China encumbra a una nueva generación de líderes
Pekín clausura el congreso quinquenal del Partido Comunista Chino, con la elección del nuevo Comité Central que designa mañana a los máximos líderes del partido, encabezados por Xi Jinping
Los 2.270 delegados que desde el jueves de la semana pasada participaban en el 18º Congreso del Partido Comunista Chino (PCCh) en Pekín han votado este miércoles la composición del Comité Central —organismo integrado por 200 miembros, más unos 170 sin derecho a voto—, con lo que ha quedado clausurado el acontecimiento político más importante de China, que tiene lugar cada cinco años. Los integrantes del Comité Central se reunirán este jueves por la mañana para decidir el Politburó (25 miembros) y, dentro de éste, el Comité Permanente del Politburó, actualmente compuesto por nueve personas, pero que podrían quedar en siete. Los delegados han aprobado la modificación de la Constitución del Partido Comunista Chino, para incluir el concepto de "desarrollo científico" impulsado por Hu Jintao, secretario general del partido y presidente saliente.
A la cabeza del Comité Permanente, máximo órgano de poder del PCCh, y por tanto del país, se da por seguro que estará el actual vicepresidente de China, Xi Jinping, de 59 años, que será designado secretario general del partido en sustitución de Hu Jintao. El otro líder que también seguirá en el nuevo Comité Permanente es Li Keqiang, de 57 años, actualmente viceprimer ministro. Claros candidatos a entrar en el Comité Permanente —cuya composición exacta no se conocerá hasta mañana— son el viceprimer ministro Wang Qishan; el también viceprimer ministro y jefe del partido en Chongqing, Zhang Dejian, y el ministro de propaganda, Liu Yunshan. Todos ellos, así como Xi y Li, han sido nombrados miembros del Comité Central.
“El congreso ha elegido a un nuevo Comité Central del partido y ha sustituido a líderes mayores por otros más jóvenes”, ha asegurado Hu en el discurso de clausura en el Gran Palacio del Pueblo, en Pekín. “Estamos convencidos de que todas las decisiones y planes adoptados y todos los logros conseguidos en el congreso son de una importancia histórica de gran alcance” y “tendrán un papel importante para guiar el desarrollo completo de la gran causa del socialismo con características chinas”.
La transición a la quinta generación de líderes chinos —tras las de Mao Zedong, Deng Xiaoping, Jiang Zemin y Hu Jintao— culminará en marzo del año que viene durante la sesión anual de la Asamblea Popular Nacional (el Parlamento), cuando Xi ocupe la presidencia del país y, salvo grandes sorpresas, Li Keqiang, de 57 años, sustituya en la jefatura de Gobierno a Wen Jiabao. Hu y Wen concluirán entonces sus 10 diez años en el poder. Se prevé que Xi y Li sirvan también dos mandatos de cinco años.
Los nuevos dirigentes del país más poblado y segunda economía del mundo tendrán que hacer frente a una larga lista de desafíos: la corrupción, un entorno económico difícil debido a la crisis global, unas relaciones tensas con sus vecinos asiáticos, la degradación medioambiental, el agravamiento de la crisis de Tíbet, y, en particular, la necesidad de reformas económicas y políticas, que permitan seguir creciendo a China a un fuerte ritmo y respondan a las crecientes protestas de una población cada vez más informada y reivindicativa.
La reunión del Comité Central de este jueves para elegir el Politburó y el Comité Permanente es esencialmente un formalismo. Aunque los delegados tienen alguna influencia en las decisiones, las figuras que ocuparán los máximos órganos de poder ya han sido determinadas por un núcleo duro, constituido por los más altos dirigentes del PCCh en activo y algunos de los jubilados, como el expresidente Jiang Zemin, quien en la apertura del congreso en el escenario del Gran Palacio del Pueblo ocupó un lugar privilegiado entre Hu Jintao y Wen Jiabao.
Tras días de discursos, retórica, eslóganes y muestras de unidad en el partido, el congreso ha aprobado también el informe del estado de la nación, que leyó Hu en la apertura del cónclave. Un informe en el que lanzó una seria advertencia sobre la grave amenaza que representa la corrupción para el PCCh. “Si no somos capaces de gestionar bien este problema, podría ser fatal para el partido y causar incluso el derrumbe del partido y la caída del Estado”.
Otra incógnita que queda por despejar es si Hu Jintao conservará su puesto como presidente de la Comisión Militar Central, que controla el Ejército Popular de Liberación —integrado por 2,3 millones de personas—, lo que le permitiría mantener una gran influencia en el partido. Su predecesor, Jiang Zemin, retuvo el cargo dos años después de haberle pasado a Hu el testigo como máximo líder del PCCh.
La celebración del 18º congreso del partido ha estado marcada por el mayor escándalo político que ha vivido China desde las manifestaciones de Tiananmen, en 1989. En los últimos meses, Bo Xilai, alto dirigente y estrella ascendente, ha sido purgado después de que uno de sus colaboradores desvelara que la esposa de Bo había asesinado a un empresario británico. Sus partidarios aseguran que ha sido víctima de las luchas entre las diferentes facciones del partido. Bo, que era un claro candidato a entrar en el Comité Permanente del Politburó en este congreso, ha sido desprovisto de todos sus cargos y está pendiente de juicio, acusado de corrupción e intentar ocultar el crimen de su esposa, entre otros.
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