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La discreta guerra de Netanyahu en Siria

Israel, que presta apoyo a rebeldes cerca del Golán, teme que Irán se despliegue en la frontera

Juan Carlos Sanz
Benjamín Netanyahu durante su reunión con el Vladímir Putin en Sochi.
Benjamín Netanyahu durante su reunión con el Vladímir Putin en Sochi.REUTERS

Benjamín Netanyahu visitó este miércoles al presidente Vladímir Putin en Rusia por sexta vez en menos de dos años. El primer ministro israelí viajó hasta Sochi, en la costa del mar Negro, para advertirle “por anticipado” del riesgo de un enfrentamiento armado con Irán en Siria si las fuerzas de Teherán y de sus aliados chiíes se despliegan ante los Altos del Golán, territorio sirio ocupado por el Ejército de Israel desde hace 50 años. Durante los más de seis años de conflicto civil en el país árabe, el Estado hebreo ha mantenido la estrategia de establecer una zona tapón de seguridad –mediante un discreto apoyo humanitario y logístico– con fuerzas rebeldes que combaten al régimen de Bachar el Asad en el país vecino.

Cuando la guerra en Siria parece aproximarse a su fin —entre otras medidas, tras el cese de hostilidades pactado hace un mes por Estados Unidos y Rusia en la región colindante con Israel y Jordania—, Netanyahu teme que los 18.000 combatientes de la Guardia Revolucionaria iraní y de la milicia libanesa Hezbolá alistados en las filas del régimen acaben cruzando la línea roja de la meseta del Golán. “Nos defenderemos con todos los medios ante esta amenaza”, advirtió tras reunirse con Putin, de acuerdo con la información facilitada por la Oficina de Prensa del Gobierno israelí.

En una inusual comparecencia ante la prensa en Jerusalén, un dirigente de la oposición siria en el exterior reclamaba también este miércoles “ayuda internacional” para la población civil en la etapa final de la guerra. Issam Zaitoun, que se presentó como exiliado en Alemania desde hace tres décadas, dijo que había podido viajar a Israel gracias a su pasaporte europeo. “Hace falta de todo y hay que actuar ya para evitar una catástrofe”, remachó para denunciar que el Gobierno de El Asad ha dejado abandonadas a su suerte las provincias insurgentes de Quneitra y Deraa (sur), donde aseguró que el alto el fuego sigue sin entrar en vigor pese al anuncio oficial.

Un comandante insurgente en Jerusalén

Tras alertar de que las alternativas a la oposición moderada son “o el ISIS o las milicias iraníes”, Zeitoun dio paso a la intervención de un comandante insurrecto —que se identificó por su nombre de guerra, Abu Hamad— a través de videoconferencia desde la frontera con el Golán. “La situación es muy mala ahora”, refirió el jefe rebelde, “no hay servicios sanitarios ni de educación, y los alimentos tienen precios muy elevados”. “Sobrevivimos en parte gracias al respaldo de Israel, que atiende a nuestros heridos y nos envía ayuda humanitaria, como leche para los niños”, explicaba sin precisar si recibía también algún tipo de colaboración económica o militar. Abu Hamad reconoció en la comunicación vía Skype que otros grupos les acusan de traición por mantener contacto con militares israelíes. “No nos importa de donde viene la ayuda, la necesitamos”, zanjó las preguntas.

Israel ha admitido abiertamente que presta ayuda humanitaria a rebeldes moderados en zonas próximas al Golán. En centros sanitarios del norte del país y en una clínica de campaña en la misma frontera ha atendido en los cuatro últimos años a unos 3.000 heridos sirios, en su mayoría hombres en edad militar, según pudo comprobar este corresponsal en el hospital de Nahariya, próximo a la frontera con Líbano.

Una investigación del diario The Wall Street Journal sostenía el pasado mes de junio que —además de medicinas, ropa y alimentos—, el Estado hebreo estaba entregando dinero en metálico a los insurgentes para que pudieran pagar sueldos a los combatientes y comprar armas y municiones. Uno de los beneficiarios de estas ayudas era el grupo rebelde llamado Caballeros del Golán, integrado por unos 400 combatientes en la provincia de Quneitra, que mantiene una alianza operativa con unidades del Ejército Libre de Siria, a su vez respaldado por Turquía y varios países occidentales.

Los combates se recrudecieron a comienzos de este verano en la frontera de los Altos del Golán. El Ejército de Israel respondió entonces con ataques aéreos y de artillería cada vez que caían proyectiles sobre territorio bajo su control. A su vez, el régimen de Damasco denunció que las represalias israelíes solían coincidir con avances de los yihadistas del antiguo Frente al Nusra, que cuentan con una fuerte presencia en la región, en la pugna con las tropas gubernamentales por el control de la ciudad nueva de Quneitra.

Observadores de la ONU

El contingente de observadores de la ONU en el Golán (UNDOFOR) —cuya misión es velar por el cumplimiento del armisticio entre Siria e Israel que puso fin a la guerra del Yom Kipur (1973)— ha informado al Consejo de Seguridad de un significativo aumento de los contactos mantenidos entre el Ejército de Israel y las fuerzas rebeldes en la zona, según la información recabada por el diario Haaretz.

La intervención israelí en la guerra de Siria no ha sido siempre tan discreta. El jefe saliente de las Fuerzas Aéreas, el general Amir Ethel, ha confirmado recientemente que Israel ha atacado casi en un centenar de ocasiones arsenales y convoyes de transporte de armamento de Hezbolá a lo largo del conflicto.

El pasado mes de marzo, tras una de estas incursiones aéreas, el Ejército sirio disparó misiles contra los aviones de combate israelíes, en el considerado incidente más grave entre ambos países en seis años. El escudo antimisiles Arrow tuvo que interceptar uno de los cohetes, que iba a impactar en un área situada al norte de Jerusalén. Siria e Israel nunca han firmado la paz y siguen técnicamente en guerra desde hace siete décadas.

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Sobre la firma

Juan Carlos Sanz
Es el corresponsal para el Magreb. Antes lo fue en Jerusalén durante siete años y, previamente, ejerció como jefe de Internacional. En 20 años como enviado de EL PAÍS ha cubierto conflictos en los Balcanes, Irak y Turquía, entre otros destinos. Es licenciado en Derecho por la Universidad de Zaragoza y máster en Periodismo por la Autónoma de Madrid.

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