Mercosur y la Unión Europea apuran el acuerdo comercial
Carne y etanol son los últimos obstáculos a resolver en Buenos Aires
“Estamos posiblemente ante el mayor acuerdo entre regiones que se ha firmado nunca”. La secretaria de Estado de Comercio española, María Poncela, define así el pacto de libre comercio entre la Unión Europea y Mercosur que las dos partes ultiman estos días en Buenos Aires, en paralelo a la XI Cumbre de la Organización Mundial del Comercio (OMC). El diálogo comenzó hace 18 años, pero ha cobrado nuevo brío tras los cambios políticos en Argentina y Brasil y quedan pocos escollos para cerrar el pacto definitivo. El principal, las exportaciones agropecuarias, cuya entrada en el mercado europeo es resistida por Francia, Irlanda y Polonia.
Antes de la apertura de la cumbre de la OMC, el presidente argentino, Mauricio Macri, se reunió durante una hora con sus pares de Mercosur. El brasileño Michel Temer, el paraguayo Horacio Cartes y el uruguayo Tabaré Vázquez viajaron a Buenos Aires en una clara señal política de respaldo a las negociaciones. Sobre la letra pequeña trabajan los secretarios de Comercio de los países sudamericanos y una delegación europea encabezada por la comisaria Cecilia Malmström. La confluencia en una misma ciudad de todos los negociadores ha acelerado los tiempos.
“A Europa es casi el único acuerdo que le falta en América Latina. Las negociaciones están abiertas y estamos esperanzados de que terminaremos en estos días con una declaración de que se firma el acuerdo. A esta región le va a ayudar a una mayor modernidad de su economía y las empresas europeas verán acceso a determinados sectores donde ahora es difícil entrar”, dijo Poncela a medios españoles.
Tanto la UE como Mercosur están interesados en cerrar el acuerdo cuanto antes, pero aún no está claro si se anunciará en Buenos Aires, al cierre de la reunión de la OMC, o se aplazará hasta el próximo 21, cuando Brasil será anfitrión de la cumbre de presidente del bloque. Uno y otro país tironean para lograr cerrar el acuerdo en casa.
Las negociaciones se centran en dos aspectos: el cupo de ingreso de las exportaciones agropecuarias a Europa y los plazos para liberar el intercambio de bienes industriales. En la última ronda de negociaciones, Europa aceptó ampliar la cuota de carne vacuna que puede ingresar sin aranceles, pero Mercosur aún la considera insuficiente. El acuerdo contempla el libre acceso de 70.000 toneladas de carne al año, equivalentes al 1% del total del consumo europeo, pero aún así los ganaderos franceses presionan para evitar que sea mayor. Brasil, en tanto, quiere también aumentar el porcentaje de etanol que puede vender al mercado europeo, pero Europa se resiste.
Respecto a los bienes industriales, las partes negocian “canastas” de liberalización de productos y en cuántos años podrán comerciarse sin aranceles. Europa quiere que sean diez años y Mercosur busca extenderlo a quince. Los empresarios de Argentina y Brasil temen que tiempos más cortos amenacen una industria protegida con altos aranceles y en muchos casos poco competitiva.
“Este es un acuerdo político de una envergadura extraordinaria”, declaró a un grupo de periodistas este lunes el canciller argentino, Jorge Faurie. “Es mucho más que etanol y carne, es comercio, es inversión, es trabajo y acceso a las tecnologías”, agregó, en el marco de la cumbre de la OMC. El titular de la cartera de Exteriores subrayó que en los 18 años que han pasado desde que ambos bloques se sentaron a negociar por primera vez el eje comercial se ha desplazado desde el Atlántico al Pacífico y el acuerdo puede ayudar a reactivarlo. Resta ahora saber si el anuncio de un acuerdo incluirá todos los aspectos comerciales o se limitará a los aspectos políticos. Los puntos más calientes, en todo caso, se pueden dejar para más adelante.
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