_
_
_
_

La crisis migratoria se agrava y desborda a Italia

Los desembarcos han crecido un 38% respecto al mismo periodo del año pasado y se convierten en un arma arrojadiza en el debate político

Daniel Verdú
Un grupo de inmigrantes desembarca en Salerno el pasado martes.
Un grupo de inmigrantes desembarca en Salerno el pasado martes. Salvatore Laporta (Kontrolab)

Un traficante mató hace unos días a un chico que viajaba en la embarcación por no darle su gorra de béisbol. Poco después, otro grupo de pasadores dejó una barcaza a la deriva sin motor y decenas de personas a bordo. La crisis migratoria y la mancha de sus heridas en el Mediterráneo empeoran. Unos 7.300 migrantes llegaron a las costas italianas en 51 embarcaciones el pasado fin de semana: murieron al menos 245. El fenómeno desborda al país, que ha visto cómo los desembarcos aumentan un 38% respecto al mismo periodo de 2016 y se ha convertido en la puerta de entrada a Europa. El ministro del Interior, Marco Minniti, pide más implicación a Europa.

Más información
Más de 1.300 migrantes han fallecido en el Mediterráneo en lo que va de año
Rescatados 6.500 migrantes en el Mediterráneo Central en tres días

El fin de semana de Pascua fue el peor: otros 9.000 desembarcos. De hecho, en lo que va de año han llegado ya a las costas italianas 43.245 personas procedentes de Libia. La ruta representa el 90% del tráfico migratorio, según el Ministerio del Interior. Y el buen tiempo ha reactivado con virulencia un fenómeno que, según todas las ONG, ha alcanzado ya la categoría de industrialización del tráfico de seres humanos. La ruta libia, prácticamente la única posible para acceder al sur de Italia y a Europa (la balcánica, oriental y occidental, ha disminuido en un 80%), está tomada por las milicias de un Estado fallido. Por eso, el ministro del Interior, Marco Minniti, pedía el martes mayor implicación de Europa en un problema en el que Italia se encuentra muy sola.

Los acuerdos alcanzados con Libia no están dando resultados. Es frecuente que muchos de los migrantes que llegan hasta ahí desde los confines de África sean encarcelados, maltratados y torturados hasta que suplican a sus familiares que manden dinero para liberarles. Una gran parte de las mujeres, denuncian las ONG, son violadas. Y a partir de ese momento, quieran o no, suben al barco.

Los traficantes han pasado de ser pequeños delincuentes a grandes estructuras que almacenan a migrantes como mercancías en grupos de hasta 1.000 individuos. Una vez han pagado, les llevan en camiones, embuten y salen de una vez hasta 15 embarcaciones, señala Michele Trainiti, coordinador de actividades de búsqueda y rescate de Médicos sin Fronteras (MSF). Una capacidad logística letal para los obligados clientes: 43.245 personas, de las que más de 5.000 son menores no acompañados.

Desde el inicio de año han muerto unos 1.300 migrantes en ese viaje, según datos de Acnur. Las barcas son peores y van sobrecargadas. A menudo, el traficante les conduce hasta aguas internacionales sobre una moto de agua y les abandona a su suerte. Por eso, las ONG se acercan hasta dos millas náuticas de las aguas libias para intervenir con urgencia. Un pretexto en el que se basa la acusación de haberse convertido en un polo de atracción y un faro en la noche del largo viaje de los inmigrantes. “Según los criterios de la Guardia Costera italiana, un barco de este tipo que entre a una milla ya es una emergencia. Y no se necesita ni que haya una llamada de socorro”, defiende Trainiti.

El Ministerio del Interior eludió ayer responder a este periódico sobre las medidas que se están tomando, pero aseguró que hay muchos planes en marcha. Sin embargo, la crisis migratoria es ya un arma electoral en Italia. Especialmente después de la campaña del fiscal de Catania (Sicilia), Carmelo Zuccaro, que aseguró tener pruebas de la connivencia de algunas ONG con los traficantes.

Problemas de acogida

De hecho, el fiscal —con cierta cobertura política de La Liga Norte y el Movimiento Cinco Estrellas— cree que algunas podrían estar financiadas por los traficantes para utilizarlas como “taxis de inmigrantes”, en palabras de Luigi di Maio, presumible candidato del M5S a primer ministro.

Una polémica —también se las acusa de entrar en aguas de Libia para efectuar rescates o de no avisar a la Guardia Costera antes— que ha llegado a la comisión del Senado, donde Zuccaro fue incapaz de aportar luz. Luigi Manconi, senador del Partido Democrático (PD) -en el Gobierno- cree que todo son sospechas, alusiones, sensaciones. “Una investigación judicial no se hace así. En realidad, desde hace dos meses estamos hablando de una cosa muy simple: ¿es justo salvar a las personas que se están ahogando o no?”, denuncia en conversación con este periódico.

El otro problema que afronta Italia es la acogida de los migrantes que, en su mayoría, quieren seguir su camino hacia el norte de Europa. En estos momentos hay 179.000 registrados de forma estable, siendo Lombardia y Campania las regiones con mayor número. La idea la cifra crezca en todas las comunidades y pueblos de Italia aportando las subvenciones correspondientes y no forzar a nadie a adherirse al plan. Pero hasta ahora solo 2.880 Ayuntamientos (de 8.000) lo han hecho.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Daniel Verdú
Nació en Barcelona pero aprendió el oficio en la sección de Madrid de EL PAÍS. Pasó por Cultura y Reportajes, cubrió atentados islamistas en Francia y la catástrofe de Fukushima. Fue corresponsal siete años en Italia y el Vaticano, donde vio caer cinco gobiernos y convivir a dos papas. Corresponsal en París. Los martes firma una columna en Deportes

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_