Una mujer liderará el Gobierno regional escocés por primera vez
Nicola Sturgeon sucede a Salmond tras el fracaso del independentismo en el referéndum
Una tarde de verano de 1987 una chica de 16 años, que aparentaba alguno menos, llamó a la puerta de una activista del SNP que estaba perdiendo el tiempo antes de lanzarse a la ingrata tarea de buscar votos para el partido nacionalista en el feudo laborista de Ayrshire, al suroeste de Escocia.
-Hola. Soy Nicola Sturgeon. ¿Cómo puedo ayudarle en la campaña? –dijo la joven, con tono serio.
Así, combatiendo una timidez que la ha acompañado desde niña, comenzó la carrera política de quien hoy, a sus 44 años, se ha convertido en la primera mujer ministra principal de Escocia, con los votos de la mayoría absoluta del SNP en el parlamento escocés. Sturgeon sustituye en el puesto a Alex Salmond, que dimitió tres perder por 10 puntos el referéndum de independencia de Escocia el pasado 18 de septiembre. Ha sido su mano derecha durante 10 años y juntos -Salmond ante los focos y Sturgeon en la retaguardia- han pilotado la historia de éxito del SNP. Un éxito que ni siquiera ha sido empañado por la derrota en la consulta sobre lo que constituye su propia razón de ser: la independencia de Escocia.
Tras la derrota, la formación ha triplicado su número de afiliados hasta superar los 80.000, convirtiéndose en el tercer partido con más miembros de todo Reino Unido, por delante de los liberal demócratas. Perdieron la consulta pero la sucesión de acontecimientos posteriores –y una dosis de explotación populista del sentimiento de traición, según sus críticos- les han convertido en ganadores del debate. Han logrado erigirse en portavoces del descontento, desde la izquierda, con las políticas de austeridad y los recortes. Y las últimas encuestas pronostican un vuelco en las elecciones generales de mayo de 2015: el SNP podría arrebatar a los laboristas hasta 37 de los 41 diputados que ahora tienen en Westminster. Una tragedia para el partido de Ed Miliband, que necesita esos escaños para gobernar. Pero una oportunidad histórica para los nacionalistas, que obtendrían un peso decisivo en un parlamento fragmentado y con un referéndum sobre la Unión Europea en el horizonte (el SNP, como la mayoría de los escoceses, defiende sin matices la permanencia en la UE).
“Pocos políticos han heredado un partido en mejor forma que el que recibo yo, y eso se lo debo a Alex Salmond”, reconocía Nicola Sturgeon, el pasado día 7, ante las 2.000 personas que abarrotaban el auditorio Caird Hall de Dundee. Era una de las paradas de su tour por seis ciudades que se ha convertido en un éxito de concurrencia sin precedentes en la moderna política británica. Este sábado hablará ante 12.000 personas en el Hydro de Glasgow, un escenario que han pisado antes artistas como Beyoncé o Lady Gaga. La primera política rock star de Escocia, la han llamado algunos, aunque lo suyo, allá por los años ochenta, parece que eran más bien el punk y las botas Doctor Martens.
Sturgeon quiere ser, como afirmó repetidamente en Dundee, “la ministra principal más accesible que haya tenido Escocia”. Aunque su equipo rechazó la solicitud de entrevista de este corresponsal y accedió a acreditarle para el acto a condición de que no intentara interrogarla.
Entusiasta usuaria de las redes sociales -al contrario que su predecesor-, se someterá una vez al mes a las preguntas de los ciudadanos en Facebook. Una red social en la que también ha tenido que ver amenazas de muerte de unionistas fanáticos. Tiene más seguidores en Twitter que lectores los principales periódicos de la región. Considera que el referéndum, que politizó como nunca antes a los ciudadanos, ha traído “una nueva democracia para Escocia”. Y quiere aprovechar toda esa inercia para su objetivo. “Yo sé dónde quiero que lleve esta energía: a Escocia convirtiéndose en una nación independiente”, dijo ante un público entregado en Dundee. “Uno de cada 50 adultos del país es miembro del partido. Nuestra labor es convencer a los demás de que la independencia es lo mejor para nuestro país”. El incumplimiento de la prometida devolución de más competencias a Escocia o la decisión de Reino Unido de salir de la Unión Europea serían suficientes, en opinión de Sturgeon, para convocar legítimamente otro referéndum sobre la independencia. Aunque esta, aseguró en Dundee, “no es un fin en sí misma”, sino “el camino a un país mejor”.
Sturgeon, licenciada en Derecho, es puro producto de la autonomía de Escocia. “Hija de la devolución”, como le gusta llamarse. Aunque en realidad es hija de un ingeniero y un ama de casa (que ahora es concejal del SNP), es cierto que ha sido diputada regional desde el día en que se creó el parlamento de Holyrood en mayo de 1999, cuando ella tenía 29 años. Ha sido consejera de Sanidad durante cinco años y, al contrario que su mentor, nunca ha ocupado un escaño en Westminster. Entró en el SNP a los 16 años, después de militar en una agrupación antinuclear. En 2004, tras la dimisión de John Swinney, quiso aspirar al liderazgo del partido. Pero Salmond decidió presentarse, le ofreció ir de segunda y Sturgeon aceptó. Nacía así un ticket que, tras liderar el partido, haría lo propio con la nación hasta el referéndum. También su casa la gobierna un tándem del SNP: está casada, desde 2010, con Peter Murrell, alto cargo del partido. No tienen hijos a quien transmitir su pasión política.
Pero fue alguien de otro signo político bien distinto quien despertó su vocación allá por los años setenta. Fue otra mujer fuerte: Margaret Thatcher. “Comprendí gracias a ella”, ha recordado, dando forma a uno de los eslóganes más repetidos por el partido que ahora lidera, “que no era bueno que Escocia fuera gobernada por un gobierno tory al que no ha elegido”.
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