Doctores en plagios
La obsesión alemana por los títulos académicos dispara las tesis falsas Una web de voluntarios ha cazado a decenas de políticos y científicos
Hay escándalos y hay escándalos alemanes. Un escándalo fue la trama de financiación ilegal que en 1999 tumbó a los patriarcas democristianos Helmut Kohl y Wolfgang Schäuble. Habría sacudido a cualquier partido en cualquier democracia. Pero el que costó la semana pasada la cartera de Educación a Annette Schavan, aliada política y amiga personal de la canciller Angela Merkel, es un escándalo propiamente alemán.
Schavan dimitió después de que la Universidad de Düsseldorf le revocara el título de doctora por plagios en una tesis defendida en 1980, a los 24 años. No fue la primera. Dos años antes, el ministro de Defensa Karl-Theodor zu Guttenberg dimitió tras perder su grado de doctor en un caso similar. Las evidencias se acumularon gracias a las aportaciones anónimas en página de Internet abierta a la participación.
Se confirman así dos viejas pasiones alemanas: la (inquietante) de aleccionar o amonestar al prójimo por cualquier nimiedad y la (arrebatadora) que sienten por los títulos académicos.
Los buscadores de plagios dicen que no cazan, que documentan. En 2011 se organizaron en torno a GuttenPlag, una página de Internet que funciona con el sistema wiki: cualquiera puede participar y escribir. Con este método fueron cerrando huecos en la tesis doctoral que el barón de Guttenberg, estrella conservadora de la Unión Social Cristiana (CSU) bávara en el Gobierno de Merkel, había terminado en 2007. Empezaron cuando un jurista descubrió 24 plagios en la tesis, pero aún se desconoce al verdadero fundador de la wiki, que usa el seudónimo PlagDoc. En poco tiempo, el enjambre de cazadores había descubierto plagios en el 94% de las páginas.
Recordándolo, el catedrático berlinés Gerhard Dannemann se reía el viernes entre dos exámenes orales de la Universidad Humboldt: “Era tremendo, estaba todo plagiado, usaba cualquier cosa” ajena. Eso sí, “el par de frases que interponía entre plagio y plagio se corresponden sin duda con el estilo de escribir y hasta de hablar de Guttenberg”. El que haya escuchado en persona alguno de los engolados discursos del telegénico barón se hará una idea.
Alemania es el país de los ‘doktoren’. La abreviatura Dr. figura en tarjetas, buzones, DNI y pasaportes
Dannemann es una de las escasas caras que se le pueden poner a VroniPlag, la wiki heredera de la que tumbó a Guttenberg. Casi todos los demás se mantienen en el anonimato. El administrador de la web, un matemático cuarentón que usa el apodo Hindemith, explica que todos trabajan en su “tiempo libre, perdiendo dinero”. Hindemith entiende que desde el extranjero “todo esto es difícil de concebir”, pero, sin sombra de pretenciosidad, explica al teléfono que “es importante combatir la ciencia vista como espectáculo o como entretenimiento”. Doctor a su vez, defiende que “la ciencia esté comprometida con la verdad”. Por eso ve “mucho más graves los plagios cometidos por académicos y científicos, que dificultan la busca de la verdad”. Nada en sus serenas explicaciones suena a fanatismo o a afán denunciatorio: los plagiarios le dan “algo de pena, pero un trabajo se publica para que esté abierto a la crítica y al examen”.
Dannemann está de acuerdo en que lo más peligroso son los científicos plagiarios, pero apunta que “en Alemania, estos títulos tienen una relevancia social que para la ciencia es irrelevante o hasta nociva: demasiados se doctoran sin tener aspiraciones científicas o académicas”. Es aquí donde quedan los Guttenberg, personas que hicieron sus tesis como palanca para una carrera política o empresarial.
Alemania es el país de los doktoren, el de la abreviatura Dr. en sus tarjetas de visita, en los buzones o hasta en el DNI y en los pasaportes. “Y la mayoría solicita figurar así al empadronarse”, dice un alto funcionario de Berlín. Cada año obtienen el título de doctor 25.000 alemanes.
Pillados
» Karl-Theodor zu Guttenberg. Exministro de Defensa, miembro de la Unión Social Cristiana de Baviera (CSU). Perdió el título de doctor en Derecho en febrero de 2011. Plagió el 94% de las páginas de su tesis.
» Veronica Sass. Su caso en mayo de 2011 dio nombre al movimiento VroniPlag. Vroni es el diminutivo de Verónica en el dialecto de Baviera. La abogada es hija del ex primer ministro bávaro Edmund Stoiber (CSU). Plagió el 54% de la páginas de su tesis de Derecho.
» Silvana Koch-Mehrin. Una de las estrellas ascendentes del Partido Democrático Liberal (FDP), donde renunció a todos los cargos tras perder el título. Es diputada en el Parlamento Europeo, pero anunció que no se presentará de nuevo en 2014. Plagió el 34% de las páginas.
» Jorgo Chatzimarkakis (FDP). Julio de 2011. Otro eurodiputado liberal cazado. No ha dimitido.
» Bijan Djir-Sarai (FDP). Marzo de 2012. Diputado en el Bundestag. No ha dimitido.
» Annette Schavan. Democristiana, ministra de Educación hasta la pasada semana. Plagió el 29% de su tesis.
» Además perdieron sus títulos los siguientes políticos: Matthias Pröfrock (democristiano de la CDU), Uwe Brinkmann (exmiembro del SPD), Margarita Mathiopoulos (FDP) y Siegfried Haller (SPD).
De los 30 presidentes de las corporaciones que cotizan en el DAX de Fráncfort, 18 son doctores. Alguno es además Prof., es decir, profesor o catedrático. Angela Merkel también tiene el título de doctora, lo mismo que el vicecanciller Philipp Rösler y buena parte de sus ministros. El jefe de la Fundación del Patrimonio Cultural Prusiano, Hermann Parzinger, riza el rizo con el Prof. Dr. Dr. h.c. mult. que adorna su biografía en Internet. Es pasmoso, pero no un caso aislado. Más que un ornato para vanidosos, el doctorado es un escalón muy útil hacia las alturas políticas y empresariales.
También es la prueba del triunfo tajante de la burguesía alemana, más nacionalista que liberal, sobre las élites aristocráticas y clericales. El historiador Manfred Görtemaker recuerda que la irresistible clase social que transformó Alemania en la potencia industrial, militar y científica que asombraba al mundo a principios del siglo XX “se impuso sobre la vieja nobleza con sus títulos propios, que son fruto del esfuerzo personal y no del nacimiento”.
El caso de Zu Guttenberg es ilustrativo de las prioridades alemanas: el barón bávaro, casado con una condesa, era muy popular entre los votantes y un héroe de las revistas del corazón. Pero la pérdida de su tesis lo enfrentó a la prensa conservadora culta, que, capitaneada por el Frankfurter Allgemeine Zeitung, no le dio tregua hasta que dejó el puesto. Que un millonario aristócrata como él se jugara la carrera por ser llamado doktor da idea de esa relevancia social de la que habla el profesor Dannemann.
Los participantes en VroniPlag quieren, insisten, “concienciar a los estudiantes de la importancia de lo que hacen y también que las universidades aumenten el control y la información”. La controversia actual hará que muchos empiecen a preguntarse qué es un doctorado y para qué sirve. Algunos proponen reformas legales para sacar el título del DNI. Dannemann cree que “aun así, tendrían que pasar dos generaciones” para que Alemania pierda sus pasiones doctorales.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.