“El socialismo dejó de hablar para la mayoría de las personas”
Nuno Santos, negociador del Gobierno socialista portugués, lleva más de mil reuniones desde octubre de 2015 y posee el récord absoluto de 14 en un día
Oficialmente, Pedro Nuno Santos (Madeira, 1977) es el Secretario de Estados para Asuntos Parlamentarios del Gobierno de Portugal. Para el vulgo es el hombre de la jeringonza, el bruñidor de todos los acuerdos del Gobierno socialista con el Partido Comunista, del Gobierno socialista con el Bloco de Esquerda, del Gobierno socialista con los Verdes. Hay que decirlo así, porque todas las reuniones son por separado, sin verse unos con otros, sin sentarse en la misma mesa. Nuno Santos es El Negociador. Lleva más de mil reuniones desde octubre de 2015 y posee el récord absoluto de 14 en un día. No hay mayor ejemplo de diálogo que él, ni un partido socialista europeo con mayor éxito. El jueves viaja a Barcelona para hablar sobre El futuro de Europa, una alternativa de izquierda.
Pregunta. ¿Cuál su alternativa?
Respuesta. Volver a recuperar la política para el plano europeo, donde estaba anulada por una permanente necesidad de construir consensos entre centroizquierda y centroderecha, que fue lo que permitió avanzar en Europa, pero que hoy es el principal bloqueo para los cambios que necesitamos. Hay que volver a tener debate dialéctico, conflicto político, para confrontar proyectos, ideas diferentes, y provocar los cambios que son absolutamente necesarias. El euro fue un factor de divergencia y no de convergencia y tenemos que repensar la forma en que Europa se ha de construir. Hay que volver al antagonismo de izquierda y derecha.
P. El Partido Socialista Portugués es el mayor éxito del socialismo en Europa. ¿Por qué?
R. Nos arriesgamos a ser diferentes. En 2015, tuvimos la posibilidad de hacer como siempre o como nunca. El PS pudo apoyar una mayoría con el centroderecha (PSD y CDS) que acababa de ganar las elecciones; pero hicimos una cosa diferente, construimos una mayoría a la izquierda con socios (Bloco de Esquerda y PCP) a los que nunca nos habíamos asociado para una experiencia de gobernación. Fue una novedad extraña en el país y fuera del país, pero que resultó. Los miedos que existían de un gobierno de izquierdas no se confirmaron, al contrario, los resultados superaron todas las expectativas, sociales y económicas. Es una historia de éxito.
P. ¿Es una historia exportable?
R. No tenemos la arrogancia ni pretensión de ser ejemplo para otros países, porque cada uno tiene una realidad nacional diferente y tiene que encontrar soluciones propias. No hay una voluntad de exportar el modelo, pero sí de participar, en cuanto socialistas, en un debate importante sobre la construcción europea. Un cambio de Europa pasa por un cambio en varios países y la familia socialista europea debe reflexionar qué nos ha pasado y por qué.
P. ¿Por qué?
R. Porque fracasamos en la representación de la mayoría del pueblo. Muchos partidos europeos socialdemócratas creyeron que tenían en propiedad el voto de los trabajadores y dejaron de tener respuestas políticas para sus problemas; se juntaron con el centroderecha en dirigir su preocupación política hacia sectores más dinámicos. Dejamos de hablar para la mayoría de la personas, para la mayoría de los trabajadores que tienen problemas concretos, que no han tenido respuesta en las últimas décadas; eso provocó un alejamiento de los partidos socialistas. Nuestro votante se fue a nuestra izquierda o a la extrema derecha, que ha crecido mucho al mismo tiempo que la democracia retrocede.
P. ¿Y ahora en qué momento están?
R. En una fase de transición en que tenemos que reflexionar sobre las experiencias de la tercera vía de la socialdemocracia en los últimos 20 años y repensar los resultados; percibir que aquellos respuestas fallaron en el plano político social y económico. Se perdió el antagonismo de izquierda y derecha. Si no distinguimos los proyectos de la socialdemocracia con los de la derecha se produce una anulación de la política. Eso perjudicó a los partidos socialistas, pues nuestro votante, en un entorno de desempleo elevado, de un Estado en regresión, espera que le protejamos.
P. Cuando el socialismo inglés, francés, alemán se hunden, el portugués roza la mayoría absoluta en los sondeos.
R. Nuestra decisión de 2015 salvó al partido socialista. Si hace dos años hubiéramos apoyado un Gobierno de centro derecha habríamos dado la oportunidad de crecer a los partidos de nuestra izquierda (PC y Bloco) y a partir de ahí los acuerdos son difíciles pues los partidos socialistas quieren liderar. Se vio en Francia cuando Melenchon sobrepasó al PS.
P. Usted ha tenido más de mil reuniones con los otros partidos del Parlamento; en Cataluña, la líder del partido más votado, Inés Arrimadas, ha señalado que allí hasta es difícil darse los buenos días.
R. España tiene una realidad que Portugal no conoce, la realidad autonómica. Es una situación muy particular, de fractura, una realidad muy específica que no tenemos en Portugal. Me es imposible hacer paralelismos. Hay una división que no es apenas ideológica, es también nacionalista.
P. Sus socios Bloco y PC presentaron una declaración a favor de los políticos presos en Cataluña, que rechazó el Parlamento y también el grupo socialista.
R. El Gobierno tiene una postura muy clara de respeto a los asuntos internos de los países, de respeto a la división de poderes y de respeto al poder judicial.
P. Hubo, sin embargo, algún diputado socialista que parece desconocer la propia Constitución de Portugal, que exige respeto a la unidad del Estado, y votó a favor.
Si no distinguimos los proyectos de la socialdemocracia con los de la derecha se produce una anulación de la política
R. Tradicionalmente, el grupo parlamentario socialista ha tenido mucha autonomía respecto al propio partido y aún más respecto al Gobierno, que es al que pertenezco.
P. Hace una semana, por primera vez, el Gobierno socialista ha firmado acuerdos con el centro derecha. ¿Es un viraje del PS un año antes de las elecciones?
R. No es un cambio de estrategia. Desde 2015 anunciamos que necesitábamos negociar los fondos europeos con el mayor respaldo posible. PC y Bloco no han querido, pero sí el PSD, el mayor partido de la oposición e integrado en el grupo mayoritario europeo del PPE. Eso nos da mucha fuerza en las negociaciones. El otro acuerdo es sobre descentralización. Tampoco podemos hacer una reforma municipal sin el segundo partido con más alcaldías.
P. ¿Por qué se oponen sus socios Bloco y PC?
R. En el caso de los fondos comunitarios quieren que el dinero vaya a servicios públicos, que Bruselas no permite; y en el caso de la descentralización, temen que se produzca una desigualdad de los portugueses porque unos tengan mejores servicios que otros. Son recelos comprensibles.
P. Esa supuesta infidelidad no ha gustado a su socios.
R. Las diferencias son buenas. El Gobierno y el partido socialista nunca quisimos que el acuerdo de legislatura con Bloco y PC significara su desaparición en el seno de la mayoría. Al final de estos cuatro años podremos decir que cada uno mantuvo su identidad, sus divisiones y eso es bueno para todos. Es una señal de madurez de la democracia portuguesa, que como la española aún son jóvenes y aún con una cultura del compromiso y la negociación muy reducida.
P. Usted, como negociador, ¿desea la mayoría absoluta de su partido en 2019?
R. Como socialista es natural que la desee, pero me gustaría continuar trabajando con el PCP y el Bloco. Es una experiencia que funciona y que ha permitido avances para el pueblo portugués.
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