El concierto más trágico del mundo
Un incendio en una sala de rock de Buenos Aires causó 194 muertos hace 10 años y puso fin a la escena 'underground' en la capital
A pocos metros del café La Perla, piedra angular del rock argentino, aún se encuentra de pie República Cromañón. El 30 de diciembre de 2004, el grupo Callejeros ofició en la discoteca del barrio porteño de Balvanera un concierto que concluyó en la mayor tragedia de un espectáculo de rock de todo el mundo. Si bien en la historia del género figuran conciertos trágicos —el de los Rolling Stones en Altmont (1969), cuando un asistente murió por un balazo, o el de Pearl Jam en el Festival de Roskilde (2000), que tuvo ocho fallecidos por opresión—, en ese show de una de las bandas argentinas más populares de los 2000 murieron 194 personas, la mayoría por asfixia.
El desastre ocurrió a causa del lanzamiento de una bengala que impactó contra el techo de un lugar cuya capacidad había sido duplicada ese día (se estima que hubo 4.000 personas). A continuación se desató un incendio que todavía provoca estragos en la memoria de los sobrevivientes al tiempo que dividió a la sociedad y estableció un nuevo orden en la industria musical en Argentina.
Además de concienciar sobre el peligro que significaba asistir a una discoteca o a una sala de conciertos, debido a que no cumplían con las condiciones para garantizar la integridad del público, la tragedia de Cromañón le valió el cargo al entonces alcalde de Buenos Aires, al que se consideró responsable político del suceso. También obligó al ámbito del entretenimiento a profesionalizarse, definió leyes y extremó los controles para la organización de espectáculos, lo que desfragmentó a la escena de rock. No volvió a recomponerse el circuito de conciertos, pues los locales cuya capacidad era inferior a 300 personas cerraron sus puertas por los altos costos que generaban las nuevas regulaciones, lo que aprovecharon las corporaciones para elevar el alquiler de sus espacios e influir en el caché de los artistas. Los centros culturales y productores independientes buscaron entonces alternativas para subsistir. Una de ellas fueron las fiestas, que desempeñaron un papel importante en la reactivación de la noche, al punto de que incorporaron shows en vivo cortos entre sus atractivos. Fue un salvavidas para la nueva camada de artistas.
Cromañón fue el final para el concepto de underground en Argentina y para su gran benefactor local: Omar Chabán. El empresario, artista plástico y actor, creador de Café Einstein y Cemento, espacios indispensables para la contracultura de Buenos Aires en los ochenta y noventa, fue hallado culpable y condenado a prisión, donde falleció el 17 de noviembre. Buena parte de la escena a la que apoyó le dio la espalda, al tiempo que los integrantes de Callejeros, quienes se despegaron de toda responsabilidad acerca de los sucesos de esa noche, hoy se encuentran en libertad (salvo el baterista, que está en la cárcel por el asesinato de su esposa), se mantuvieron tocando y lanzando discos, se separaron en 2010, y hasta fundaron nuevos proyectos musicales. Sobre ellos pendía una sentencia de siete años, aunque en agosto último se ordenó su excarcelación.
El desastre ocurrió a causa del lanzamiento de una bengala en un lugar cuya capacidad había sido duplicada ese día
Pese a que la justicia los haya exonerado de cualquier responsabilidad, algunos consideran a Callejeros, referente del llamado rock chabón —gestado en los noventa, este movimiento, de origen proletario, es el más popular del país—, cómplice de la tragedia, al menos moralmente, al apoyar la futbolización del rock, lo que quedó de manifiesto al no censurar el lanzamiento de bengalas en sus shows.
Aunque haya pasado una década del acontecimiento, el recuerdo de la catástrofe, incluso en otras ciudades, sigue vivo. Hoy habrá un acto en el que familiares y sobrevivientes, en Plaza de Mayo, expondrán un documento conjunto y encabezarán una misa y una marcha en homenaje a las víctimas del incendio. Mientras, el movimiento de No Nos Cuenten Cromañón, que defiende la inocencia de Callejeros, se concentrará en el Obelisco. Si bien la justicia lo prohíbe, nadie impide el ingreso al local. En Argentina la denominan la "tragedia no natural más grande de la historia", pero al caminar en su interior, en medio de la humedad, aún se ven en el suelo mochilas, zapatos deportivos, banderas, fotos y tickets. Huellas de un concierto que se convirtió en tragedia.
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