La dimisión del Gobierno asesta un golpe a la reconciliación palestina
El primer ministro, Rami Hamdala, presenta la renuncia ante el cisma entre Fatah y Hamás
El Comité Central de Fatah, el partido nacionalista que controla la Autoridad Palestina pero solo ejerce poder real en Cisjordania, dio la puntilla el domingo al Gabinete de unidad nacional pactado en 2014. La designación de un equipo de independientes y técnicos supuso entonces un paso de acercamiento a Hamás, el movimiento islamista que gobierna de facto la franja de Gaza desde hace 11 años, tras un sangriento enfrentamiento entre ambos bandos. Los puentes que unían a las dos grandes facciones políticas parecen ya rotos. Tras la pérdida de confianza, el primer ministro, Rami Hamdala, y los ministros de su Ejecutivo han presentado este martes su dimisión en bloque al presidente Mahmud Abbas, líder también de Fatah tras suceder en 2005 al líder histórico palestino Yasir Arafat.
El dimisionario primer ministro se compromete a mantenerse al frente del Gobierno Ejecutivo hasta que se cree uno nuevo, para lo que ya se ha puesto en marcha a un comité especial, según informó la agencia estatal de noticias palestina Wafa. Abbas tendrá que conformar una nueva coalición de Fatah con otras formaciones integradas en la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), en la que no está incluido Hamás. Entre los aspirantes a ocupar el cargo de Hamdala citados por el diario Haaretz figuran el secretario general de la OLP, Saeb Erekat; el dirigente de Fatah Mohamed Shtayeh o el ministro saliente Hussein Sheij.
El intento de dejar la gestión pública palestina en manos de expertos relativamente independientes para poder acercar posturas entre las facciones ha fracasado. Los dirigentes de Fatah cuestionaron algunas de las medidas adoptadas por Hamdala, como la aprobación de la polémica Ley de Seguridad Social, que fue recibida con huelgas y protestas populares. El presidente Abbas decretó el martes la suspensión de la entrada en vigor de la impopular norma, que elevaba las cotizaciones de trabajadores y empresarios.
La brecha entre Fatah y Hamás se ha agrandado sobre todo por los ajustes económicos impuestos por el Gobierno de Ramala, capital administrativa palestina en Cisjordania. Esas medidas repercutieron en el recorte de salarios de los funcionarios, la reducción del suministro de energía eléctrica y el deterioro de la sanidad por falta de medicinas y equipos médicos en los hospitales. “El monopolio del poder de Fatah rechaza formar parte un Gobierno de unidad nacional y convocar elecciones generales”, criticó desde Gaza Husam Badran, miembro del buró político de Hamás, informa Efe.
Ambas facciones palestinas habían pactado en octubre de 2017 con la mediación de Egipto un acuerdo de reconciliación nacional que implicaba la paulatina devolución del poder a la Autoridad Palestina en la Franja de Gaza, pero sus cláusulas apenas llegaron a aplicarse.
Las negociaciones indirectas que ha mantenido Hamás con Israel para alcanzar una tregua –después de tres guerras y de los diez pasados meses de violentas protestas en la frontera del enclave– han suscitado la preocupación de Fatah por la eventual creación de un Estado palestino separado en Gaza. La intermediación de Naciones Unidas y Egipto, y las multimillonarias donaciones de Qatar en el enclave han reforzado la inquietud en el seno del partido de Abbas.
La división política palestina pesa también sobre una futura reanudación de las negociaciones de paz con Israel, suspendidas desde abril de 2014. Tanto Estados Unidos como la Unión Europea incluyen a Hamás, que no reconoce la existencia del Estado de Israel, en sus respectivas listas de organizaciones terroristas. El Gobierno ruso, mientras tanto, ha convocado el 13 de febrero a las facciones políticas palestinas a una reunión en Moscú en un nuevo intento de acercamiento.
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