El Este alemán se rebela contra Merkel
Sajonia es el escenario desde el que la ultraderecha xenófoba y antisistema busca asaltar el país
La derecha xenófoba aspira a convertir Chemnitz en el epicentro de una revuelta antisistema. El éxito de asistencia a la multitudinaria concentración ultraderechista del pasado lunes tras el apuñalamiento de un alemán presuntamente por extranjeros ha envalentonado a los organizadores que dicen no están dispuestos a dejar pasar esta oportunidad. Sienten que han tocado nervio. “Hay que actuar ahora que el tema está caliente. Europa entera nos observa. Si alguien puede echar a Merkel, esa es Sajonia”, asegura sin complejos a EL PAÍS Benjamin Jahn Zschocke, el portavoz de Pro Chemnitz, en la sede de la plataforma que convocó las protestas tras el apuñalamiento de un carpintero el pasado fin de semana en el centro de la ciudad.
Sajonia, el Estado federado donde se encuentra Chemnitz, es un bastión de la ultraderecha, donde la formación ultra Alternativa por Alemania (Afd) obtuvo un 27% de los votos en las últimas elecciones. El problema no se ciñe a Sajonia. En todo el Este de Alemania anida una desafección entre los que sienten que se les considera ciudadanos de segunda frente a los del oeste. En el 89 salieron a la calle y lograron el colapso de la RDA. Ahora, piensan que también pueden llegar muy lejos.
La llegada de más de 1,2 millones de refugiados a Alemania desde 2015 ha disparado la xenofobia y el ultranacionalismo por parte de los que dicen sentirse invadidos. La canciller Merkel es para ellos la bestia negra que ha abierto la puerta a los que huyen de la guerra y pulverizado la identidad tradicional de la sociedad alemana.
Zschocke habla en la oficina que la plataforma tiene en el Ayuntamiento de esta antigua ciudad de la República Democrática alemana desde hace 20 años. Asegura que en total son 10 personas, pero su red de contactos es muy extensa. Son una asociación, pero operan como partido a nivel municipal que cuenta con un 5% de apoyos. ¿Se consideran de derechas? “Claramente sí. No somos extremistas, pero lo extranjero es extranjero”, aclara el joven representante, vestido de negro de pies a cabeza como acostumbran muchos de los que acuden a las marchas neonazis.
Un carpintero convertido en héroe
Daniel H. es el hombre que fue asesinado la noche del sábado al domingo pasado en los márgenes de una fiesta popular en el centro de Chemnitz. Hasta la semana pasada era un ciudadano desconocido, pero la instrumentalización de su muerte por parte de los grupos de extrema derecha ha convertido al carpintero de 35 años y padre de un niño en una suerte de héroe en Chemnitz. Las velas rojas, las flores y los mensajes de apoyo proliferan en una gran arteria del centro de la ciudad, presidia por un gigantesco busto de Karl Marx.
Daniel H., hijo de un padre cubano era vecino de Chemnitz, donde estudió carpintería en una escuela de formación profesional, la BVFA, que ha publicado una nota de despedida tras su muerte que ha sido compartida más de 4.000 veces en Facebook. “Con consternación nos enteramos de la muerte violenta de nuestro antiguo aprendiz de carpintero. Daniel era una persona muy servicial y diligente”, escribieron y animaban a quien quisiera a colgar sus condolencias. Un día más tarde, alarmados por la evolución o de los acontecimientos, la escuela publicó otra nota en la que decía que “lamentablemente, el debate está tomando un curso del que nos distanciamos expresamente”.
Pro Chemnitz asegura ser la responsable de la filtración este jueves de la orden de detención de un iraquí, uno de los presuntos culpables del homicidio que dio pie a las protestas y de la publicación de sus datos personales. La filtración ha alarmado a las autoridades, que sospechan que podría proceder de la policía o de círculos jurídicos, dispuestos a ofrecer munición a los ultras. “La hemos recibido y la hemos publicado”, reconoce el representante de Pro Chemnitz, quien rehúsa desvelar quién les ha pasado el documento que puede poner en peligro tanto al acusado como a posibles testigos. El ministro Interior, Horst Seehofer, anunció que investigarán hasta el final lo sucedido y calificó el miércoles la filtración de “inaceptable”.
Para el jueves han llamado ya a una nueva concentración. El sábado hay otra convocatoria, esta vez de Afd y el lunes otra más. Zschocke minimiza los saludos hitlerianos que las cámaras grabaron en las pasadas manifestaciones y desmiente que se decretara “la caza al extranjero” a pesar de los vídeos que muestran a neonazis corriendo despavoridos en busca de objetivos a los que atacar. “En una manifestación de 8.000 personas siempre hay idiotas”. Alexander Gauland, colíder de Afd se posicionó del lado de los manifestantes al considerar que es normal que la gente opte por la “autodefensa” ante las agresiones de los extranjeros.
Dice Zschocke que quieren hacer comprender a los ciudadanos del Este de Alemania que aún están a tiempo de que sus ciudades no se llenen de extranjeros como en el Oeste. “Tienen muchos más hijos y luego están los que vienen con la reunificación familiar. No queremos que dentro de 15 años el 95% de la gente que vive en Alemania sea árabe”. La teoría conspirativa de que la población nativa alemana pronto será reemplazada por musulmanes radicales es una de las que circula con frecuencia en los entornos extremistas. En la Red, se mueven como pez en el agua. “Lo hacemos todo online. Es nuestra fortaleza”, confirma Zschocke.
La prensa es para ellos como para el resto del entorno ultraderechista una fábrica de mentiras a la que increpan y agreden en las manifestaciones. “El problema es que la prensa normal no publica los crímenes que cometen los refugiados y por eso, nosotros lo publicamos. No somos Robin Hood, pero si nosotros no decimos las verdades, no las cuenta nadie”, piensa Zschocke.
A los convocantes, pero tampoco a algunos expertos de la zona les sorprende la movilización que para el resto del mundo podría parecer que nace de la nada. Conocen bien el mar de fondo extremista que aquí en Sajonia se reparte entre una miríada de organizaciones y grupúsculos, que sin embargo el lunes, se pusieron de acuerdo para estar todos presentes.
A pocos metros de la oficina de Zschocke, en otro despacho del Ayuntamiento se sienta Detlef Muller, presidente del grupo socialdemócrata (SPD) en Chemnitz. Frente a la locuacidad del representante de Pro Chemnitz, a Muller parece que la impotencia le roba palabras para describir lo que ve estos días. Los partidos tradicionales presencian con cierta impotencia la radicalización de sus vecinos a manos de los populistas de derechos y dicen estar dispuestos a actuar. La gran incógnita es cómo.
“Hay mucho descontento. La gente aquí no se siente tratada en pie de igualdad con los del oeste, pero lo cierto es que aquí las cosas marchan bien. Aún así, no podemos ignorar la percepción pesimista de la gente a la que debemos escuchar sus preocupaciones. No podemos estigmatizarles y dejarlo en manos de la derecha”, piensa Muller. Y añade: “Este problema atañe a todos los demócratas, que debemos movilizarnos”.
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