La economía, factor clave en las elecciones argentinas
La economía del país lleva cuatro años estancada
La campaña argentina vive en medio de un gran teatro. Los dos candidatos saben que les va a tocar tomar decisiones duras, pero solo dan buenas noticias. EL PAÍS entrevista a sus dos referentes económicos, que solo entre líneas admiten la situación aunque insisten en que no habrá ajustes. La realidad es que la economía apenas ha crecido en los últimos cuatro años, por debajo del aumento de población. Las cuestionadas estadísticas oficiales dicen que el paro está en 5,9%, el menor nivel desde 1987, pero reconocen que un tercio de los empleados trabaja en negro. La inflación es del 24% y los salarios suben de media el 32%, pero solo los que están en blanco. La pobreza afecta al 21% de la población, según los empleados del Instituto de Estadística críticos, que protestan por la manipulación del centro. Seis de los 41 millones de argentinos reciben ayudas sociales. Además hay 7 millones de pensionistas, después de que la cobertura subiera del 66% al 97% en estos 12 años de kirchnerismo.
Hay una fuerte expectativa de devaluación de la moneda: en un país en que está restringida la compra de divisas, en el mercado oficial el dólar cotiza a 9,63 pesos y en el ilegal o blue, a 15. Hay muchas contradicciones. Mientras la pobreza arrecia, la clase media alta viaja más que nunca porque lo reparten en 18 cuotas sin interés (un chollo con un 24% de inflación) y además pagan fuera al dólar oficial, mucho más barato. Argentina está tan cara que quien puede se va de compras fuera, sobre todo a Miami. Tanto que el consulado de EE UU en Buenos Aires es el segundo que más visas de turismo expide en el mundo, después del de Pekín. Mientras tanto, las exportaciones caerán este año 17%, por encima del 14% de media latinoamericana, según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL). La inversión extranjera directa es menor que en países latinoamericanos con economías de inferior tamaño, como Chile, Colombia y Perú.
Ante la caída de la demanda externa, ha bajado la recaudación de los impuestos a la exportación. Pero el Gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, para reducir la crisis en año electoral, ha reaccionado estimulando el gasto público, con lo que el déficit se ha disparado hasta el 7% del PIB. Además, antes de despedirse del poder, Kirchner está incorporando a la plantilla permanente de funcionarios a unos 7.500 contratados. La deuda pública neta en relación al PIB era en 2014 de solo 16,6%, pero está en ascenso.
La campaña vive en un mundo idílico de bajadas de impuestos y promesas de crecimiento. Una grabación llama a todas las casas argentinas: “Soy Mauricio Macri, me comprometo a arreglar tus problemas sin quitarte nada de lo que ya tenés”. Pero en los despachos del poder, sin micrófonos, todos coinciden: vienen curvas muy fuertes en un país muy acostumbrado a ellas.
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