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El Licenciado implica a la mujer de El Chapo en la segunda fuga

Dámaso López, mano derecha de Joaquín Guzmán, niega cualquier implicación en el asesinato del periodista Javier Valdez en Sinaloa en 2017

Dámaso López testificando en el juicio contra Joaquín Guzmán
Dámaso López testificando en el juicio contra Joaquín GuzmánJane Rosenberg (EFE)

Pocos estuvieron tan cerca de Joaquín Guzmán como Dámaso López. Se conocieron hace dos décadas, durante la primera estancia de El Chapo en el penal de Puente Grande. Era el funcionario a cargo de la seguridad interna y tras protagonizar su fuga de esa cárcel, fichó por el cartel de Sinaloa y escaló hasta convertirse en el principal lugarteniente del capo. La relación fue tan estrecha que planeó con la esposa y los hijos del narco su segunda escapada, esta vez por un túnel excavado bajo un penal de máxima seguridad a hora y media de Ciudad de México.

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El Licenciado, el alias bajo el que se le conoce a López, explicó que Emma Coronel, la esposa de El Chapo, hacía las veces de mensajera de Guzmán y ayudó a coordinar el operativo que permitió ejecutar la evasión en julio de 2015. Celebraron varias reuniones. La primera se produjo en marzo de 2014 en Culiacán y le siguió otra en abril en la que entraron más en detalle. “Me preguntó que si quería cooperar”, comentó, “y le dije que sí”.

Emma Coronel siguió el recuento en la sala sin inmutarse. Meses más tarde, en verano de 2014, Dámaso López dijo que él y Coronel discutieron la nueva fuga en presencia de los cuatro hijos de Guzmán. Tenían que comprar un terreno al sur del penal, un almacén, una furgoneta tipo pickup blindada, localizar a las personas que iban a construir el túnel y conseguir un reloj con GPS para introducir en la celda, para así tener la localización exacta. Emma, dijo, “pasaba los recados”.

Para comienzos de 2015, el túnel estaba prácticamente acabado. El Chapo, según el recuento de El Licenciado, escuchaba ya ruido bajo el cemento de su celda. “Ocasionaba tantas molestias que el resto de los reclusos se quejaba”, explicó, “el cemento estaba muy duro y no se podía romper”. El Chapo les dijo que la evasión debía realizarse durante un fin de semana, porque los sábados y los domingos no había funcionarios ni oficales de los tribunales.

¿Quién mató a Javier Valdez?

En la audiencia de este miércoles, Dámaso López ha negado cualquier implicación en el asesinato del periodista Javier Valdez. El 16 de mayo de 2015, pistoleros mataron a Valdez en Culiacán, la capital de Sinaloa. Lo hicieron a plena luz del día, no muy lejos de la sede del semanario que había fundado años antes, Rio Doce. López ha dicho que él no tuvo nada que ver y ha señalado a los hijos de Joaquín Guzmán como responsables.

Valdez cubría desde hacía años cuestiones relacionadas con el tráfico de drogas en Sinaloa, con los grupos delictivos que se dedican a este negocio. Había escrito libros y recibido premios por ello. Era reconocido en la profesión y muy querido. Pocos asesinatos de periodistas en México generaron tanta rabia como este.

Hasta la fecha, las autoridades mexicanas tiene en custodia a dos hombres, presuntos autores materiales del asesinato. En su día se especuló con la autoría, señalando indistintamente a los hijos del Chapo y sus seguidores o al hijo de López y sus acólitos. Pero de momento no hay nada claro. El Licenciado ha señalado que cuando lo mataron, él ya estaba preso. Es cierto, la fiscalía lo detuvo justo dos semanas antes.

Guzmán consiguió fugarse el 11 de julio de 2015. “Usó una moto que llevaba una carretilla”, un vehículo sobre raíles que instalaron los constructores del túnel, describió. En la boca de salida le esperaba otra moto, esta de cuatro ruedas, pilotada por el hermano de Coronel y que le llevó hasta un almacén. De ahí, El Chapo fue trasladado a San Juan del Río, en Qurétaro, donde le esperaba un avión que le iba a transportar a las sierras de Sinaloa. A la semana de la fuga, López se vio con El Chapo. Le pidió que coordinara un encuentro con Ismael El Mayo Zambada, su socio en el cartel.

Tercer intento

Joaquín Guzmán volvería a ser arrestado poco después, en enero de 2016. Emma Coronel volvió a ponerse en contacto con Dámaso López para transmitirle que quería fugarse de nuevo. Entonces estaba en el Altiplano, pero fue trasladado a Ciudad Juárez. Eso complicaba la operación. El Licenciado reveló que sobornaron al director del sistema de prisiones en México para que les ayudara a regresar al penal del Altiplano. Le pagaron, según dijo, dos millones de dólares. Pero no lo consiguieron y El Chapo no pudo escapar por tercera vez.

El recuento volvía a colocar de nuevo a Emma Coronel en el centro de la conspiración. Al entrar en la sala, el cooperante saludó al acusado llevándose el pecho al pecho. "Es un gesto de afecto", explicó al ser interrogado por la defensa, "porque le quiero". "Las circunstancias me han puesto en esta situación", se justificó, "estoy aquí porque los hijos de mi compadre me pusieron en este lugar y por las cosas que hice para él. Hice cosas malas".

Dámaso López es el penúltimo cooperante estrella que se sube al estrado, antes de que llegue el turno de la defensa. "Mi compadre era mi patrón", aclarón. El Licenciado fue arrestado en mayo de 2017 en Ciudad de México, acusado de narcotráfico. En julio del pasado año fue extraditado y a final de noviembre fue sentenciado a cadena perpetua. Además de la condena, López accedió a devolver 25 millones de dólares. A cambio de declararse culpable, recibió protección para su familia.

Tras la primera fuga de El Chapo, López decidió dejar la prisión de Puente Grande, según explicó, porque había una investigación en curso por corrupción. La evasión de Joaquín Guzmán le complicó encontrar trabajo porque le implicaron. “Me dijo que su fuga fue improvisada”, afirmó. Al parecer, El Chapo creía que había una orden de extradición a Estados Unidos en su contra. Poco después empezó a trabajar para el presunto líder del cartel de Sinaloa.

El Licenciado empezó ayudando a conseguir casas y ranchos para El Chapo. Después, se encargó de establecer las relaciones del cartel con funcionarios de la policía local, federal y judicial, así como militares. El objetivo era obtener información sobre los movimientos de sus operativos antidroga. De ahí pasó a dirigir las comunicaciones y la logística de las operaciones para el envío de cocaína por tierra mar y aire.

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