4. Gorki Léninskie. La última casa de Lenin
Gorki Léninskie”, la hacienda a las afueras de Moscú donde Lenin falleció en enero de 1924, había sido propiedad de Zinaida Morózova, viuda del empresario y mecenas de la cultura Sava Morózov. Con ayuda del gran arquitecto modernista ruso Fiódor Shéjtel, Zinaida reformó la mansión y la dotó de sofisticadas comodidades para la época: proyector de cine, calderas eléctricas, calefacción incorporada al piso y teléfono. Esto último fue decisivo para que Lenin, nunca recuperado del atentado que sufrió en 1918, decidiera trasladarse a esta hacienda que, tras ser expropiada, se convirtió en residencia de descanso de dirigentes comunistas. Aquí, Lenin vivía con su esposa Nadezhda Krúpskaya y otros familiares. Muertos todos ellos, la hacienda (rodeada de un amplio parque) se transformó en museo.
En la época soviética, las excursiones se centraban en la figura de Lenin, mientras que las obras de arte de la mansión permanecían ocultas y sus muebles tapados. Hoy, las visitas son a gusto del cliente; para el denominado turismo rojo de visitantes chinos, las guías ponen el énfasis en la cama donde el líder bolchevique sufrió la primera embolia, la habitación donde murió o sus sillones favoritos; para el público en general, inciden más en las galerías acristaladas, el mobiliario, los cuadros, las lámparas y los detalles ambientales de una mansión señorial de principio de siglo XX. Los relatos de las guías pueden llegar a detalles macabros, como la primera autopsia, realizada en el baño de señoras.
Al conjunto de época, se sumó en 1987 el último museo de Lenin inauguradola URSS.Contabacon los últimos adelantos del momento, como el primer mando a distancia (enorme artilugio) fabricado enla UniónSoviética, que hace funcionar los efectos de luces y sonidos destinados a involucrar al visitante en la vida del líder comunista.
Al derrumbarse la URSS, Gorki Léninskie atravesó una crisis de identidad que ha ido superando con nuevas funciones, como un hotel y un centro de negocios que organiza eventos corporativos. En sus tiendas se venden tazones con la imagen de Lenin, Stalin y Putin y chocolatinas dedicadas al padre de la revolución cuando era el niño Volodia Ulíanov. También celebra fiestas populares y exhibe la muestra Cómo curaban a Lenin, que expone las vendas y el aparato ortopédico que sostenía su brazo paralizado.
A mediados de los noventa, el presidente de Rusia, Borís Yeltsin, desmanteló el despacho y apartamento de Lenin en el Kremlin. Miles de libros, junto con muebles, ropa, calzado, vajilla y enseres personales fueron enviados aquí. El intento de recrear las dependencias originales del Kremlin en uno de los pabellones, mucho más modesto que la mansión modernista principal, parece transformar al padre de la revolución en un realquilado temporal o en un administrador al servicio de la rica viuda. Sea como sea, “gracias a Lenin este lugar se preservó y no fue saqueado como ocurrió con otras mansiones señoriales”, advierte la guía, que se queja de la indisciplina de los excursionistas chinos.