Cameron se aleja aún más de la Unión Europea con la reforma de su Gobierno
El nuevo jefe de Exteriores defiende que Reino Unido abandone la UE si no hay reformas
El Gobierno que lidera David Cameron ya no solo es euroescéptico: ahora también lo parece. El primer ministro conservador ha puesto al frente del Foreign Office al hasta ahora responsable de Defensa, Philip Hammond, un político socialmente muy conservador y políticamente antieuropeo que hace unos meses declaró que votaría a favor de la retirada de Reino Unido de la Unión Europea si los socios continentales no aceptan las exigencias de repatriación de poderes que plantearán los tories.
Si el mensaje antieuropeo es el más claro de puertas afuera, la promoción de jóvenes mujeres es la más importante de puertas adentro en una remodelación planteada sobre todo para rejuvenecer y revigorizar la imagen de los conservadores ante las elecciones generales de mayo del año que viene.
Los planes iniciales de Cameron se centraban de entrada en el segundo aspecto pero la noticia ha acabado situándose en el primero por la decisión del hasta ahora jefe de la diplomacia británica, William Hague, de aprovechar la crisis de Gobierno para pedir el relevo en el Foreign Office como primer paso para dejar el parlamento y la política activa en la próxima legislatura. Hague, que lideró el partido entre 1997 y 2001 con escaso éxito debido a su obsesión antieuropea, ha ido moderando ligeramente su hostilidad hacia la UE en un momento en el que tanto el partido como el primer ministro lo han acentuado aún más.
Pero su marcha parece tener poco que ver con eso. Ya en 2001 se retiró de la política activa y solo la insistencia de David Cameron, que le necesitaba en primera fila para darle legitimidad ante el sector más tradicionalista y antieuropeo del partido, le convenció para que renunciara a la lucrativa actividad privada con la que compaginaba su escaño de soldado raso de la política. El bofetón de ver cómo el parlamento rechazó el verano pasado su propuesta de intervenir militarmente en Siria no ha sido tampoco un incentivo para continuar. Como tampoco lo es la perspectiva de la batalla antieuropea que se vislumbra la próxima legislatura si los conservadores consiguen formar gobierno tras las próximas elecciones.
Cameron ha acompañado el ascenso del Philip Hammond al Foreign Office con la designación de un tecnócrata completamente desconocido fuera de Westminster como candidato a ocupar la plaza británica en la Comisión Europea. El elegido es Jonathan Hill, lord Hill de Oareford, hasta ahora líder del grupo parlamentario conservador en la Cámara de los Lores y antes un alto cargo en Educación. Y ha cesado como fiscal general a Dominic Grieve, que no apoyaba el proyecto tory de abandonar el Convenio Europea de Derechos Humanos tras las próximas elecciones.
Desde el punto de vista de la política interna, Cameron ha intentado reforzar su imagen promocionando mujeres y cortándole la cabeza a su amigo íntimo Michael Gove, al que degrada de Educación a líder del grupo parlamentario en los Comunes.
Ambos gestos, sin embargo, pueden dar paso a interpretaciones opuestas a las que busca el primer ministro. Al sacrificar a Gove proyecta una imagen de político despiadado, muy contraria a la que se tiene de él, pero también la de un político débil que ha sacrificado a un ministro de Educación profundamente rechazado por los maestros y que se ha convertido en el político conservador más impopular en las encuestas.
La promoción de mujeres en el Gabinete está llamada a tener muy buena prensa, pero se puede interpretar también como un gesto meramente electoralista a menos de un año de los comicios. Nicky Morgan se ha convertido en la nueva ministra de Educación; Liz Truss es la nueva responsable de Medio Ambiente, Alimentación y Asuntos Rurales; la baronesa Tina Stowell se convierte en líder de los Lores y entra en el Gabinete.
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