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La alianza militar que defiende a El Asad sobre el terreno

Grupos paramilitares, milicianos kurdos y libaneses se coordinan en los combates con el Ejército regular sirio

Natalia Sancha

La vanguardia militar del régimen del presidente sirio está conformada por una miríada de combatientes, coordinados con el Ejército regular, que incluye grupos paramilitares, milicias kurdas y la libanesa Hezbolá. Unidos frente al enemigo común, estos actores conforman una alianza coyuntural bajo la que subsisten intereses secundarios. Hace unos días, al noreste de Alepo, un control militar del Ejército sirio daba paso a otro en el que daban el alto en kurdo. Se trata de las fuerzas de Al Shahba, bajo órdenes de las Unidades de Protección Populares kurdas (YPG, por sus siglas en kurdo). El frente está activo porque la tregua en vigor excluye los grupos terroristas como Fatá al Sham (antigua filial de Al Qaeda) o del Estado Islámico (ISIS, por sus siglas en inglés) presente en esa zona.

Milicianas kurdas que han combatido en el frente de Alepo, la semana pasada
Milicianas kurdas que han combatido en el frente de Alepo, la semana pasadaNATALIA SANCHA

Atravesamos un control militar del Ejército sirio al noreste de Alepo para toparnos con otro en el que nos dan el alto en kurdo. Se trata de las fuerzas de Al Shahba, milicia kurda bajo las órdenes de las Unidades de Protección Populares kurdas (YPG, por sus siglas en kurdo). El paso se abre tras varias comunicaciones entre posiciones mediante walkie-talkies y se avanza escoltados por uniformados regulares sirios.

Ronaí, miliciana kurda de 25 años está a cargo de la unidad de 15 combatientes mujeres que integran un grupo más amplio de 50 milicianos. Hace apenas un mes que tomaron esta posición del ISIS avanzando con las fuerzas regulares sirias desde flancos separados. Están apostados a siete kilómetros al sur de Al Bab, estratégica localidad que simboliza el mosaico de subguerras que se libran en el país. Milicias kurdas respaldadas por Washington arremeten desde el noreste, mientras que las de Ronaí lo hacen desde el suroeste. Intentan unir a los diferentes cantones kurdos en el norte del país.

Esta miliciana que nació y creció hasta los 20 años en Suiza, retornó hace cinco para empuñar el fusil. “El entrenamiento militar es fácil, es el ideológico el que lleva tiempo”. Comparte un mismo ideario con el resto de jóvenes soldados sirios que ven al ISIS como un elemento retrógrado, pero va más allá en su análisis sobre el papel que ha de jugar la mujer como igual en la sociedad. Para estos milicianos, al igual que para muchos soldados sirios, el ISIS y Turquía son un mismo enemigo.

En Al Bab precisamente combaten 500 soldados turcos contra el ISIS y contra el YPG en un intento de expulsar a ambos del sur de su frontera. Y desde hace una semana, siguiendo un vuelco de alianzas, lo hacen en coordinación con las aviaciones rusa y siria. Ronaí, al igual que sus compañeros, son conscientes de que la alianza coyuntural que les une hoy a Damasco llegará a su fin cuando venzan al enemigo común y toque luchar por un Kurdistán independiente en el país.

Hacia Al Bab se dirigen también las fuerzas especiales del Ejército sirio, más conocidas como Los Tigre que responden a las órdenes del General Suheil Al Hassan, una leyenda entre los suyos. Rami A. es uno de sus soldados que como gran parte de los oficiales de este grupo proviene de la costera región alauita, cuna de los Asad. De metro noventa de estatura, acumula múltiples heridas de guerra, la última un balazo en el estómago y el brazo izquierdo inmovilizado por la metralla de un mortero. “En nuestra tierra se libra la tercera guerra mundial, con luchas de poder heredadas de la guerra fría así como por los recursos naturales, aunque los líderes mundiales no quieran llamarlo por su nombre”, opina el uniformado de 27 años, los últimos seis consumidos entre frentes. El oficial explica que Los Tigre intentan abrirse camino hacia el este de Al Bab, en la misma dirección que lo hacen los kurdos, pero para arrebatar a los yihadistas la planta hídrica Al Khafsa, vital para reabastecer de agua a la ciudad de Alepo.

Faltos de efectivos en tierra, las tropas sirias han confeccionado una amplia alianza de milicias y grupos de Defensa Nacional Siria (DNS). Son civiles de todas las confesiones confundidas y pagados por el Gobierno de Damasco que, habiendo cumplido el servicio militar en tiempos de preguerra, se prestan voluntarios en la defensa de sus poblados. Se estiman en 100.000 y son hoy progresivamente integrados como unidades supletorias de las tropas regulares en regiones que conocen al dedillo. Es el caso de milicianos reclutados y entrenados por Hezbolá en los poblados sirios chiíes de Nubel y Zahara referidos como el Hezbolá sirio. Estas dos localidades permanecieron cercadas durante cuatro años por grupos insurrectos. “En 2012 nos prestamos voluntarios para defender nuestros poblados y una vez liberados [en febrero de 2016] nos sumamos a los combates de Alepo junto al Ejército”, cuenta en Alepo Mojaba, nombre de guerra de este miliciano.

Herido ocho veces en combate, Mojaba se ayuda de un par de muletas para caminar. Un mes atrás le alcanzó una ráfaga de ametralladora cuando participaba en la ofensiva que expulsó al reducto insurrecto de los barrios orientales de Alepo. A los 27 años añora los estudios de filología inglesa que interrumpió para sumarse a la lucha. “Hay algo intrínsecamente erróneo cuando los niños de la Alepo oriental regresan a las aulas y llaman Jeque al profesor. Eso es lo que les han enseñado los armados que se sirven del miedo y les amenazan con arder en el infierno si desobedecen”. En plena tregua esperan órdenes, aunque se preparan para una posible ofensiva insurgente en la provincia de Alepo.

“La supervivencia de Hezbolá depende de la de Siria”, repiten los expertos. Tres décadas de experiencia en la lucha contra el Ejército israelí han convertido a Hezbolá en un aliado clave para El Asad. Desde 2012, la milicia ha pasado de defender sus fronteras a convertirse en una fuerza táctica ofensiva y flexible en Siria donde planifican y coordinan sus acciones con las tropas regulares y, mediante éstas, con la aviación rusa. “No tenemos un número fijo de combatientes en Siria. Podemos ser 1.500 una noche y 5.000 la siguiente. Entramos, luchamos y nos vamos”, dice el Haj Abu Hadi, responsable de Hezbolá para Alepo ciudad. Defienden al Gobierno aliado pero también luchan “contra el peligro yihadista y los planes de Estados Unidos e Israel por desestabilizar a todo aquel que no se someta a su empresa”. Una lucha en la que se estima han perdido a un millar de los suyos pero aportado estratégicas victorias. Haj Abu Hadi asegura que sus hombres también entrenan y asesoran a miembros del Ejército sirio en la contienda.

Hezbolá también ha sufrido una metamorfosis interna en tierra Siria, donde han aprendido a coordinar con aviaciones, manejar carros de combate, luchar junto a ejércitos regulares y sobretodo pasar de acciones defensivas a operaciones ofensivas. “Algo que Israel teme para futuras guerras”, recuerda Haj Abu Hadi. Cuestionado sobre las manifestaciones populares que precedieron a la guerra siria, el responsable militar se muestra tajante: “Si las manifestaciones se hubieran mantenido pacíficas, no hubiéramos intervenido aunque cayera el Gobierno sirio. Pero al mes ya asomaron las armas desvelando el designio regional financiado por el Golfo y apoyado por Occidente”.

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