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RuPaul, taconazos y política

La superestrella 'drag' alza su voz contra el presidente Trump en su programa de telerrealidad emitido por Netflix

A sus 56 años RuPaul Andre Charles es la reina drag más famosa del mundo. Y no por nada se ha alzado al trono. Desde muy joven comenzó a destilar amor propio, una seguridad que le ha llevado a ponerse el mundo por montera. Comenzó a principios de los ochenta, en la resistencia cultural pop neoyorkina, pegando carteles de sí mismo por las calles de la ciudad que decían: “RuPaul es todo”. Ru, como le llaman sus amigos, no quería esperar a ser descubierto. Él ya se había descubierto. El siguiente paso era conectar con su audiencia.

Al teléfono, saluda: “Hi, I’m RuPaul”, con tono sereno, serio y seguro. Me sorprendió. Era el propio Ru quien llamaba desde Los Angeles (California), y no su agente, a quien le había insistido para concertar la entrevista. La diva drag regresaba de sus cortas vacaciones de verano, tras una temporada cargada de éxitos, con altísimos índices de audiencia en su programa de telerealidad RuPaul’s Drug Race, que se emite internacionalmente por Netflix. El pasado mes de mayo, la revista Time le aupaba al olimpo de las 100 personas más influyentes del mundo, con una dedicatoria de su amiga, la modelo Naomi Campbell. El reconocimiento llegó gracias al nombre que RuPaul —que mide 1,93 metros de altura y viste elegantes y coloridos trajes de dos piezas cuando no está en el escenario—, se ha labrado como presentador, autor, actor, cantante y magnate de los negocios, además de mantener el imbatible estatus de supermodelo del mundo.

“Llegas a cierta edad y sabes que tienes que utilizar las herramientas de la gente que ya lo ha conseguido. Si eres un buscador, no tienes que mirar muy lejos. Es algo que los lideres espirituales han hablado desde hace mucho tiempo”, contesta Ru, al preguntarle el porqué de sus éxitos. Aunque recuerda que no todo en la vida le ha sabido a miel. "En la vida te encontrarás con muchas tormentas, pero estas siempre se van”, asegura.

La actitud de RuPaul es refrescantemente alegre. “No te tomes todo demasiado en serio”, es uno de sus lemas, remarcando el demasiado. Explica que la edad ayuda mucho a detectar lo que es serio y lo que no, especialmente cuando se trata de identidad, vida y amor. Su filosofía le llegó de manera muy natural. Nadie le forzó con nada. Su madre le dio libertad (responsable) y eso, cree, ha sido una de las claves de su éxito. Eso sí, "hay cosas que te debes tomar en serio, como amarte a ti mismo, permitiendo que otras personas te amen también”.

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La gestación de un drag

A los 15 años RuPaul dio un vuelco en su vida; se mudó de San Diego a Atlanta, de la costa Pacífica a la Atlántica. ¿Cuándo saliste del armario? "Realmente yo nunca he estado dentro”, dice, lanzando una carcajada. Asegura que nunca tuvo que esconder su sexualidad, ya que su madre era muy rebelde y le repetía que era importante vivir su propia vida y no perder el tiempo con gente que no valía la pena. Por ello, desde muy joven, el aspirante a estrella televisiva cogió el toro por los cuernos y se puso a estudiar arte dramático.

Para no perder sentido de la realidad, desde hace 25 años RuPaul medita cada día. “Debes encontrar tu cauce espiritual para tener un balance en la vida”, explica. Él alcanza el equilibrio a través de la meditación o el yoga. No se considera religioso, pero cree que hay algo más allá, un misterio que se canaliza al cavilar. Lo demás es drag y forma parte del espectáculo.

Perdió hace muchos años a sus padres y desde muy joven encontró a amigos que considera familia. “Los gais siempre encontramos familias, las escogemos”. En la década de los ochenta Ru conoció en Nueva York a dos tiernos estudiantes de cine, Randy Barbato y Fenton Bailey. Los tres frecuentaban clubes nocturnos en el East Village, participaban de la cultura punk, eran gais y buscaban un hueco en la sociedad. “Con Randy y Fenton hemos encontrado nuestro sueño, ahora compartimos este sueño con los demás”, afirma la reina travesti. Con sus socios y amigos crearon la productora World of Wonders, la primera fabrica de exitosos programas de televisión con temática homosexual en EE UU, que en la actualidad produce Drag Race.

“El drag es punk, y siempre lo será. Desde 1996 llevamos trabajando con RuPaul, comenzamos con un programa de entrevistas en la cadena musical VH1. De hecho, cuando conocimos a Ru, sabíamos que estábamos frente a una superestrella. Era solo cuestión de tiempo que el mundo lo supiera”, explica Barbato.

Tras el éxito de su espacio de entrevistas, con 100 capítulos emitidos en VH1, en un momento en que la cadena de vídeos musicales era una de las más vistas (todavía no había llegado el fenómeno de Youtube), el drag decidió tomarse un descanso, un parón de casi ocho años, que llegó mucho después del arrollador éxito que lanzó a RuPaul al mundo en 1993 como un artista musical con la canción de baile pop, Supermodel (You Better Work). A ese hit se añade después el éxito Don’t go breaking my heart, cantando a dúo con Elton John.

Para Barbato, Ru es una caja de sorpresas. Tanto, que aún no se conoce todo su potencial: “Musicalmente tiene mucho más que dar, se acerca bastante al talento que tuvo Prince”, asegura el empresario que acogió al showman tras sus años sabáticos. Un energético parón que le ayudó a recargar pilas. A su regreso el programa Drag Race se alzó con un Emmy el año pasado, triunfando con históricos índices de audiencia.

RuPaul Político

Ru Paul, de traje.
Ru Paul, de traje.

Desde el programa de televisión, Ru alza su voz contra el presidente Donald Trump. “Drag siempre ha sido un show muy político. Además yo protesto todos los días a través de las redes sociales. Este país fue construido en libertad. Y ellos (el mundo Trump) se están llevando esa libertad. Trump debe marcharse”, asegura. El travesti también ha arengado en sendas marchas políticas. La primera fue en 1993, cuando apareció elegantemente ataviado con su peluca y exuberante traje en una marcha de gais y lesbianas organizada por el movimiento LGBT en Washington.

Del pasado Orgullo Mundial recientemente celebrado en Madrid, dice que fue muy especial para él, que le alegró mucho recibir fotos que le enviaban chavales con su rostro en la publicidad que Netflix desplegó por el centro de la ciudad. El travesti ha estado solo una vez en la capital española. Fue en 1996 para promocionar la marca de una conocida casa de maquillaje. Aunque sí ha vuelto a España, a Canarias y Mallorca. “El viaje a Tenerife fue inolvidable”, asevera.

El mensaje de RuPaul es de diversión. Cada vez que él se sube a un escenario piensa que está en el salón de la casa de su madre, quien le alentaba a todo lo que hacía. Algo que le daba mucha seguridad. “Esta vida es una gran experiencia, así que diviértanse”.

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