París restringirá aún más el tráfico en sus grandes avenidas
El combate a la contaminación pasa por instalar grandes carriles-bici en Rivoli y los Campos Elíseos
“Vamos a reconquistar los espacios que han invadido los coches”. Así de contundente se ha mostrado este miércoles la alcaldesa de París Anne Hidalgo en la recepción de año nuevo a la prensa. Su decisión de peatonalizar el muelle de la orilla derecha del Sena, utilizado desde la época de Pompidou como una autopista urbana, ha generado una de las más agrias polémicas del mandato de Hidalgo. Pero la socialista, que gobierna con los verdes, se muestra determinada a combatir la contaminación y a transformar la ciudad. Dos emblemáticas avenidas, la rue de Rivoli y los Campos Elíseos, cambiarán completamente de aspecto.
Hidalgo esgrime un dato dramático para continuar con su guerra al tráfico: la contaminación provoca cada año en Francia 48.000 muertes prematuras. Su predecesor en el cargo, Bertrand Delanoë, inició ya en 2001 una política de restricción al tráfico rodado. Cerró, por ejemplo, a la circulación el muelle en la orilla izquierda del Sena. Circular en coche por la capital francesa es un tormento desde hace muchos años. La solución, lejos de construir más cinturones de circunvalación o túneles para facilitar el tráfico, ha sido, al modo nórdico, desincentivar el uso del coche y promover el transporte público y la bicicleta. Porque, como insiste Hidalgo, “a más coches, más contaminación”. Justamente a principios de diciembre pasado, la ciudad aplicó durante cuatro días consecutivos la circulación alterna (según las matrículas de los coches) por el grave pico de contaminación que sufría la ciudad.
Los dos proyectos estrella para este año son lavar la cara a la calle de Rivoli y la avenida de los Campos Elíseos. Ambas vías, que soportan en denso tráfico rodado, dispondrán de un amplio carril bici de doble dirección. A modo de prueba, los Campos Elíseos quedan peatonalizados todos los primeros domingos de cada mes. El proyecto actual tiene mayor recorrido. “Queremos conseguir que las bicis sirvan realmente para moverse por la ciudad, no solo para mantener una actividad lúdica”, dice Hidalgo. “En algunas ciudades holandesas y escandinavas la bicicleta representa ya entre el 30% y el 50% de los desplazamientos y el tráfico rodado es casi residual”, explica a Le Monde el concejal de Transportes Christophe Najdovski.
A estos dos proyectos se unen los de nuevos transportes públicos menos contaminantes. Por ejemplo, el de un bus-tranvía que recorrerá todo el río por su orilla derecha desde el puente de Saint-Cloud hasta la estación de Lyon, es decir, desde el oeste hasta el este de la ciudad. Fuera quedarán los coches del Carrusel del Museo del Louvre, una zona que quedará libre para los peatones. La ciudad más visitada del mundo será cada día un poco más ecológica y agradable de recorrer.
Tales proyectos cuentan ya con un presupuesto de 35 millones de euros este año, pero no es previsible que estén disponibles antes de que acabe 2017, aunque Hidalgo considera que hay que reaccionar con diligencia y rapidez al cambio climático. Son proyectos y decisiones que no solo sublevan a los constructores de automóviles. Comunas del extrarradio y la presidenta de la región Isla de Francia, la conservadora Valérie Pecrese, han denunciado ante la justicia el cierre del muelle de la orilla derecha del Sena. Esa autopista urbana de los años 70 hace tiempo que se convierte en playa en verano. Desde el verano pasado está cerrada al tráfico (los 3,3 kilómetros que hay entre el túnel de Tullerías y Arsenal) y los críticos culpan a dicho cierre de los atascos que sigue sufriendo la ciudad. Se han realizado varios estudios, pero sus resultados son contradictorios.
Mientras tanto, ya han comenzado las obras del llamado Gran París, cuyo proyecto estrella es la ampliación del viejo pero efectivo metro de la capital con 200 nuevos kilómetros de vías y 75 nuevas estaciones. Es el Gran París Express. Los habitantes del extrarradio tendrán más fácil el transporte al centro con trenes rápidos que recogerán pasajeros con una frecuencia de dos minutos. También está en marcha la prohibición de los vehículos más antiguos y, por tanto, más contaminantes. Todos deben desde el 1 de enero portar una viñeta que indique su nivel contaminante. Los matriculados antes de 1997 ya no pueden circular por la ciudad en días laborables entre las 8.00 y las 20.00 horas. Los que utilizan motores diésel están aún más penalizados. Están prohibidos los anteriores a 2001 y el proyecto es liberar completamente de este carburante a la ciudad en 2020.
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