El nuevo Gobierno alemán cierra un pacto europeísta que abre la puerta a reformas
El tripartito encabezado por Scholz acepta cambios en las reglas fiscales de la UE y muestra mano dura a Polonia y Hungría
La Alemania de Olaf Scholz se aleja de la imagen de miembro gruñón del club europeo que dio en los peores años de la crisis del euro. Sin dar un gran vuelco respecto a su tradicional ortodoxia fiscal, el tripartito que se prepara para tomar las riendas de la primera potencia del continente da muestras de mayor apertura y de un europeísmo desacomplejado. En el documento presentado este miércoles por socialdemócratas, verdes y liberales, la palabra Europa aparece 254 veces frente a las 144 en las que se menciona a Alemania.
Berlín se abre a reformar las reglas de gasto de los países de la UE, admite con naturalidad la emisión de deuda conjunta europea del plan de ayudas Next Generation EU y apuesta por la unión bancaria. La paradoja es que estos avances los capitaneará el líder de los halcones, el liberal Christian Lindner, que asumirá la cartera de Finanzas. El lobo deberá pastorear el rebaño. A preguntas de los periodistas, el ministro de Finanzas in péctore aseguró este miércoles que él no está ahí para servir a su partido, sino al país.
El contrato firmado por los tres partidos no supone una revolución. Pero sí da muestras de mayor vuelo europeo: con cambio de tratados incluido que deberían desembocar en una federación de estados europeos. Es esta una apuesta improbable a medio plazo, pero marca el camino por el que quieren transitar los hombres y mujeres que a partir de ahora mandan en Berlín.
“La lectura del texto da la idea de un Gobierno muy favorable a una fuerte integración europea, con una declaración sin ambages para asegurar la primacía del Estado de derecho y una mención a cambios en los tratados”, resume Guntram Wolff, del instituto bruselense Bruegel. “Esto son palabras mayores que requerirían un cambio constitucional”, añade Miguel Otero, del Instituto Elcano.
En la actual coyuntura europea también cobra importancia el mensaje que, de forma indirecta y sin mencionarlos, se manda a países como Hungría y Polonia. “Apoyaremos las propuestas de desembolso de fondos de la Comisión Europea solo cuando se garanticen requisitos como la independencia judicial”, aseguran los tres partidos, en un disparo a la línea de flotación de los Gobiernos ultraconservadores de Varsovia y Budapest. Y, frente a los intentos de golpear la supremacía de la justicia europea, Alemania propone reforzar al Tribunal de Luxemburgo alargando el mandato de sus jueces a 12 años. Se intuye en este capítulo la mano de Los Verdes, destinados a asumir la cartera de Exteriores y que reclaman una línea más dura frente a países como China o Rusia.
El futuro canciller Scholz y sus socios entran también en algunos de los asuntos que más van a influir en cómo Europa sale de la crisis del coronavirus. El Pacto de Estabilidad —la norma que fija los límites de déficit y deuda en los estados miembros, congelada a raíz del colosal golpe que supuso la pandemia— debe reformarse para ser “más simple y transparente”. El objetivo de fondo es “asegurar el crecimiento, mantener la sostenibilidad de la deuda y garantizar inversiones sostenibles y respetuosas con el clima”. Pero casi tan importante en este texto es lo que dice como lo que omite: los tres partidos no ponen ningún límite a esta reforma.
“Una buena noticia”
“El documento es una buena noticia para Europa porque permite explícitamente desarrollar las reglas fiscales; y además no contiene ninguna línea roja para las negociaciones futuras. Ahora corresponde a los socios europeos y a la Comisión asumir las palabras con las que se presenta la nueva coalición”, asegura Lucas Guttenberg, subdirector del Centro Jacques Delors de la Hertie School.
El proceso de unión bancaria —cuya finalización no termina de llegar por las resistencias de los países del norte a asumir costes de las entidades del sur— debe completarse “para fortalecer la competitividad de los institutos de crédito alemanes y del resto de Europa”. El documento cuela uno de los grandes tabúes entre los halcones: la creación de un fondo de garantía de depósitos, aunque líneas más abajo desagua esta propuesta con la insistencia de que antes de su establecimiento los bancos deberán reducir el riesgo de sus balances.
Por primera vez en 16 años, Angela Merkel no marcará el destino de Alemania. Su sucesor ha redoblado la apuesta europea aunque conviene no llamarse a engaños: en Berlín el cambio será tranquilo, no habrá giros de 180 grados. Los partidos gobernantes recuerdan la necesidad de que los socios europeos mantengan unas finanzas públicas estables y recuerdan la preocupación ciudadana por la estabilidad de precios.
Wolff recuerda que el interés por la estabilidad económica y las políticas ortodoxas es algo que recorre prácticamente todo el espectro político alemán. De ahí que no vaya a haber grandes sorpresas. “Quedó claro hace cuatro años, cuando a Scholz le preguntaron por su papel en el Gobierno de coalición de Merkel y respondió que, en Alemania, un ministro de Finanzas actúa siempre como un ministro de Finanzas”, recuerda el director de Bruegel. “No veo en Scholz una apuesta visionaria ni idealista, pero sí una determinación clara por una Europa más soberana”, cierra Otero.
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