El clérigo moderado que ha tendido la mano a los reformistas
Rohaní, de 64 años, ha prometido redactar y poner en práctica una “carta de derechos civiles” El candidato pretende diseñar una política exterior basada en la “interacción constructiva”
Nadie se engaña en Irán. Hasan Rohaní no es un reformista. Tampoco lo ha pretendido. Pero su discurso de moderación le ha distanciado del resto de los candidatos a la presidencia y ha logrado si no seducir, al menos tranquilizar, a esa amplia mayoría de iraníes que desean más libertades sociales, pluralismo político y el fin del aislamiento internacional de la República Islámica.
Rohaní, de 64 años, ha prometido redactar y poner en práctica una “carta de derechos civiles”, promover una política exterior basada en la “interacción constructiva con el resto del mundo”, y ha hablado de los derechos de las mujeres y de las minorías étnicas. Pero, sobre todo, ha contado con el endoso de los expresidentes Ali Akbar Hachemí Rafsanyaní, de quien se le considera aliado, y Mohamed Jatamí, el único de los líderes reformistas que no está bajo arresto domiciliario.
Este clérigo de nivel medio (ostenta rango de hoyatoleslam, un grado por debajo de ayatolá) tiene una larga carrera política que comenzó como diputado en 1980. Llegó a ser vicepresidente del Parlamento y en 1989, con la llegada a la presidencia de Rafsanyaní, fue nombrado secretario general del Consejo de Seguridad Nacional (CSN), el foro donde se debate la política nuclear y de defensa.
Jatamí le mantuvo y en calidad de tal se convirtió en el primer jefe negociador nuclear en 2003, al año siguiente de que se descubriera el programa atómico secreto de Irán. Bajo su dirección de las conversaciones nucleares con el Reino Unido, Francia y Alemania, Teherán aceptó una suspensión voluntaria del enriquecimiento de uranio que se prolongó hasta la llegada a la presidencia de Ahmadineyad en 2005.
Durante los debates televisados previos a las elecciones, los ultraconservadores le acusaron de haber sido blando en aquellas negociaciones y de no haber conseguido nada. Se defendió con firmeza asegurando que evitó un ataque de Estados Unidos y que, en contra de lo que dicen sus detractores, Irán avanzó en su programa nuclear mientras él estaba al frente de ese dossier.
Rohaní tampoco se ha mordido la lengua a la hora de criticar la política exterior de su predecesor. “Este Gobierno se ha burlado de las sanciones (…) cuando podría haberlas evitado, o al menos aminorado sus efectos”, afirmó durante la campaña. Ha sido el candidato que más abiertamente ha relacionado la catastrófica situación económica del país con el aislamiento internacional al que ha conducido su intransigencia nuclear. Frente a lo cual ha prometido “gobernar con prudencia”.
"Este Gobierno se ha burlado de las sanciones (…) cuando podría haberlas evitado"
Su estilo dialogante puede ayudar a tender puentes entre los duros que rodean al líder supremo y que se oponen a cualquier arreglo con Occidente, y los reformistas, partidarios de mostrar más flexibilidad tanto en las regulaciones sociales como en las relaciones con el resto del mundo, pero que fueron marginados del poder tras denunciar los resultados electorales de 2009.
Rohaní tiene así mismo impecables credenciales revolucionarias. Estuvo activo en la oposición que derribó al shah en 1979. También participó en la guerra contra Irak (1980-1988), donde fue jefe la defensa aérea. Su amistad con Rafsanyaní data de aquella época. En la actualidad, es miembro de la Asamblea de Expertos y del Consejo de Discernimiento, dos destacadas cámaras consultivas en la enrevesada estructura de poder iraní. Además, sigue sentándose en el CSN y es miembro de la Asociación del Clero Combatiente, que agrupa a los religiosos conservadores.
Originario de Sorkhey, en la provincia de Semnan, se doctoró en Derecho por la Universidad de Glasgow. Está casado y tiene cuatro hijos.
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