Merkel paraliza el ‘efecto Schulz’ en su primera prueba en las urnas
La contundente victoria de la CDU en el pequeño Estado del Sarre frustra el mensaje de cambio de los socialdemócratas
Hacía mucho tiempo que Angela Merkel no recibía una buena noticia de unas elecciones regionales. El domingo, por fin, la canciller alemana tuvo algo que celebrar. La victoria abrumadora de la Unión Cristianodemócrata (CDU) en el pequeño Estado del Sarre se debe sobre todo a la popularidad de su líder local, pero supone un importante alivio a solo seis meses de la gran cita electoral. El resultado cogió desprevenidos a los socialdemócratas, que vivían un momento de euforia con su nuevo líder, Martin Schulz. El llamado efecto Schulz sufre un duro baño de realidad en su primera prueba en las urnas.
En condiciones normales, las elecciones en este minúsculo y endeudado Estado del suroeste del país no concitarían demasiada atención. Pero con la vista puesta en los próximos comicios federales y en pleno terremoto político por la irrupción del nuevo líder socialdemócrata, toda Alemania miraba con atención hacia este land que no llega al millón de habitantes. Y el resultado fue mucho más claro de lo esperado. Con más del 40% de los votos, la CDU se coloca a diez puntos de distancia del Partido Socialdemócrata (SPD). Más importante aún, mientras los de Schulz pierden votos, los democristianos suben cinco puntos respecto a las elecciones de cinco años atrás.
La victoria es en primer lugar de la actual primera ministra regional, Annegret Kramp-Karrembauer, que obtiene el visto bueno para continuar con la presente gran coalición. Esta mujer de nombre kilométrico a la que se suele mencionar por sus siglas AKK se convierte así en una de las líderes regionales de la CDU con mayor proyección. Tras lo logrado el domingo, los rumores que en alguna ocasión la han situado como futurible sucesora de Merkel van a hacerse más fuertes.
Un ‘superaño’ electoral
- Las elecciones en el Sarre inauguran el gran año electoral en Alemania. La candidata democristiana, la muy popular Annegret Kramp-Karrembauer, logra su objetivo de continuar con el Gobierno de gran coalición que ha liderado los últimos cinco años.
- En mayo, dos elecciones regionales marcarán la temperatura política. El día 7 será el turno del land Schleswig-Holstein, en la frontera con Dinamarca. Pero los comicios más importantes llegarán una semana más tarde. Los socialdemócratas deben mantener a toda cosa el poder en Renania del Norte-Westfalia, que con casi 18 millones de habitantes es el Estado más poblado de Alemania.
- Las elecciones federales serán el 24 de septiembre. Entonces se enfrentará la canciller Angela Merkel al socialdemócrata Martin Schulz. Las encuestas actuales muestran una ligerísima ventaja de la CDU o incluso un empate.
Pero más allá del éxito personal de AKK, mantener el poder en el Sarre supone para Merkel un grandísimo alivio. La pérdida de este land habría mostrado a las claras la debilidad regional de la CDU, que solo controla cuatro de los 16 Estados federados. Y, algo más significativo, habría enviado el mensaje de que el giro a la izquierda es posible. Si el SPD hubiera logrado construir una mayoría alternativa con Die Linke (La Izquierda) y Los Verdes, habría dejado claro que el efecto Schulz va en serio. Ahora, los socialdemócratas van a tener que esforzarse para demostrar que la euforia reinante no se debía tan solo a un calentón momentáneo de los sondeos de opinión.
Cuando aún no se habían publicado los datos definitivos, Schulz compareció para reconocer la derrota y felicitar a su contrincante. “El que no hayamos conseguido hoy nuestro objetivo no quiere decir que no lo vayamos a hacer. Nuestro objetivo es cambiar el Gobierno federal”, dijo entre los aplausos de los suyos el líder socialdemócrata, que en estas elecciones ha jugado la baza folklórica al recordar a la más mínima ocasión el origen del Sarre de su padre. “Es un camino de larga distancia, no un esprint”, añadió. En este camino hacia la Cancillería serán fundamentales las elecciones de mayo en el Estado de Renania del Norte-Westfalia, que el SPD debe mantener a toda costa si quiere ganar las elecciones en todo el país.
Al otro lado del cuadrilátero político, todo eran sonrisas. “Este resultado es una clara negativa a un tripartido entre socialdemócratas, izquierdistas y verdes”, aseguró Peter Tauber, secretario general de la CDU. Las elecciones del Sarre eran una importante prueba para ver si estos tres partidos eran capaces de formar una mayoría de Gobierno, y la respuesta de los votantes ha sido clara.
El papel de Lafontaine
Estas elecciones eran también interesantes por una persona: Oskar Lafontaine. El antiguo presidente del SPD y todopoderoso ministro de Hacienda del canciller Gerhard Schröder dimitió de todos sus cargos por su negativa a recortar el Estado del bienestar. Lafontaine, que también fue primer ministro del Sarre, lideró la escisión que acabaría dando lugar a Die Linke y dirige ahora el partido en este Estado fronterizo con Francia y Luxemburgo.
Lafontaine obtuvo un muy respetable 13% de los votos. Pero eso no le bastó para formar un Gobierno de izquierdas alternativo. Si lo hubiera logrado, habría supuesto una cierta reconciliación con el SPD del viejo político que tanto ha criticado a sus antiguos aliados. Y habría enviado a Berlín el mensaje de que si el giro a la izquierda en el Sarre es posible, también debería serlo en todo el país el próximo 24 de septiembre.
La ultraderecha pierde gas pese a entrar en otro Parlamento
Alternativa para Alemania (AfD) logró el domingo su objetivo de entrar en el Parlamento regional del Sarre. El partido ultraconservador antinmigración tiene ya representantes en 11 de los 16 Estados alemanes. Pero tras este aparente éxito se esconde una pérdida de fuerza de los ultras en los últimos meses. En el Sarre obtuvo un 6% de los votos, un resultado no muy estimulante para un partido que pretende convertirse en el gran referente de todos los indignados con la política de Angela Merkel.
Es cierto que el Sarre es particular. Se trata de un Estado especialmente europeísta y en el que Die Linke (La Izquierda) tiene mucha fuerza, que se nutre también del voto protesta. Pero AfD, que hace unos meses se acercaba en las encuestas al 15%, ha ido perdiendo gas en los últimos tiempos.
Hoy parece fuera de toda duda que AfD entrará en el Bundestag tras las elecciones de septiembre. Supondrá una novedad total en la Alemania de posguerra, cuyo Parlamento nunca ha contado con un partido a la derecha de la familia democristiana. Pero las encuestas le otorgan ahora una media del 9%, lejos de los momentos en los que soñaban con convertirse en un partido de masas.
El establishment político alemán ya se está preparando para la llegada de AfD a las instituciones. El presidente del Parlamento, Norbert Lammert, ha propuesto cambiar las normas de la institución para que la sesión inaugural no la presida el diputado de mayor edad sino el que lleve más tiempo en ejercicio. Pretende así evitar la posibilidad de que un miembro de AfD cercano a las tesis negacionistas presida la primera sesión parlamentaria y tenga el honor de pronunciar el primer discurso de la legislatura.
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