Crónica de un reino africano: divorcio y asesinato en Lesoto
El primer ministro, investigado por la muerte de su esposa unos días antes de comenzar su mandato, se resiste a renunciar al cargo pese a las presiones de la justicia y la oposición
Una primera dama tiroteada. Otra, su sustituta, como presunta asesina. Y el primer ministro, sospechoso de orquestar el homicidio. El escarpado reino de Lesoto, nombre oficial del pequeño país africano (algo más de dos millones de habitantes), es de las pocas naciones en el mundo sin casos registrados de la covid-19. Su primer ministro, Thomas Thabane, ha cerrado el territorio —rodeado por Sudáfrica a lo largo de toda su frontera— y ha aplicado medidas de confinamiento. Thabane podría jactarse de liderar uno de los países que resiste a la pandemia, pero su figura está lejos de ser aplaudida. Un asesinato aún sin resolver le señala: el de la ex primera dama, su esposa. Un drama que está empujando al reino de Letsie III a una crisis nacional. Thabane manifestó este jueves que ya no tiene energía para continuar en el puesto, mientras la oposición pide su marcha inminente.
El primer ministro, a sus 80 años, resiste en el cargo incluso bajo la feroz presión de su propio partido —el ABC, All Basotho Convention—, mientras las pistas y revelaciones a cuentagotas van reconstruyendo y alimentando el misterio alrededor del crimen. El caso se remonta a 2017. Lipolelo Thabane, casada con Thomas Thabane, tenía 58 años el 14 de junio de 2017, fecha de su muerte. Faltaban dos días para que su marido jurara por segunda vez el cargo de primer ministro de Lesoto. Hacía más de cinco años que no vivían juntos, pero ella quería mantener sus privilegios de primera dama y, aunque en plena pugna por el divorcio, estaba ganando la batalla legal. Su matrimonio seguía vigente cuando a Lipolelo la tirotearon cerca de su casa, a las afueras de la capital, Maseru. La amiga que estaba con ella sobrevivió.
La policía habló en aquel momento de “atacantes desconocidos”. Thomas Thabane dijo estar devastado por ese asesinato ”sin sentido”, pero celebró la inauguración de su segundo mandato (no consecutivo) sin alteración alguna, antes del funeral, dos días después del crimen, al lado de su nueva compañera, Maesaiah Liabiloe. A los dos meses, Thabane y Maesaiah se casaron en una gran celebración pública en el estadio de Maseru. La nueva primera dama adquiría así los privilegios que hubiera poseído Lipolelo si aún estuviera viva. Y el misterio del crimen quedó suspendido en el aire helado del invierno austral.
Durante dos años no hubo nada. Ni detenciones, ni acusados. Lesoto siguió en su normalidad eminentemente rural y dependiente de Sudáfrica. La economía del llamado Reino del cielo —el 80% de su superficie está por encima de los 1.800 metros— funciona al ritmo del estado que le rodea: las aduanas, la exportación de agua y las remesas de los mineros emigrados representan la mayoría de los ingresos del país. Y es también en Sudáfrica donde se exilian los amenazados de muerte de las tumultuosas luchas de poder.
Pero en los últimos meses ha habido un giro dramático y shakesperiano. La investigación policial ha completado una lista con cinco acusados. En ella están la primera dama, Maesaiah; el primer ministro, Thomas Thabane, y tres músicos de los violentos clanes de Famo, la música tradicional, entre los que figura el legendario Chakela. A excepción del primer ministro, todos ellos están acusados formalmente, incluida la primera dama, que se dio a la fuga por unas semanas pero acabó compareciendo y ahora está en libertad bajo fianza. Si Thabane no lo está, es por la inmunidad de su cargo, que la Corte Suprema está pendiente de revisar.
La policía cree que el asesinato lo encargó el matrimonio que lidera el país y lo ejecutaron miembros de la pandilla de Chakela, que es una de las grandes bandas musicales y criminales del país. El Famo es un estilo musical popular a golpe de acordeón que se ha convertido hace dos décadas en sinónimo de sangrientos ajustes de cuentas. La rivalidad entre músicos de clanes enfrentados es hoy una guerra abierta, con cientos de víctimas y complicidades políticas. Y los hombres de Chakela, próximo al partido de Thabane y a la actual primera dama, habrían sido, según la investigación, los sicarios que eliminaron a Lipolelo.
Hay una llamada desde la escena del crimen al teléfono del primer ministro. Hay comunicaciones entre los hombres de Chakela y el matrimonio durante los días previos al homicidio. Y hay móvil. Pero el proceso está parado ahora por la pandemia.
El escándalo está desestabilizando el país desde el pasado mes de febrero, cuando empezaron a aflorar todos estos detalles y la justicia acusó a Maesaiah. Thabane aceptó renunciar, pero no antes de finales de julio. Y la testigo clave, la amiga que sobrevivió al asalto, tuvo que huir a Sudáfrica por miedo, ya que en Lesoto nadie la protege a pesar de estar en el centro de una investigación tan delicada.
Ahora, unas nuevas revelaciones de la agencia Reuters añaden aún más confusión a la tragedia. Un poderoso hombre de negocios, próximo a Thabane, asegura que Lipolelo aceptó el divorcio horas antes de ser abatida. El mismo día.
El último fascículo del drama llega mientras las minas retoman la actividad con precauciones contra el virus tanto en Lesoto como en Sudáfrica. Mientras el 80% de los pueblos de Lesoto pasan las noches sin luz. Mientras todos los acusados siguen libres. Y mientras la testigo principal del homicidio más célebre de Lesoto, asustada, intenta esconderse de unos presuntos asesinos que se sientan en el poder.
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