Espiral de austeridad en Egipto sin final a la vista
Desde 2016, los egipcios han padecido un goteo de recortes en aplicación de un programa de ajuste pactado con el FMI a cambio de un crédito por unos 11.000 millones de euros
En uno raro desafío a las severas autoridades egipcias, decenas de personas protestaron el pasado domingo en varias estaciones de metro de El Cairo por el notable incremento del precio de los billetes en este popular medio de transporte. Las concentraciones, que tuvieron lugar el primer día de trabajo después de la implantación de la medida, parecieron espontáneas, motivadas por una incontrolada explosión de ira al descubrir el súbito encarecimiento del suburbano, que para algunos trayectos asciende al 300%. La decisión forma parte de un programa de ajuste estructural pactado en 2016 con el Fondo Monetario Internacional (FMI) que incluye un recorte sustancial del gasto público a cambio de un crédito de unos 11.000 millones de euros.
Según la agencia Reuters, la Policía detuvo a 22 personas, una cifra que algunas ONG elevan a 50. La mayoría continúa bajo arresto. Aunque las protestas no fueron masivas, el simple hecho de que decenas de personas se arriesgaran a una condena de cárcel de 5 años —la pena máxima por participar en protestas no autorizadas en el draconiano Egipto de Al Sisi— muestra hasta qué punto los sectores más humildes de la sociedad egipcia viven con el agua al cuello. Cualquier gasto imprevisto puede situar a millones de familias en números rojos. “En 2016, nuestros salarios se dividieron por dos, y algunos productos como el café o la ropa han pasado a ser un lujo. Todos los precios se han multiplicado, incluidos los alquileres”, se queja a través de un correo electrónico Amina Zaza, una profesora en una escuela de primaria.
Aunque el mariscal Al Sisi ya aplicó algunos recortes en 2014, el inicio de la actual pesadilla para los egipcios fue el 3 de noviembre de 2016, día en que el Gobierno dejó de sostener de forma artificial el valor de la libra egipcia. En cuestión de horas, esta se hundió frente al dólar un 50%. El efecto sobre la inflación fue inmediato, y durante los 15 meses siguientes esta se situó alrededor del 30%.
Si bien es cierto que las autoridades aumentaron el gasto en algunos programas de ayudas sociales para las familias más pobres, no llegó a compensar el encarecimiento del coste de la vida. Quizás quien más está sufriendo la crisis es una empobrecida clase media sin acceso a las ayudas gubernamentales en un país donde el 40% de la población ya vivía con menos de dos dólares al día antes de adoptar las recetas del FMI.
Sin embargo, la mayoría de economistas aprueban el programa de reformas. “En el último trimestre de 2017, la economía egipcia creció a su ritmo más elevado de los últimos tres años”, afirma Edward Gardner, un experto de la consultoría FocusEconomics. Según sus previsiones, el país árabe registrará un crecimiento del PIB para este año del 4,8%, la cifra más elevada de toda la región. El año próximo, la previsión es del 5%. El principal motivo que llevó a Al Sisi a dejar flotar la libra fue la alarmante disminución de las reservas de divisas del Banco Central, que llegaron a caer por debajo del umbral de los 18.000 millones de dólares. Ahora, ya ascienden por encima de los 45.000 millones.
Nuevos recortes en ciernes
La fuerte devaluación de la libra ha ayudado a rellenar las arcas de la Banca Central, pero a la vez ha doblado el presupuesto dedicado a las subsidios públicos a los combustibles, ya que su precio se paga en dólares. Según los datos del Ministerio de Finanzas, en este año contable, el Gobierno se habrá gastado 6.000 millones de euros en este apartado, un 120% más que en 2015.
“El presupuesto para el próximo año fiscal, que empieza en julio, se está ya discutiendo en el parlamento, e incluye nuevos recortes a los subsidios”, apunta Gardner. En su acuerdo con el FMI, el Gobierno se comprometió a poner fin a cualquier subvención a la gasolina en el presupuesto de 2019, una promesa que implicaría un aumento radical en los próximos meses.
“Como sucede con cualquier paquete de austeridad, se prevé que las cosas van a empeorar antes de que mejoren”, avisa el economista Amr Adly, del European University Institute. Sin embargo, a muchos egipcios se les está agotando la paciencia. “Una medida restrictiva sigue a la anterior, y siempre paga la factura el ciudadano de a pie. Nos dicen que es para que la economía mejore en el futuro. Pero ese futuro nunca llega”, espeta Zaza.
El lunes, algunas estaciones de metro centrales de El Cairo amanecieron tomadas por decenas de agentes antidisturbios, lo que evitó la repetición de nuevas protestas. Solo la brutalidad de las fuerzas de seguridad y la obediencia de los jueces protege al autoritario presidente Al Sisi, que el mes pasado logró su reelección en una farsa electoral, de un verdadero estallido de ira popular.
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