“Los inmigrantes nos están quitando los recursos”
Doncaster, feudo laborista donde el ‘Brexit’ ganó con el 69%, muestra cómo el recelo ante el aumento de la inmigración es la clave del resultado de la consulta
En el pub Castle Hotel de Doncaster están de celebración. Los dueños del local, en pleno centro de esta localidad del condado de Yorkshire, apoyaron el Brexit y ahora celebran la salida de Reino Unido de la UE ofertando pintas por una libra y regalando un pastelito de carne de cerdo, la especialidad local. En Doncaster, con unos 130.000 habitantes y feudo laborista, el Leave se ha impuesto con un 69% de los votos —uno de los mayores porcentajes del país—. Y lo ha hecho, sobre todo, impulsado por un creciente sentimiento contra la inmigración y un rechazo hacia las instituciones y la burocracia de Bruselas.
La llegada de rumanos y búlgaros ha sido la razón, dice George Jammieson, de su voto por el Brexit. Jammieson, un transportista de 42 años que luce con orgullo los brazos llenos de tatuajes, fue hace una década votante laborista. Ahora es partidario del eurófobo UKIP, que ha hecho una agresiva campaña por el Brexit con un durísimo discurso contra la inmigración y por el control de las fronteras. “Tenemos que recuperar nuestra nación. Ahora vas por algunos barrios y no sabes si uno es inglés o no. En ciertas zonas sólo se escucha rumano, polaco o búlgaro. Yo no tengo nada contra ellos, pero nos están quitando los recursos. Aquí no hay suficiente para todos. Hay demasiada inmigración”, afirma Jammieson. “Por ejemplo, cada vez es más difícil encontrar una buena casa en un buen barrio, la delincuencia también ha aumentado y ahora hay que esperar mucho más para ir al médico”, asegura agitando las manos. Tiene prisa por volver a disfrutar de su pinta y de la pequeña celebración del pub, que luce en sus ventanas carteles en apoyo al Leave.
Es cierto que la inmigración comunitaria representa ya más de un 3% de la población en esta localidad que hace años fue un gran núcleo industrial y que hoy es un importante nudo de comunicaciones terrestres para todo el país. De hecho, del aeropuerto de Doncaster/Sheffield salen vuelos baratos a Bucarest por apenas unos 70 euros el trayecto. Y son muchas, explica Ioana Boda, las tiendas de ultramarinos que tienen productos de la cocina tradicional rumana, búlgara, polaca o eslovaca. La joven, originaria de Sibiu llegó hace dos meses y se aloja en casa de su tía mientras busca trabajo. Ahora, es una de los tres millones de europeos residentes en Reino Unido que ven con inquietud el proceso tras el Brexit, que derivará probablemente en la restricción de sus movimientos.
En Doncaster, donde el 8% de los niños de primaria no tiene como primer idioma el inglés, un 9% de los ciudadanos ha nacido fuera de Reino Unido. Es una cifra menor que el 13% de media que hay en Inglaterra, pero tres puntos mayor que en el resto de la región. Y eso para Jammieson y otros muchos de sus ciudadanos es demasiado. Es lo que concluye el antiguo concejal conservador del municipio Roy Penketh, que asegura que es precisamente la inmigración lo que ha hecho que muchos apuesten por el Leave.
Pero el patrón en esta área tradicionalmente laborista —por la que, además, es diputado Ed Miliband, que el año pasado se enfrentó en las elecciones generales al primer ministro, David Cameron, y perdió— se ha repetido en otros municipios. Y no sólo de Yorkshire, sino de todo el país. “Aquí, en Doncaster, la gente siente que está perdiendo su identidad frente a la influencia de los extranjeros y no eso no les gusta”, exclamó Peneth tras conocerse la abrumadora victoria del Brexit en su distrito.
Lo que sin embargo no dijo Peneth, y en lo que tampoco han incidido los representantes de la campaña por el Brexit, es que gran parte de la inmigración en el país es extracomunitaria. Un ejemplo: la mitad de los alrededor de 300.000 extranjeros que llegaron el año pasado eran ciudadanos de fuera de la Unión, a los que no afectará el divorcio de Reino Unido con la UE.
Y como a Peneth, han sido muchos en esta ciudad, en la que el 26% de la población se beneficia de algún tipo de subsidio social —frente al 19% de Inglaterra— a quienes no ha gustado el reciente anuncio de que se va a abrir un alojamiento para solicitantes de asilo en un barrio de la periferia. El edificio tendrá una capacidad para unas 1.500 personas, muchas más de los cerca de 300 solicitantes de asilo que, a día de hoy, viven en Doncaster. Entre ellos el sirio Shadik Buri, un médico de Alepo que lleva seis meses en la localidad con su hijo de nueve años y que estudia inglés mientras espera para convalidar su título. “Yo quería que ganara la permanencia, por supuesto no puedo votar, pero hay mucho racismo aquí. Y esto lo va a hacer peor”, dice.
Gayle White y su hija Rebecca han sido dos de las 46.922 personas (el 31%) que han votado por la permanencia. Ambas apoyan al partido laborista, donde, aunque el apoyo al Remain ha sido mayoritario, también ha habido voces claras por el Brexit. “El resultado es una muy mala noticia. Yo creo que estamos mucho mejor dentro de la Unión, ahora nadie sabe qué es lo que va a ocurrir”, apunta la madre, que culpa al argumento sobre la inmigración y al “discurso del odio” que, según ella, han difundido los partidarios del Brexit. Ambas mujeres toman el fresco sentadas en un banco frente al mercado de fruta y los tenderetes de baratijas que pueblan varias calles del centro, la mayoría de ellos regentados por senegaleses.
Justo enfrente, en un puesto de pastelitos de carne de cerdo y otras especialidades de comida salada, trabaja Donald Prescott. El hombre de 50 años votó por el Brexit y no puede mostrarse más eufórico. “Es la única manera de proteger lo nuestro y de dejar de malgastar nuestro dinero en la Unión Europea. Allí no hay más que políticos que sólo se preocupan de los suyo. Es hora de defender nuestros productos. Gran Bretaña es un gran país y ahora lo será todavía más”, afirma.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.