El Gobierno de Ortega reprime la protesta de los “viejitos” en Nicaragua
Huestes del Frente Sandinista atacaron de madrugada a los manifestantes. Grupos de derechos humanos denuncian varios heridos y detenidos
El Gobierno de Daniel Ortega mostró su cara más represiva la madrugada de este sábado en Nicaragua, cuando huestes encapuchadas y vestidas con camisas del gobernante Frente Sandinista atacaron a decenas de ancianos que por sexto día consecutivo mantenían una protesta pacífica en las cercanías del Instituto Nicaragüense de Seguridad Social (INSS) en demanda de la entrega de una pensión mínima mensual de 50 dólares.
Según testigos de los hechos, las huestes llegaron sorpresivamente hasta el lugar —donde la noche del viernes decenas de jóvenes habían organizado un concierto en apoyo a los llamados “viejitos”, un movimiento que se ha convertido en el símbolo de la reivindicación social y la lucha contra los desmanes del Gobierno sandinista—, ordenaron a todos que se tirarán al suelo y desataron una golpiza que dejó varios heridos.
“Vinieron unos encapuchados y nos patearon, entonces yo me replegué al lado de la policía buscando defensa, pero un policía me dio patadas”, describía una mujer ahogada en llantos, quien explicó que estaba en la manifestación apoyando a su esposo, de 70 años.
Mientras ella contaba la pesadilla, un grupo de hombres, incluidos periodistas, cargaban en una colchoneta a un anciano herido. “Llegaron las turbas completamente encapuchadas y con camisas de la Juventud Sandinista y nos comenzaron a golpear. Eran cinco hombres golpeándonos por cada uno de nosotros, otros desbarataban todos los carros”, narró un joven que mostraba sus golpes y ropa rota por la paliza, en un video grabado por el grupo Nicaragua 2.0., organización de jóvenes que han apoyado la protesta de los ancianos.
“Era mucha gente, yo me tiré al piso y un policía me pateó el estómago. A los hombres que estaban a nuestro alrededor le quitaban los zapatos y los golpearon muy fuerte. A mí me dijeron que me iban a violar, a otro que lo iban matar”, relató Luciana Chamorro, hija del prestigioso periodista Carlos Fernando Chamorro y nieta de la ex presidenta Violeta Chamorro. La joven se abrazaba desconsolada a otra muchacha, mientras a su lado otras jóvenes lloraban y se abrazaban. Tras la paliza, un grupo de al menos 50 jóvenes se refugió en la Catedral de Managua, donde se ha convocado una nueva manifestación.
Hasta las cercanías del INSS se trasladó el arzobispo de Managua, Monseñor Leopoldo Brenes, acompañado por el obispo auxiliar monseñor Silvio Báez y monseñor Miguel Mántica, quienes abogaron ante los oficiales de la policía para que dejaran en libertad a jóvenes que eran acosados por simpatizantes del Frente Sandinista, que se han tomado la zona donde durante toda la semana se desarrolló la protesta. “Les pido por el amor de Dios que se vayan a sus casas”, les dijo Báez a los simpatizantes del FSLN. “Esto es un acto de terrorismo de estado”, dijo. “Están actuando como fuerzas paramilitares”.
La Iglesia de Nicaragua expresó el jueves su apoyo a los manifestantes en un comunicado en el que consideraban “inaceptable cualquier intento de represión” contra los ancianos y pedían que se legalice la entrega de la pensión mínima.
“Estos adultos mayores, que han trabajado colaborando con el desarrollo del país, merecen el respeto y el apoyo necesario para acceder a unas condiciones de vida dignas. Es inaceptable cualquier intento de represión en su contra o de impedimento a su justa protesta cívica”, reza el comunicado de la Arquidiócesis. Haciendo referencia al Evangelio, los obispos mandaron un mensaje claro al Gobierno de Ortega: “No podemos echar en el olvido las palabras de nuestro Señor Jesucristo: 'En verdad les digo que cuanto hicieron a uno de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicieron”, escribieron.
El escritor Sergio Ramírez, exvicepresidente de Nicaragua y exmiembro del Frente Sandinista, expresó su indignación por la acción del Gobierno, a través de su cuenta en Twitter. “El fascismo empieza cuando se manda a los pobres a agredir a palos a otros tan pobres como ellos”, escribió Ramírez.
La Juventud Sadinista y los Consejos del Poder Ciudadano son los brazos paramilitares del Gobierno de Ortega, según organizaciones de derechos humanos, que denuncian que estas agrupaciones realizan trabajo de vigilancia e intimidación en los barrios de las principales ciudades de Nicaragua.
Son estos grupos los que el Frente Sandinista moviliza en autobuses del transporte público y en automóviles del Estado para reventar cualquier manifestación contraria al Gobierno, según denuncian estas organizaciones. Los jóvenes que apoyaban la protesta de los ancianos, dijeron que fueron unos 200 encapuchados los que llegaron a eso de las cuatro de la madrugada hasta las cercanías del INSS, en camionetas de la Alcaldía de Managua, también controlada por el Frente Sandinista.
“Esta es una acción terrorista del Estado con participación de la Policía Nacional y las fuerzas paramilitares del partido gobernante”, dijo a EL PAÍS Gonzalo Carrión, dirigente del Centro Nicaragüense de Derechos Humanos, cuyos activistas reúnen las denuncias de jóvenes que afirman no encontrar a sus compañeros. Carrión dijo que prepararán un informe con la cantidad de heridos, apresados y desaparecidos tras la represión. “Hay decenas de personas afectadas. Esto es muy grave porque se trata de una operación estatal. Es una acción de terror contra un grupo de ancianos, que fueron golpeados. Hay varios heridos y desmayados”, narró Carrión.
Desde el inicio de las protestas el lunes pasado, la jefa de la Policía Nacional, Aminta Granera, no ha comparecido públicamente para explicar la actuación de la organización que dirige. Los llamados “viejitos” habían logrado tomarse el martes las instalaciones del INSS, como medida extrema para lograr la atención del Gobierno a sus demandas. Desde entonces, una ola de apoyo creció en este país, por lo general reacio a las manifestaciones. La policía sitió a los ancianos, les cortó agua y luz e impidió que se les entregaran víveres. La noche del jueves fueron expulsados a la fuerza del edificio.
De la indignación por ese trato, nació el movimiento bautizado como OcupaINSS, con decenas de jóvenes plantando carpas en las inmediaciones del INSS, donde llevaron comida a los ancianos. Estudiantes de medicina de universidades privadas les atendían y entregaban medicamentos, mientras que grupos musicales organizaron conciertos. Se formó un movimiento social y reivindicativo que en décadas no se veía en este país centroamericano. Hasta la madruga de este sábado, cuando fue reventado por las huestes del Gobierno. Los jóvenes, sin embargo, dijeron que mantendrán la protesta. Twitter, que ha sido el medio de organización de estos jóvenes, ardía con mensajes de respaldo al OcupaINSS. “Hoy también iremos. Ahora a Catedral. ¡Es hora de despertar!”, escribió Marcela, una de las jóvenes que apoyan a este movimiento.
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