Una victoria arrolladora
Correa ganó en Ecuador porque impuso reglas electorales hechas a su gusto y medida
Mucha gente se pregunta cómo el presidente de Ecuador, Rafael Correa, logró ganar tan cómodamente las elecciones pese a los enormes escándalos de corrupción que lo salpicaron, y de sus ataques constantes contra la prensa libre y las instituciones democráticas. Pero si uno mira lo que está pasando en Ecuador, la arrasadora victoria de Correa no debería sorprender a nadie.
Por el contrario, lo raro habría sido que se diera un resultado diferente. Esa fue mi conclusión después de entrevistar unos días después de las elecciones al expresidente ecuatoriano Osvaldo Hurtado, quien acaba de publicar un libro titulado Dictaduras del siglo XXI, en obvia referencia al “socialismo del siglo XXI” que afirman estar impulsando el presidente venezolano Hugo Chávez, el propio Correa y otros imitadores. ¿Cómo explica que Correa haya ganado con el 57% de los votos, incluso después de varios escándalos de corrupción?, le pregunté a Hurtado.
Para quienes no recuerden los recientes titulares de Ecuador, el primo de Correa, Pedro Delgado, renunció a su cargo de presidente del Banco Central el 19 de diciembre, después de que los diarios informaran de que había mentido al afirmar que había terminado sus estudios en economía. Más importante aún, según versiones periodísticas, Delgado habría usado una opaca agencia gubernamental creada por Correa para otorgar préstamos a amigos del Gobierno para proyectos que no se materializaron.
Ese fue tan solo el último de varios escándalos de corrupción muy cercanos a Correa. El propio hermano del presidente, Fabricio Correa, confirmó públicamente que recibió enormes contratos del gobierno —de más de 300 millones de dólares, según la prensa—, y dijo que el presidente estaba al tanto de esas transacciones. Sin embargo, nada de todo esto parece haber perjudicado al presidente, debido al boom petrolero y a la dolarización de que se ha beneficiado el país en los últimos años.
“Ecuador vive el momento de mayor prosperidad de su historia reciente”, me dijo Hurtado. “Por donde se mire hay nuevos edificios, nuevos centros comerciales de lujo, y cada se ven más automóviles en las calles”. Hurtado señaló que el boom empezó varios años antes de que Correa asumiera la presidencia en 2007. Los precios del petróleo han aumentado desde 9 dólares el barril en 1999 hasta 100 dólares el barril en la actualidad, y “de hecho, la pobreza había disminuido mucho más antes de asumir Correa, que después de asumir Correa”.
Además de la prosperidad petrolera, Correa ganó las elecciones porque impuso reglas electorales hechas a su gusto y medida. El presidente controla todas las instituciones, e impone cada vez más restricciones a la prensa, agregó Hurtado.
Según las leyes electorales del Gobierno de Correa, los medios ecuatorianos no pudieron publicar artículos “tendenciosos”, lo que de hecho representó una censura de facto de cualquier artículo que pudiera criticar a Correa o a su Gobierno.
Asimismo, Correa invocó una imaginaria conspiración mediática internacional para silenciar varias radios, construir un imperio mediático gubernamental e intimidar a los periódicos independientes con demandas judiciales millonarias.
Hurtado me dijo que “a diferencia de las dictaduras de antaño, que daban un golpe de Estado y sustituían al presidente, las dictaduras del siglo XXI desconocen el orden constitucional bajo el cual fueron elegidas y crean un nuevo orden constitucional que les permite perpetuarse en el poder”. Con el tiempo, “se convierten en dictaduras”.
¿Qué deberían hacer quienes apoyan la democracia en Ecuador, Venezuela, Bolivia y otras autocracias?, le pregunté. Hurtado respondió que la oposición no puede hacer gran cosa, salvo presentar candidatos únicos para evitar dividir el voto opositor.
“La respuesta debería venir de la Organización de Estados Americanos (OEA), porque estos gobiernos violan varios artículos de la Carta Democrática Inter-Americana”, dijo Hurtado. “Pero desgraciadamente, la OEA no se ha pronunciado, y utiliza un doble parámetro: uno para las dictaduras de derecha y otro para las de izquierda”.
Mi opinión: Como alguien que siempre se opuso a dictaduras de derecha e izquierda, estoy de acuerdo con Hurtado en que hay un doble estándar, y que la OEA está haciendo la vista gorda a las autocracias de izquierda. Estos autócratas narcisistas-leninistas siguen el mismo manual: lanzan sus candidaturas a elecciones presentándose como campeones de la lucha contra la corrupción, y tan pronto son elegidos cambian la Constitución para asumir poderes absolutos y eternizarse en el poder. Y cuando comienzan a ser criticados, quieren cerrar los medios aduciendo que hay una “conspiración mediática” en su contra.
Tal vez estas autocracias no duren mucho tiempo más, porque la enfermedad de Chávez, la disminución de los precios de las materias primas y sus desastrosas políticas económicas pueden debilitarlas. Pero por ahora, nadie debería sorprenderse de la “arrasadora victoria” de Correa.
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