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Un republicano sobre Trump: “Es un gilipollas, pero es nuestro gilipollas”

El congresista californiano Duncan Hunter define al presidente con término soez delante de un grupo de militantes, según un diario de San Diego

Pablo Ximénez de Sandoval
Duncan Hunter, en su foto del Congreso.
Duncan Hunter, en su foto del Congreso.

Muchos pensarán que no se puede definir mejor la situación en Washington. El congresista californiano Duncan Hunter fue uno de los primeros valedores de Donald Trump entre los republicanos cuando la mayoría del partido lo despreciaba. Trump acabaría siendo el nominado del partido, después presidente, y todos los republicanos acabarían sacándose el carnet de trumpista, al menos temporal. El pasado viernes, Hunter tuvo un arranque de franqueza al definir a Trump delante de un grupo de simpatizantes: “Trump es un gilipollas, pero es nuestro gilipollas”.

Hunter se encontraba en una reunión de los Jóvenes Republicanos del condado de Riverside en un bar de deportes de Murrieta, California. Así lo cuenta el San Diego Union-Tribune, que cita cuatro fuentes que estaban delante, tres de ellas con nombre y apellido. En el evento estaba también otro congresista, Ken Calvert, según el relato del diario. Una mujer les preguntó si habían conocido en persona a Trump y cómo era en las distancias cortas. Calvert cedió entonces la palabra a Hunter. Según uno de los testigos, Hunter se puso la mano delante de la boca, como si estuviera contando un secreto, y dijo: “Es tal cual como es en la tele”. Y a continuación, el elogio.

La frase recuerda a la que supuestamente dijo el presidente Franklin Roosevelt del dictador nicaragüense Anastasio Somoza: “Es un hijo de puta, pero es nuestro hijo de puta”. La frase ha acabado convertida en muletilla de analistas para describir cierto tipo de situaciones en política donde se ignora el conflicto a cambio de un beneficio.

Hunter está bajo investigación del FBI. Pero no por lo de Rusia, como un buen trumpista. La policía federal cree que gastó decenas de miles de dólares de los fondos de su campaña electoral en gastos personales, tales como manicuras, hoteles, videojuegos y hasta un viaje en avión de su conejo que costó 600 dólares. Sí, su conejo.

Es un secreto a voces que una mayoría del Partido Republicano no soporta a Donald Trump, y el presidente tampoco se esfuerza por hacer amigos. Solo en las últimas dos semanas ha atacado al líder republicano en el Senado, Mitch McConnell, por haber dado por muerto el proyecto de reforma sanitaria. McConnell, por su parte, ha dicho con intención indisimulada que el presidente no sabe nada del proceso democrático y tiene “demasiadas expectativas” sobre cómo funciona el Capitolio.

Trump además ha criticado a los dos senadores de Arizona, John McCain y Jeff Flake. Uno dio el voto definitivo para hundir la reforma sanitaria y el otro ha salido abiertamente a criticar en un libro el “pacto faustiano” de su partido con Trump. Además, el indulto presidencial al sheriff Joe Arpaio le valió la condena de todo el establishment republicano. Eso, sin contar la respuesta a los sucesos de Charlottesville.

Y todo cuando los legisladores vuelven de vacaciones la semana que viene con la negociación del presupuesto sobre la mesa. Trump ha amenazado con provocar un cierre de su propio Gobierno si no le dan el dinero que pide para construir un muro con México que la mayoría de los republicanos no ven como una prioridad. “Nuestro gilipollas” es cada vez menos nuestro. Lo otro lo ha dicho Hunter.

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Sobre la firma

Pablo Ximénez de Sandoval
Es editorialista de la sección de Opinión. Trabaja en EL PAÍS desde el año 2000 y ha desarrollado su carrera en Nacional e Internacional. En 2014, inauguró la corresponsalía en Los Ángeles, California, que ocupó hasta diciembre de 2020. Es de Madrid y es licenciado en Ciencias Políticas por la Universidad Complutense.

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