La trampa se premia

Una exigua mayoría de jueces acaba de amparar en México una trampa mayúscula y ha puesto en evidencia a todos los aspirantes a presidir el país. La decisión del Tribunal Electoral de validar la candidatura independiente de El Bronco, gobernador de Nuevo León, con más de un millón de firmas falsas, socava la credibilidad de otra institución en México –y ya van….–, en este caso, de la que deberá validar el resultado del 1 de julio. La nula crítica, cuando no hipocresía del resto de candidatos, ha mostrado que nada importa con tal de llegar a Los Pinos.

Las argumentaciones de los magistrados del Tribunal Electoral resultan rocambolescas. Uno de los cuatro que votó a favor de incorporar al Bronco –frente a los tres que se opusieron– considera que el INE no garantizó el derecho de audiencia del Bronco cuando este intentó justificar las firmas consideradas apócrifas, es decir, el 58% de las más de dos millones que había presentado. Otro juez aseguró que existían dudas razonables de que El Bronco podía haber alcanzado las firmas necesarias, porque se había quedado cerca de conseguirlas. Sin mencionar, claro, que más de un millón habían sido invalidadas previamente. Más grotesco resulta el argumento de otro magistrado: “El reglamento dice que necesitaba las firmas suficientes en el avance preliminar y pues ahí se cumplió. La ley no dice nada de que al final tuvieran que ser válidas esas firmas”.

Ni una palabra dijeron estos magistrados sobre que solo se reconociesen 835.000 de las más de dos millones presentadas; que se detectasen más de 150.000 simulaciones de firmas; 205.000 fotocopias de firmas; 23.000 documentos no válidos; mutis sobre las triangulaciones de millones de pesos con empresas sospechosas, sobre los funcionarios de su Gobierno que han sido investigados por juntar firmas en horario de trabajo…

El esperpento no es menor tampoco del lado político. Hace semanas, López Obrador propuso que se incluyera en la boleta a todos los que lo habían intentado. Que nadie más que el pueblo podía decidir sobre el futuro del país, vino a decir el líder de Morena. Ricardo Anaya ha optado por la tibieza: le sorprende la decisión, pero hay que acatarla. Sin importar, se entiende, que haya tramposos.

El PRI, a cuyo candidato, José Antonio Meade, la dispersión del voto le conviene más que a nadie, celebró la decisión del Tribunal Electoral. “En un proceso democrático, cuanto más participación, mejor”, ha dicho Aurelio Nuño, haciendo caso omiso de las irregularidades. Es más, para el exsecretario de Educación el “profesionalismo” del Tribunal “da certidumbre”. No piensa lo mismo Margarita Zavala. A ella sí le preocupa la incertidumbre que se está generando. “No podemos tener un sistema en donde el engaño y la simulación sean más poderosos que la fuerza de hacer el bien”, dijo, pasando por alto más de 200.000 matices: las firmas que el INE le descartó por considerarlas falsas.

La incorporación del Bronco a la boleta, a la espera de que pueda sumarse el exsenador Ríos Piter también con firmas falsas a cuestas, supone la consumación del fracaso del método de elección de las candidaturas independientes a la presidencia. Aún es pronto para calibrar las consecuencias políticas de que El Bronco participe en las elecciones. Las encuestas apenas le daban un 3% de intención de voto. Se podría pensar que el mayor perjudicado es López Obrador, en la medida en que podría perder apoyo en el norte del país, la zona del país donde el líder de Morena suscita mayor recelo. El riesgo va más allá. Las alarmas sobre lo que podría ocurrir ante un resultado ajustado el 1 de julio se han disparado después de evidenciarse, una vez más, que la trampa tiene premio.