La muerte de Breonna Taylor a tiros queda sin culpable
Un Gran Jurado solo imputa por violencia excesiva a uno de los tres agentes que acabaron con la vida de la joven afroamericana
La ciudad de Louisville imponía toque de queda y se preparaba esta tarde del martes para posibles protestas que pudieran derivar en actos de violencia tras el anuncio de la imputación de un antiguo agente de la policía de esa ciudad de Kentucky por la muerte de Breonna Taylor, una joven afroamericana que fue tiroteada el pasado 13 de marzo en su propia casa en plena madrugada como resultado de una errónea operación contra una banda de tráfico de drogas. Un gran jurado ha imputado al exagente Brett Hankison por tres cargos de violencia excesiva en relación con el suceso, mientras que los otros dos policías —John Mattingly y Myles Cosgrove—, que participaron en el asalto, no han sido acusados. A los tres, el Gran Jurado les ha exonerado de la muerte de Taylor.
Hankison fue el único de los agentes que fue despedido del departamento de policía tras la muerte de la mujer de 26 años, con una carta por parte de sus superiores que especificaba que se le expulsaba del cuerpo por haber demostrado “extrema indiferencia por el valor de la vida humana”. La primera reacción de la familia de Taylor sobre la decisión del Gran Jurado ha sido de indignación al considerar el pronunciamiento “ofensivo e indignante”.
En los tiempos de Black Lives Matter, cuando se ha logrado visibilizar la discriminación racista y la violencia policial en Estados Unidos, la ciudad de Louisville afrontaba su propia tragedia instituyendo una serie de reformas policiales y anunciando el pago de 12 millones de dólares a la familia de Breonna Taylor para dar carpetazo a la demanda por la muerte de la técnico del servicio de emergencias de salud.
La muerte de Taylor se produjo poco más de dos meses antes que la del afroamericano George Floyd en Minneapolis a manos de la policía y que generó, en intensidad y en alcance geográfico, el movimiento de protesta más grande de la historia de Estados Unidos.
Errónea redada contra drogas
Un grave error sobre el que, en principio, las autoridades se pasaron la responsabilidad como una patata caliente, resultó en la muerte de la joven. En la madrugada del 13 de marzo se desplegó en el South End de Louisville una operación táctica policial contra varios vendedores de crack de forma simultánea en varios lugares. Agentes vestidos con chalecos antibalas de la policía se posicionaron afuera del apartamento donde dormía Taylor con su novio, y que los agentes consideraban parte de la red de distribución de drogas.
Existe un testigo que ha declarado ante el Gran Jurado que oyó a la policía identificarse, pero sin embargo, la pareja de Taylor, creyendo que les atacaban unos malhechores respondió con disparos al tiroteo que abrió la policía (a través de una ventana con cortinas cuando el protocolo indica que los agentes deben de tener una clara visión del objetivo contra el que disparan).
El resultado fue una lluvia de 10 tiros contra Breonna Taylor, seis de los cuales acabaron en su cuerpo, y uno que resultó mortal, según la fiscalía. Debido a que no fueron los agentes los que dispararon primero, sino el novio de Taylor sintiéndose amenazado, los expertos legales que se han pronunciado sobre el caso consideran altamente improbable que ninguno de los agentes sea acusado de su muerte.
La imagen y el nombre de Taylor se ha convertido en parte del movimiento nacional sobre la injusticia racial que es el pecado fundacional de este país. A la espera de que se conociera la decisión del Gran Jurado, cientos de personas se congregaban en la ciudad de Louisville, que se había preparado con barricadas ante una posible noche de disturbios que acabe con la ciudad en llamas.
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