Francia compara a Biden con Trump en su estrategia de ignorar a los aliados
París acusa al Gobierno australiano de traicionar su confianza al romper un contrato de miles de millones para construir submarinos
El mundo posterior a la salida de Estados Unidos de Afganistán toma cuerpo a pasos acelerados, y Europa se da cuenta del peligro de caer en la irrelevancia. El acuerdo militar entre EE UU, el Reino Unido y Australia para contener el ascenso de China tomó el jueves por sorpresa a la Unión Europea y ha provocado una reacción entre la cólera y el desconcierto de Francia, principal perjudicada.
El acuerdo implica la renuncia, por parte de Australia, al contrato para la fabricación y adquisición de 32 submarinos franceses propulsados por diésel, y su sustitución por submarinos estadounidenses de propulsión nuclear. La iniciativa deja a Francia sin un contrato jugoso. Y deja fuera del tablero geopolítico a la primera potencia militar de la UE con territorios en los océanos Pacífico e Índico que y, por este motivo, considera que esta región pertenece a su área de influencia.
“Es, para hablar claro, una puñalada por la espalda”, declaró en la cadena de radio France Info el ministro francés de Exteriores, Jean-Yves Le Drian. “Habíamos establecido con Australia una relación de confianza, hoy esta confianza ha sido traicionada.”
Ni en París ni en Bruselas nadie sabía nada ni estaba avisado de que el presidente estadounidense, Joe Biden, anunciaría en la noche del miércoles el llamado partenariado Aukus (acrónimo inglés de Australia, el Reino Unido y Estados Unidos). Así lo explicó el alto representante para la Política Exterior de la UE, Josep Borrell, que unas horas después del anuncio presentó la estrategia europea para el Indopacífico. Y así lo indicaron varios responsables franceses entre reproches a Australia de deslealtad y traición por romper el acuerdo de los submarinos y acusaciones a EE UU por practicar, según París, una política exterior comparable a la del anterior presidente, Donald Trump.
El argumento francés es que Australia ha roto el contrato para los submarinos, firmado en 2019, sin avisar y negociando a escondidas con otro proveedor, Estados Unidos. El 31 de agosto, Le Drian y la ministra francesa de Defensa, Florence Parly, se reunieron por teleconferencia con sus homólogos australianos, Marise Payne y Peter Dutton. El comunicado final de la reunión, suscrito por los cuatro, decía: “Ambas partes se ha comprometido a profundizar la cooperación en la industria de la defensa y en reforzar las capacidades punteras en la región. Los ministros han subrayado la importancia del programa de los futuros submarinos”. Ni una mención a la posible ruptura: el contrato parecía firme.
Le Drian sugirió que EE UU, a escondidas de París, había pactado con Australia para quedarse con el contrato de los submarinos, que elevaba a 35.000 millones de euros y debía reportar 8.000 millones para la empresa francesa Naval Group. “Lo que me preocupa en todo esto también es el comportamiento americano. Esta decisión unilateral, brutal, imprevisible, se parece mucho a lo que hacía el señor [Donald] Trump”, dijo el ministro. Y remachó: “Esto, entre aliados, no se hace”.
La presidencia de Trump llevó a una situación crítica la relación entre Estados Unidos y Europa. La llegada a la Casa Blanca del actual presidente, Joe Biden, fue recibida con alivio en muchas capitales europeas.
Más allá de los submarinos, hay divergencias de fondo entre Francia y otros socios de la UE, y la Administración de Biden en la política hacia China. París y Berlín buscan un equilibrio entre Pekín y Washington, y rehúyen los tambores de nueva guerra fría que anuncia el pacto entre EE UU, el Reino Unido y Australia.
“El acuerdo muestra la continuidad que existe entre Biden y sus dos antecesores, [Barack] Obama y Trump”, analiza el especialista en geopolítica Dominique Moïsi, del laboratorio de ideas Instituto Montaigne. “Como Obama, Biden dice: ‘Lo importante es Asia’. Y, como Trump, dice: ‘Lo importante es el America first, América primero”.
Moïsi añade: “Lo que esto traduce es una especie marginalización de Europa en el plano estratégico. Lo que dicen Biden y el primer ministro australiano [Scott Morrison] es: ‘No existís comparados con nosotros. Ahora las cosas se ponen serias. La cuestión es China, el equilibrio de las potencias en esta gran zona indopacífica, y vosotros no estáis a la altura de los desafíos”.
La cuestión, tras el acuerdo militar entre Estados Unidos, el Reino Unido y Australia es si este representa un desaire a toda la UE y una señal de que, como pide el presidente francés, Emmanuel Macron, tiene que impulsar una autonomía militar que le permita actuar sin depender de EE UU. O si, al contrario, representa ante todo una afrenta a Francia, por la pérdida económica que implica la ruptura del contrato para fabricar submarinos para Australia y también por lo que revela sobre su capacidad de influencia en uno de sus ‘patios traseros’, el Índico y el Pacífico.
Para Francia, confirma el diagnóstico realizado tras la retirada estadounidense de Afganistán en agosto: ni Francia ni la UE pueden confiar eternamente en EE UU y Europa debe asumir sus responsabilidades globales. “No hay otra vía creíble”, declararon en un comunicado los ministros franceses de Exteriores y Defensa, Le Drian y Parly, “para defender nuestros intereses y valores en el mundo, incluido en el Indopacífico”.
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