Nueva York se enfada con su alcalde
De Blasio cumple dos años tras la elección debilitado, enfrentado a la policía y criticado incluso desde los sectores progresistas
Los carruajes tirados por caballos siguen a los pies de Central Park en este otoño en el que el frío no acaba de llegar. Ilustra una de las promesas incumplidas por el alcalde, Bill de Blasio, que este jueves cumple dos años desde que fuera elegido alcalde de Nueva York con un claro deterioro en las encuestas, sin solucionar el enfado con el cuerpo de policía y con críticas procedentes incluso de los sectores progresistas que le auparon al Gobierno local. Ha ampliado la educación preescolar universal y ha construido viviendas asequibles, pero la brecha permanece: junto a los caballos, sigue habiendo carros para turistas tirados por hombres humildes golpe de pedal de bicicleta.
De Blasio, el primer demócrata en llegar a la alcaldía de la ciudad de Wall Street en 20 años, generó grandes expectativas en el Nueva York postcrisis y en las propias filas de su partido como nueva locomotora. Con un discurso muy progresista y casado con una mujer negra, también se metió en el bolsillo a más del 90% del voto afroamericano impulsando más control en las actuaciones policiales.
Ahora los sondeos le castigan: solo el 38% de los encuestados aprobaban su labor a finales de octubre, frente al 44% que lo hacía en mayo, según un sondeo de The Wall Street Journal. Y ese mismo mayo, por primera vez desde que fue elegido, el porcentaje de votantes que consideraba que la ciudad iba en buena dirección cayó por debajo de la mitad. Otra encuesta del Marist College, citada por Bloomberg, dice que solo el 50% de los afroamericanos de la ciudad le apoyan.
“Ha hecho el trabajo razonablemente bien, con la educación preescolar y las viviendas asequibles, por ejemplo, pero hay ciertas cosas que escapan al poder de un alcalde, sino que requiere políticas federales”, opina Bruce Berg, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de Fordham, en Nueva York. Los coches de caballos en Central Park serían un ejemplo, ya que no ha contado con los votos suficientes en el pleno municipal pero sí ha bastado para generar la frustración de las asociaciones de protección de animales que le votaron.
Los sectores conservadores le reprochan un repunte reciente de los homicidios, pese a estar mínimos, y de indigentes. La policía se ha sentido poco apoyada por el alcalde –“Mi mujer y yo hemos tenido miedo de que nuestro hijo Dante se topara con algún policía”, llegó decir a finales del año pasado, después de un juez exculpara al agente que provocó la muerte de un detenido negro, Eric Garner, al aplicar una llave de estrangulamiento que estaba prohibida. El convenio colectivo está en manos de un arbitraje al no ser posible el acuerdo entre las partes. Y el cuerpo se duele de los cuatro policías muertos en un año en acto de servicio.
Y entre la comunidad negra se critica que sigue habiendo mano dura policial. De Blasio impulsó una política estricta para frenar infracciones en la vía pública-como orinar en la calle o pintar las paredes, por ejemplo- con la idea de que evitar las pequeñas faltas frena la escalada delictiva y el deterioro sociales de los barrios, pero hay quien cree que ha servido para que no haya cambiado.
“La gestión entre el cuerpo de policía y la comunidad afroamericana es uno de sus grandes retos a los que se enfrenta”, añade el profesor Berg, además de que “hay otras cuestiones económicas, como la desigualdad de la ciudad, en los que el margen de maniobra de un ayuntamiento no es mucho más”.
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