El empresario más influyente de Guatemala redobla sus críticas a Jimmy Morales
Dionisio Gutiérrez, el segundo hombre más rico del país centroamericano, carga contra el presidente: "Ha sido la continuidad a Gobiernos que han empobrecido Guatemala y debilitado la democracia"
A sus 59 años, Dionisio Gutiérrez es el segundo hombre más rico de Guatemala y el empresario más influyente en la arena política del país centroamericano. A pesar de ser la cabeza visible de un poderoso grupo empresarial con presencia en los sectores tan diversos como el avícola, la telefonía móvil o la generación de electricidad, Gutiérrez no goza del aprecio del sector más ultramontano del empresariado local, que todavía privilegia el origen de sus fortunas en ser herederos de la conquista. Sin embargo, su abuelo y fundador de la dinastía, de origen asturiano, Juan Bautista Gutiérrez, apenas llegó a América en la década de 1880.
También a diferencia de otras grandes fortunas locales, que prefieren permanecer alejadas de la política —al menos, con pronunciamientos públicos—, él habla sin tapujos sobre la situación que atraviesa su país en un año marcado por las citas electorales de este verano —primera vuelta, en junio; segunda, en agosto— de las que saldrá el nombre del sucesor de Jimmy Morales. “No podemos darnos el lujo de llamarnos país, en la medida en que no somos capaces como sociedad de aliviar algunos de los gravísimos problemas que enfrentamos como la desnutrición crónica, o los niveles de pobreza, que lejos de reducirse, aumentan. Esto, en los tiempos que corren, no solo es inaceptable, si no motivo de vergüenza”, dice en entrevista con EL PAÍS.
Han pasado solo tres semanas desde que Gutiérrez lanzase su mayor crítica al todavía presidente, cuya popularidad está en mínimos tras los casos de corrupción vinculados a su entorno y el daño a la imagen internacional del país derivado del giro en materia de derechos humanos. "La devastación institucional que usted deja es una amenaza para la democracia, el Estado de derecho y para la libertad", dijo en alusión directa a Morales. "Su plan de Gobierno fue mantener la captura del Estado; viola la Constitución cada vez que le da la gana; lejos de liderar el esfuerzo de la lucha contra la corrupción la destruyó… Solo esperamos que, cuando usted se vaya, se encuentre con la justicia". Un durísimo alegato que llamó aún más la atención por salir de la boca de uno de los hombres con mayor poder económico de Guatemala.
Tras décadas de dedicación exclusiva a los negocios familiares, Gutiérrez cedió en 2010 la copresidencia del grupo empresarial a uno de sus hermanos para dedicarse en exclusiva a la gran pasión de su vida: la academia. Y, más concretamente, al estudio y al análisis político no solo de Guatemala, sino de Centroamérica en su conjunto. Llega a la cita con EL PAÍS enfundado en su indumentaria habitual: camisa blanca impecable y chaqueta azul sin corbata. Habla con calma y reitera su percepción de que la gestión de Morales ha sido desastrosa para Guatemala: “El Gobierno de Jimmy ha sido la continuidad a una sucesión de Gobiernos que han afectado la economía, empobreciendo al país y debilitando las instituciones de la democracia", apunta. "Esos tres elementos generan una dinámica muy destructiva. Y si, como sociedad no somos capaces de corregirlos, enfrentaremos una época de tormentas muy duras".
El empresario se muestra igualmente pesimista respecto al futuro más inmediato de su país. "Estamos inmersos en un proceso electoral que repite la forma en que funcionan los partidos políticos y la oferta electoral con proyectos improvisados, de última hora", subraya sentado en su despacho. "Se salvan dos o tres opciones, con gente honesta a la cabeza. El resto es más de lo mismo: la continuidad de un modelo político destructivo, disfuncional, que empobrece, que evita que la economía crezca y que mantiene al Estado capturado por grupos criminales tradicionales".
Gutiérrez debe mucho de su fortuna a su abuelo, el que abrió la brecha y permitió el desarrollo de un imperio empresarial. Tras décadas de trabajo, el patriarca funda, en 1920, el grupo Multi Inversiones del que sus nietos, Dionisio y Juan Luis Bosh, se convirtieron en multiplicadores excepcionales en palabras de otro miembro destacado de la familia, el escritor Francisco Pérez de Antón. El buque insignia de su emporio es Pollo Campero, con alrededor de 400 restaurantes en 15 países tan alejados como China, España o Estados Unidos. Pero en su historia no todo ha sido miel sobre hojuelas: la muerte de su padre, en 1974, en un accidente aéreo le dejó, con solo 15 años, al frente de los negocios. “Fue una experiencia terrible pero que, a la vez, nos hizo fuertes”, comenta 45 años después.
En su radiografía nacional, el empresario —al frente, también, de la Fundación Libertad y Desarrollo— utiliza símiles médicos. Guatemala, dice, presenta una crisis multisistémica: el país está en cuidados intensivos, con graves dolencias en la cabeza, el corazón, el hígado, los pulmones… "Así que, ¿por dónde empezamos?, ¿qué hacemos para evitar que el paciente muera?", se pregunta retóricamente. Ese es su diagnóstico. El tratamiento, dice, pasa por empezar a corregir la parte que más peligro representa y aliviarlo en la medida de lo posible, sin descuidar el tratamiento de los otros síntomas. "Tenemos un saldo negativo acumulado tan grande, que el empezar a resolver nuestros problemas representa un reto académico, intelectual, político, social y económico extraordinario. Es nuestra responsabilidad, especialmente de las élites, encontrar la forma de llegar a consensos mínimos que nos permitan empezar a darle tracción a este gran esfuerzo para empezar a resolver los problemas históricos del país".
Gutiérrez se anima también a aportar la medicina: "Como sociedad hemos sido incapaces de construir una generación de dirigentes políticos capaces de participar en un ejercicio responsable, serio, con visión de Estado y con proyecto de país. Crear un marco propicio para el crecimiento económico y, especialmente, buscar la forma de aliviar los grandes problemas sociales que padecemos", agrega. Guatemala, dice, no tiene un modelo de desarrollo. "Y el sistema político ya colapsó y lo que vemos para las elecciones de junio, con más de 20 candidatos a la presidencia, es un fenómeno que sólo se ve en los países más atrasados. Así puede pasar cualquier cosa: podemos, incluso, caer en manos de un nuevo Gobierno que profundice más las crisis que ya vivimos".
Su radiografía de Guatemala es fruto de miles de horas de investigación por parte de especialistas de sus diferentes centros de pensamiento, aglutinados en la Fundación Libertad y Desarrollo. Su preocupación por cuestiones sociales y políticas ha llevado a muchos guatemaltecos a preguntarse si su último propósito es, en realidad, pasar a la acción y buscar una candidatura. Él siempre lo ha negado con vehemencia: "Vivo en la acción, tratando de rescatar a la política y a los partidos. [Pero] buscar la presidencia no forma parte de mi agenda de vida". "Estoy convencido", cierra, "de que puedo ser más efectivo desde las instituciones en las que trabajo. No veo las condiciones para que una persona como yo pueda participar en la política partidista".
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