Biden despega en los sondeos frente a un Trump erosionado por la crisis
El rebrote del virus añade problemas al presidente, que acelera su campaña
La policrisis que sacude Estados Unidos está pasando factura a Donald Trump y elevando en las encuestas a su contrincante demócrata de cara a las elecciones presidenciales de noviembre. El exvicepresidente Joe Biden, que se mantiene confinado por la pandemia y ha reducido al mínimo los actos en el exterior, aventaja en 10 puntos al presidente, según la media de sondeos que elabora Real Clear Politics. A cuatro meses de las elecciones, se trata de la mayor distancia entre ambos desde que comenzó el año. El rebrote del virus añade problemas al republicano, que sí ha multiplicado su agenda.
Cuando se ven las encuestas de este 2020 siempre regresa a la memoria ese 2016 cuyos resultados en las urnas dejó en cuestión a los sondeos. La ventaja de Hillary Clinton a nivel nacional se mantuvo hasta el final, pero acabó derrotada frente un candidato que parecía imposible, el histriónico magnate Donald Trump. La demócrata ganó en votos, por casi tres millones, pero la elección en Estados Unidos es indirecta y, al traducirse cada papeleta en votos electorales (ponderados por territorios), perdió. El pinchazo en Estados bisagra como Michigan, Pensilvania y Wisconsin decidió su suerte.
Hoy, el modelo electoral es el mismo, pero ni las encuestas ni el escenario resultan equivalentes. En el ámbito nacional, la distancia entre Clinton y Trump era menor a estas mismas alturas en el promedio del sitio Real Clear Politics: el 25 de junio de 2016, la exsecretaria de Estado ganaba por seis puntos (43% a 37%), mientras que, cuatro años después, la brecha ese mismo día —este jueves— entre Biden y el presidente alcanzaba los diez puntos (51% a 41%). Y las cifras en los Estados clave de 2016, que fueron más dudosos para Clinton, están empezando a sonreír también al exvicepresidente de la era Obama. Biden se sitúa ganador en los tres que liquidaron a Clinton, mientras que en Ohio pierde.
El Centro de Política de la Universidad de Virginia también acaba de cambiar su nota sobre Pensilvania, del empate a favorable de Biden (de donde es oriundo), y la de Florida, de control republicano a empate. Aun así, Miles M. Coleman, analista de esta institución, enfría las expectativas sobre el más que probable aspirante de los demócratas. “Creemos que estos últimos sondeos tienen algo de subida de azúcar para Biden. En parte se debe a la gran exposición de Trump y la poca de Biden, quien no es un candidato brillante, sino propenso a las meteduras de pata. Pero esta situación cambiará cuando la elección esté más cerca y las preferencias de los votantes serán más claras”, afirma. “Biden está por delante, no hay duda de eso, pero las cifras están algo infladas”, recalca.
Uno de los últimos sondeos, el elaborado por The New York Times y Sienna College, presenta un liderazgo de hasta 14 puntos de Biden frente a Trump, del 50% al 36%, arrasando entre los votantes negros e hispanos y aumentando la ventaja entre los jóvenes y las mujeres. El demócrata aventaja al republicano en 22 puntos en el electorado femenino, hasta 74 puntos en el afroamericano y ha estrechado diferencias con Trump entre los blancos. Según esa encuesta, el magnate neoyorquino solo supera en un punto a Biden entre los blancos en general, si bien mantiene 19 entre los que no tienen título universitario.
Las esencias de 2016
La historia estadounidense dice que los presidentes que acuden a las urnas suelen ganar la reelección, que los presidentes de un solo mandato —el demócrata Jimmy Carter o el republicano George Bush padre— resultan más infrecuentes que los de dos. Pero la historia se ha encontrado en 2020 con unas elecciones fuera de todo parámetro, con la peor pandemia en un siglo, que ha puesto en pausa a medio mundo; con una crisis económica que no se veía desde la Gran Depresión y una oleada de movilizaciones sociales, detonadas por el rechazo al racismo, que recuerdan a las de 1968. Ni los sondeos ni los precedentes permiten vaticinar qué puede ocurrir en los comicios del 3 de noviembre, en los que la participación, además, se puede ver muy castigada por el coronavirus y las medidas para frenarlo.
Trump ha perdido la baza electoral de la bonanza económica, aunque sigue siendo visto en los sondeos como mejor gestor económico que su rival demócrata, según encuestas de CNN y de The Wall Street Journal de este mes. Sin embargo, sale mal parado como comandante en jefe frente a la crisis sanitaria —que se ha llevado por delante ya 120.000 vidas en el país— o las tensiones sociales.
El republicano ha optado por erigirse en presidente de la “ley y el orden”, evocando el mensaje nixoniano de 1968, y agitando también las esencias de 2016: el rechazo a la inmigración y la reivindicación de la identidad blanca americana. En la ola de protestas y actos vandálicos contra estatuas de la América esclavista o del pasado colonial ha encontrado un nuevo hilo del que tirar. “He autorizado al Gobierno federal que arreste a cualquiera que ataque o destruya un monumento, estatua o cualquier otra propiedad federal en EE UU, lo que según la ley de preservación y homenaje de veteranos pueden ser hasta 10 años de cárcel”, escribió el miércoles en su cuenta de Twitter.
El sábado pasado, en su mitin de Tulsa (Oklahoma), también anunció —sin base— que propondría una ley para que “quien queme una bandera estadounidense pase un año de cárcel”, pese a que el Tribunal Supremo determinó en 1989 que hacerlo es un acto protegido por la primera enmienda de la Constitución, la del sacrosanto derecho a la libertad de expresión. Pinchó en número de asistentes, pero entusiasmó a su público. Las elecciones no se ganan solo con las bases y Trump ha hecho poco por seducir a los moderados en estos tres años y medio de Gobierno. Por contra, en un cuerpo a cuerpo, la energía del republicano apaga a Biden. Las campañas de ambos y otros candidatos discurren hoy por canales completamente distintos, pero a medida que se acerque al otoño se encontrarán.
Convenciones políticas dispares
Tanto Donald Trump como Joe Biden aún deben quedar confirmados como candidatos oficiales de su partido en las convenciones que se celebrarán el próximo agosto. Los demócratas anunciaron el miércoles que la mayor parte de los eventos de su convención se desarrollarán de forma virtual para evitar los contagios del coronavirus y pidieron a los delegados o compromisarios que votan finalmente la candidatura que se queden en casa. El exvicepresidente aceptará la nominación en un acto en Milwaukee (Wisconsin), lugar inicialmente escogido para la fiesta demócrata, pero poco más que eso. Trump, por el contrario, quiere un evento a lo grande. Disgustado con el gobernador demócrata de Carolina del Norte por sus ordenanzas de distanciamiento, promovió el traslado a Jacksonville, en Florida. Parte de la actividad se desarrollará en Charlotte, debido al contrato firmado, pero Trump dará el discurso de aceptación en un gran pabellón de Jacksonville.
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