Trudeau pierde fuelle en el inicio de campaña en Canadá
El primer ministro, que aspira a un tercer mandato, afronta un panorama más complejo del que imaginaba al convocar elecciones
La campaña electoral en Canadá va cogiendo velocidad. Los sondeos previos al inicio de la carrera electoral dibujaban una especie de referéndum para el primer ministro en funciones y líder de los liberales, Justin Trudeau, gracias a la ventaja de su partido sobre los conservadores (entre cinco y ocho puntos porcentuales). Parecía que los comicios del 20 de septiembre servirían únicamente para decidir si el Gobierno presidido por Trudeau obtendría la mayoría absoluta o tendría que pactar algún apoyo para lograr su tercer mandato. Sin embargo, las encuestas más recientes ubican ya la diferencia de los liberales en un rango tan estrecho que entra dentro de los márgenes de error.
El pasado día 15 de agosto Trudeau solicitó a Mary Simon, gobernadora general de Canadá, la disolución de la legislatura y anunció la convocatoria anticipada de los comicios, dos años antes de completar el mandato. Los liberales perdieron en 2019 la mayoría absoluta en la Cámara baja -fijada en 170 diputados-, al obtener 157 asientos de los 338 en disputa, 20 menos que los obtenidos en su primera victoria en 2015. Trudeau venía advirtiendo desde hace meses que la oposición bloqueaba diversas propuestas de su Gobierno y ese está siendo su lema de campaña. El primer ministro ha basado su propuesta en que “los canadienses deben elegir cómo terminamos la lucha contra la covid-19 y reconstruimos de la mejor manera” y ha insistido en el apoyo brindado por su Gobierno a la ciudadanía durante la pandemia.
Pero en plena recuperación, ese mensaje no parece calar en la ciudadanía. Christian Noël, analista de Radio-Canadá, considera que ese mensaje hubiese funcionado mejor meses atrás, “en momentos en que el presupuesto federal estaba aún muy fresco en la memoria de los canadienses y la ansiedad por la pandemia y la vacunación se situaban en un nivel más alto”. Actualmente, el 74% de la población ha recibido al menos una dosis de la vacuna y el 66,5% ya ha recibido la pauta de vacunación completa. El presupuesto aprobado por el actual Gobierno incluye unos 100.000 millones de dólares canadienses (67.400 millones de euros) para impulsar la recuperación pospandémica, así como la creación de una red nacional de guarderías. Ninguna de esas iniciativas son nuevas para los electores por lo que las referencias de Trudeau suenan a antiguo.
Los liberales tuvieron que pactar el apoyo de al menos un partido de la oposición para sacar adelante los planes de protección económica contra la covid-19 y otros proyectos liberales de envergadura. De ahí que las denuncias de “obstrucción parlamentaria” que esgrime Trudeau no hayan sido la constante de estos dos años de Gobierno. Para la oposición, la convocatoria de elecciones anticipadas es simplemente una decisión “egoísta” e “innecesaria” del jefe liberal. La fecha límite para efectuar nuevos comicios era el 16 de octubre de 2023. Trudeau dio el paso faltando poco más de dos años.
Eric Montigny, profesor de Ciencia Política en la Universidad Laval, considera que “formar un Gobierno mayoritario, el objetivo que se fijó Trudeau al anticipar elecciones, se ha vuelto más difícil de lo que él había imaginado. Mucha gente se pregunta aún, tras varios días de campaña, por qué hay que celebrar elecciones. Trudeau ha fallado en convencer a los ciudadanos” de la necesidad de convocar las urnas antes de tiempo, asegura. Un sondeo de Léger, publicado esta semana, arroja que el 69% de los consultados considera que el llamamiento a las urnas debía haberse retrasado al menos un año.
Académicos, encuestadores y periodistas han identificado los temas que inquietan actualmente a los canadienses. La cuarta ola pandémica aparece en las listas, pero la preocupación por el medio ambiente y el coste de vida (la inflación es la más alta en 10 años) aparecen más arriba en algunas de las encuestas. Trudeau está ajustando su estrategia y ha anunciado ayudas para facilitar la adquisición de una primera vivienda y se ha comprometido a aumentar los impuestos sobre los grandes bancos, entre otros.
Dos críticas a los liberales han tenido un notable eco. Trudeau anunció a finales de julio un plan para dar refugio a miles de afganos que colaboraron con las tropas canadienses o que sufren persecución por su activismo. Sin embargo, la gestión del programa y el retraso de su puesta en marcha levantaron críticas. El 22 de agosto, Chrystia Freeland, ministra de Finanzas, publicó en Twitter un mensaje que fue retuiteado por Trudeau y el Partido Liberal. Ahí afirmaba que Erin O’Toole, líder de los conservadores, quiere privatizar la sanidad, e incluía un vídeo editado de una entrevista que dio el año pasado. Twitter etiquetó la publicación como “contenido multimedia alterado” y los conservadores presentaron una queja ante la junta electoral.
O’Toole, que dirige a los conservadores desde agosto de 2020, ha visto respaldada su posición en este inicio de la campaña. Los ataques recibidos por parte de los liberales y su incansable presencia mediática han servido como palanca a su apoyo en las encuestas. Pero no solo. “O’Toole asumió un gran riesgo y parece que le está dando resultado”, escribió John Ibbitson en The Globe and Mail. El jefe de los conservadores se ha desplazado hacia el centro, dejando de buscar el aplauso de los sectores más radicales de su partido. Ha señalado que la crisis de los opioides debe tratarse como un problema sanitario y que no abrirá negociaciones sobre el aborto. A su vez, ha tendido la mano a los trabajadores y prometido recursos en distintos programas sociales. Cerrar el grifo presupuestario, como acostumbran los conservadores, no parece la mejor estrategia electoral tras las millonarias iniciativas puestas en marcha por los liberales durante la pandemia.
“Su discurso busca sumar diputados en Ontario y Quebec, fundamentales para ganar”, afirma Eric Montigny. Pese a que el partido de Trudeau no ha tenido sus mejores días, recalca Montigny, falta aún largo trecho en la campaña. “Los liberales no se quedarán cruzados de brazos. Veremos también qué ocurrirá en los debates”, agrega. Las citas entre los líderes de las distintas formaciones están programadas para los días 2, 8 y 9 de septiembre.
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