha visto forzado a aparcar la reforma de la Cámara de los Lores ante la resistencia numantina planteada por un influyente sector tory, que se traduce en ocho decenas de parlamentarios. El pasado julio, ese grupo esgrimió su músculo votando en contra del calendario estipulado por el Gobierno de coalición para tramitar la ley de remodelación de la Cámara alta.

En plena orgía patriótica a raíz del éxito de los Juegos Olímpicos de Londres, y cuando el principal reto postestival pasa por enderezar una economía que cumple su tercer trimestre en recesión, el jefe de Gobierno ha optado por sacrificar la última y crucial demanda de su socio Clegg.

Después de haber cedido en cuestiones clave como el aumento de las tasas universitarias o los recortes en el sistema británico de sanidad pública, los liberalesdemócratas se aferraban a la reforma de una Cámara de los Lores que desafía los principios democráticos de los que tanto de congratula Reino Unido.

Un ala recalcitrante de los ‘tories’ forzó al primer ministro a aparcar la revisión

La gran beneficiaria de esta crisis es la oposición laborista de Ed Miliband, a base de jugar una carta tan hipócrita como ganadora: apoyo a la reforma que moderniza una institución clasista, pero también exigencia de que la ley sea sometida a referéndum como excusa para no votar a su favor en los Comunes.

La ley que ya no verá la luz preveía la elección ciudadana del 80% de sus miembros, hoy designados por recomendación del primer ministro y de los líderes de otros partidos, junto a los 92 lores que ocupan un escaño hereditario y los 26 obispos de la Iglesia de Inglaterra cuya condición les concede una presencia automática en la Cámara. Y reducía casi a la mitad la nutrida nómina de pares, desde los actuales 825 hasta 450 escaños. El papel de la institución tiene un peso importante, al someter a escrutinio y proponer enmiendas a las leyes aprobadas por la Cámara de los Comunes, pero carece de derecho último de veto.

El archivo de ese paquete legislativo concede a Cameron un momentáneo respiro frente a la presión de las huestes conservadoras más críticas. Pero plantea una importante batalla en la legislatura de septiembre, con la anunciada oposición liberaldemócrata a la reforma de las circunscripciones electorales, que el primer ministro considera clave para garantizar su relección en 2014.

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