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Francia revoluciona en dos meses su mapa regional

La histórica reforma con nuevas fronteras interiores supondrá un ahorro de más de 12.000 millones

Carlos Yárnoz

Francia ha cambiado radicalmente su mapa territorial en un tiempo récord de dos meses. Impensable en un país como España, la Asamblea Nacional acaba de aprobar los profundos cambios de las fronteras interiores francesas sin que hasta el momento se hayan producido apasionadas reacciones ni en los partidos políticos ni en las zonas afectadas. Uno de los objetivos del histórico cambio consiste en ahorrar entre 12.000 y 25.000 millones de euros en los próximos años. Las actuales 22 regiones se fusionan entre ellas. Quedarán 13.

El principal argumento del presidente François Hollande y de su Gobierno para semejante revolución consiste en lograr una gestión pública más ágil y menos costosa (hoy se lleva el 55% del PIB) repartida hoy entre la Administración central, las 36.700 comunas o ayuntamientos (el país con más entes locales del mundo), las 13.400 mancomunidades, los 96 departamentos o provincias con sus respectivos consejos generales o asambleas (4.058 cargos electos con sueldo) y las 22 regiones con sus consejos regionales (1.757 cargos). Las competencias, en ocasiones, están duplicadas.

“Queremos territorios más fuertes y mejor organizados que compartan sus gastos de funcionamiento”, explicó el ministro del Interior, Bernard Cazeneuve, a la Asamblea antes de que esta aprobara el nuevo mapa el pasado 23 de julio. El proyecto de ley fue apoyado casi en exclusiva por el Partido Socialista, pero el resto de grupos que votaron en contra o se abstuvieron explicaron que, aunque desean también una profunda reforma territorial, echaban de menos que el Gobierno la hubiera pactado.

Las prisas de Hollande han hecho imposible ese pacto. Hasta comienzos de este año, el presidente no había siquiera mencionado la posibilidad de tal reforma. A comienzos de junio, el propio Hollande difundió un primer mapa en el que reducía a 14 el número de las regiones para finalmente quedar en 13 en su tramitación parlamentaria.

Las referencias identitarias de las regiones apenas han surgido a lo largo de los debates parlamentarios

A lo largo de junio y julio, alguna región ha cambiado hasta tres veces de aliado o compañero de viaje. Pero las protestas de los líderes regionales afectados se han basado, prácticamente en todos los casos, en las ventajas o desventajas de unirse a una región más rica o más pobre que la suya. Las referencias a la historia o la identidad han sido muy escasas.

“Nuestro objetivo no es crear regiones identitarias, como en España o Italia, sino regiones económicas que sean a la vez fuertes y respetuosas de las identidades locales”, ha advertido Cazeneuve. El nuevo mapa mantiene solo cuatro regiones en la misma situación que hasta ahora. Una de ellas, Bretaña, con importantes rasgos identitarios, ha rechazado en todo momento unirse con la vecina País del Loira. Por razones similares, Alsacia reclama seguir sola, y no unida a Lorena. El nuevo mapa, que será debatido de nuevo en otoño, entrará en vigor en enero de 2016, pero hasta 2019 las regiones podrán negociar nuevas fusiones entre ellas.

En su presentación ante la Asamblea, el Gobierno ha esgrimido que, dentro de la UE y en plena mundialización, las regiones deben tener una población extensa para ser eficaces. En Alemania, la media de cada land es de 5,1 millones de habitantes. En Italia, 4,4. En Francia, es ahora de 2,9. En España es de 2,4 (contando Ceuta y Melilla), si bien en Francia ninguna región actual tiene menos de un millón de habitantes y en España hay tres (Navarra, La Rioja y Cantabria). El caso francés tiene precedentes recientes en Europa. Polonia (16 regiones), Grecia (ahora 13 en lugar de 54 provincias), Dinamarca (de 14 a 5 regiones) y Suecia (que dejará en menos de la mitad sus 21 regiones) también han hecho cambios similares.

La desaparición de las asambleas provinciales y el ajuste regional eliminarán más de 4.ooo cargos

Los ahorros de la nueva organización vendrán por varias vías. En lugar de 22 consejos regionales o asambleas, habrá 13. Cada una de esas nuevas asambleas solo podrá tener un máximo de 150 consejeros o diputados regionales. Alguna supera hoy los 200, con sueldos mensuales de entre 2.200 euros mensuales y 5.400, en el caso del presidente. En lugar de 1.757 consejeros regionales, habrá, como mucho, 1.520.

Otra vía fundamental para reducir costes se hará a costa de los departamentos o provincias, cuyas competencias serán asumidas en buena medida por las regiones. Por eso, el Gobierno prevé que en 2020 desaparezcan los consejos generales o asambleas provinciales con sus más de 4.000 cargos electos, que ahora cobran 2.200 euros al mes y 5.400, en el caso del presidente. Estos cargos son compatibles, por ejemplo, con el de senador, algo que ocurre en 93 casos de un total de 348 miembros de la Cámara alta. De ahí que el Senado haya intentado sin éxito hasta ahora boicotear a toda costa la reforma.

Otro proceso de racionalización de costes consiste en frenar el permanente crecimiento de funcionarios en ayuntamientos, departamentos y regiones a un ritmo de 1,6% por año. Hoy son 1,89 millones. Si en los próximos cinco años no aumenta esa cifra, el ahorro será de 5.000 millones.

A su vez, está previsto que las 13.400 mancomunidades que cubren servicios esenciales para los ayuntamientos (basuras, agua, transporte local) queden reducidas a 5.800, de forma que cubran las necesidades de centros de población de un mínimo de 20.000 habitantes en lugar de los 5.000 actuales. Esos entes también asumirán algunas competencias de los actuales departamentos.

Aunque en menor número, las regiones cobrarán con esta reforma un mayor protagonismo en la Administración francesa, centralista pero con importante peso histórico de las comunas y los departamentos, los grandes perdedores ahora. El objetivo de dar mayor protagonismo a las regiones ya lo intentó Charles De Gaulle, que dimitió como jefe del Estado tras perder en 1969 un referéndum con esa finalidad. Pese a todo, en 1982 las regiones fueron incluidas en la Constitución francesa. Ahora, les llega su revolución.

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Sobre la firma

Carlos Yárnoz
Llegó a EL PAÍS en 1983 y ha sido jefe de Política, subdirector, corresponsal en Bruselas y París y Defensor del lector entre 2019 y 2023. El periodismo y Europa son sus prioridades. Como es periodista, siempre ha defendido a los lectores.

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