Se arrienda el Museo de Arte Moderno de Bogotá
La directora decide alquilar las salas y el auditorio ante la grave crisis económica por la que pasa la institución privada
La mañana del lunes un gran cartel rojo apareció colgado en la fachada del Museo de Arte Moderno de Bogotá (Mambo): Se arrienda. Al lado del anuncio aparecía un teléfono. Al marcar ese número contestaba Carlos Muñoz y se identificaba como agente inmobiliario. Durante todo el día dio la misma respuesta: "Tiene un área de 4.420 metros cuadrados, cinco plantas, doble techo en altura y una excelente iluminación natural. Usted sabe que está en una ubicación estratégica en el centro de Bogotá, con total facilidad de acceso y cercanía a estaciones de TransMilenio”.
A las pocas horas, Mambo se convirtió en trending topic en Colombia. Medios de comunicación como W Radio y la revista Arcadia acompañaron un debate que en las redes sociales se dividía entre aquellos que creían que se trataba de una campaña para promocionar la próxima exposición del museo (La toma del Mambo, del 9 al 11 de febrero) y, quienes se echaban la culpa por la falta de asistencia ciudadana y apoyo institucional.
El martes, el cartel rojo ha aparecido tapado con uno amarillo que dice: Arrendado. A las 16.30 de la tarde en Colombia, la duda se resolvió. "El Mambo se arrienda", ha dicho Claudia Hakim, directora de la institución cultural. "No tengo cómo pagar al equipo".
"Tenemos muchas deudas. Gracias a las donaciones de obras de algunos artistas hemos podido saldar algunas dando estas piezas en pago", ha explicado la responsable. "Recibo en taquilla, más la tienda que pusimos de artesanías, más lo que paga el restaurante, el 30% de lo que necesita el museo para mantenerse mensualmente. Me faltaría el 70%", ha declarado en la revista Semana. El museo no cuenta con un presupuesto mensual por el déficit que arrastra. "Necesitamos 130 millones de pesos al mes y conseguimos 25 millones", ha precisado en una entrevista con RCN Radio. EL PAÍS ha intentado ponerse en contacto con Mambo para conocer cifras de asistentes, las deudas y el presupuesto de la institución, pero no ha obtenido respuesta.
Después de dos años al frente, la gestora ha decidido llamar la atención de los bogotanos y de cualquier interesado en el museo a través de la iniciativa Yo tengo el Mambo. "Cualquier interesado puede presentarnos un proyecto y hacer uso de las salas o el auditorio", ha explicado. El objetivo de este "ejercicio de concienciación", en palabras de Hakim, es que profesores alquilen una sala para dar una clase especial. Que empresas públicas y privadas organicen parte de sus actividades de responsabilidad social en el museo. Que artistas ocupen estos espacios para muestras privadas. O que cualquier interesado se convierta en benefactor con donaciones.
Yo tengo el Mambo no es un proyecto nuevo. La iniciativa funciona desde 2016 como se puede comprobar en la web del museo donde se detallan los precios para los donantes. La novedad es que cambia de nombre. "Si no hubiera sido por el cartel de arriendo, nadie sabría lo que está pasando", ha asegurado Hakim. "He tocado muchas puertas y no he recibido respuesta. Lo pensamos mucho y decidimos actuar. No es una decisión a la ligera".
La responsable del museo no ha dado cifras de cuántas llamadas y donaciones han recibido en estas 24 horas de campaña de suspense. Se ha limitado a anunciar que gracias a esta iniciativa ya pueden iniciar las actividades para celebrar el 55 aniversario del Mambo. "Un año de exposiciones de artistas colombianos", ha precisado.
El Museo de Arte Moderno de Bogotá es una institución privada sin ánimo de lucro que se financia a través de donaciones, la venta de entradas y las aportaciones de instituciones como la Alcaldía de Bogotá, el Ministerio de Cultura y otras empresas privadas.
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