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La liberación de presos palestinos atenúa el riesgo de ruptura de las negociaciones

Israel extiende las colonias a tres días de la cita con los palestinos La Autoridad Palestina pide a EE UU que acabe con la “impunidad” israelí El Ejecutivo de Netanyahu confirma la liberación de 26 presos palestinos

Vista del muro de que circunda el asentamiento de Pisgat Zeev.
Vista del muro de que circunda el asentamiento de Pisgat Zeev.J. H. (EFE)

El escepticismo es generalizado. Ni palestinos ni israelíes tienen grandes esperanzas de avanzar en el proceso negociador reabierto a finales de julio en Washington. El anuncio, en apenas seis días, de que Israel va a levantar 2.200 nuevas casas en suelo ocupado de Cisjordania y Jerusalén Este ha enervado a la delegación palestina, hasta el punto de que algunos miembros del Gobierno de Mahmud Abás propusieron directamente no acudir a la cita que mañana, en Jerusalén, debe reunir por primera vez a las partes en casa. Pero no. Salirse ahora de la línea marcada llevaba a ser señalados como los culpables del fracaso. Que no se dé el paso no quiere decir que el enfado sea menor.

Israel anunció las colonias en paralelo a la liberación de presos palestinos. Una por otra, dice la prensa local. El efecto pacificador que había calculado está dando frutos. Los negociadores palestinos insisten en que Israel está tratando de “boicotear” el proceso de paz y actúa “de mala fe”, pero han reconocido, finalmente, que la excarcelación del primer grupo de reclusos (26 de 104 que saldrán libres antes de que acaben los nueve meses de negociaciones), es una buena noticia que “mejorará” el clima de diálogo, tan turbio en estos días.

El Servicio de Prisiones de Israel hizo públicos los nombres de los primeros excarcelados en la madrugada del domingo al lunes. Tras 48 horas de alegaciones, deberán salir libres en la noche del martes al miércoles, una hora medida para evitar grandes fastos de bienvenida. 12 presos residirán en Cisjordania y el resto, en Gaza. Ninguno será reubicado en una zona que no le pertenezca. Sus servicios secretos israelíes han llegado a la conclusión de que son personas con “bajo riesgo”, muy mayores. Salvo dos miembros de Hamás, dos de la Yihad Islámica y dos del Frente Popular para la Liberación de Palestina, los demás militan en Fatah, el partido de Abás, que repudió hace años la violencia.

Entre los presos seleccionados ayer hay 17 hombres con cadenas perpetuas por la muerte de ciudadanos israelíes y los demás cumplían penas superiores a los 25 años. Ocho estaban a tres años de acabar su pena y dos, a seis meses.

Todos salvo uno, como los restantes que irán saliendo en tres tandas más, estaban en prisión desde antes de 1993, cuando se firmaron los Acuerdos de Oslo. Israel prometió liberarlos hace 14 años. Ha habido tres amagos de suelta, que no han hecho más que ampliar la angustia de las familias y el apoyo de sus vecinos. “Este es un importante paso para la paz”, dice Issa Qaraque, ministro de Presos, en Radio Israel. Asociaciones como Addameer han lamentado que no se haya sacado a los más ancianos. Las ONG y las familias ya preparan la llegada de los liberados, sobre todo, con ingentes cantidades de comida.

Frente a su alegría, las asociaciones de víctimas del terrorismo de Israel, que ayer reunieron a cientos de personas ante el Ministerio de Defensa en Tel Aviv. “¿Nos hemos vuelto locos?”, “¿Qué paz da un asesino?”, rezaban sus pancartas. Almagor, una de las entidades, ha pedido al Tribunal Supremo que paralice la liberación.

Los palestinos recibieron también aliento por parte de la Unión Europea y Rusia, que condenaron los nuevos asentamientos. El portavoz de la jefa de la diplomacia comunitaria, Michael Mann, dijo que las colonias pueden haber “imposible” un acuerdo e instó a ambas partes a evitar pasos que “socaven” el proceso. Más duro fue el canciller ruso, Sergei Lavrov, “profundamente preocupado” por la actitud de Israel. “No está ayudando”, reprochó.

Casi como una respuesta al reproche de la UE, el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, aprovechó su entrevista con el ministro de Exteriores alemán, Guido Westerwelle, para afirmar que las nuevas directrices comunitarias, que dejan fuera de toda cooperación de la Unión a los asentamientos, “dañan el proceso de paz” y “fortalecen la posición palestina”.

El mediador norteamericano Martin Indyk sigue intentando limar asperezas. Sin embargo, al equipo palestino le ha incomodado que sus especialistas, que supuestamente debían asesorar a ambas partes sobre cómo garantizar en el futuro la seguridad de los dos estados, sólo se esté reuniendo con los israelíes.

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