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Del ‘Davos ruso’ con Merkel o Macron al foro internacional de los talibanes y separatistas

La 25ª edición del Foro Económico Internacional de San Petersburgo refleja la imagen de aislamiento internacional que vive Rusia por la ofensiva contra Ucrania

Una participante en el Foro Económico de San Petersburgo sigue la intervención de Putin, el pasado 17 de junio.
Una participante en el Foro Económico de San Petersburgo sigue la intervención de Putin, el pasado 17 de junio.Dmitri Lovetsky (AP)
Javier G. Cuesta

En la misma semana en que se cumplen cuatro años del Mundial de fútbol con el que Moscú quería mostrar al mundo “la verdadera Rusia”, la 25ª edición del Foro Económico Internacional de San Petersburgo, el conocido como el Davos ruso, ha mostrado la cara real de un país que vive en el ostracismo desde el inicio de la ofensiva contra Ucrania. El secretario general de la ONU, Antonio Guterres, y la excanciller alemana Angela Merkel han sido reemplazados en apenas un par de años por representantes del Gobierno talibán de Afganistán y el líder de la autoproclamada república separatista de Donetsk.

El presidente ruso, Vladímir Putin, despejó en el foro de San Petersburgo cualquier duda sobre su concepto de la democracia. “En Europa cambian un partido por otro en el poder, pero nada cambia en realidad”, dijo durante su intervención el mandatario que hizo de la “estabilidad”, tanto política como económica, una seña de identidad ante los rusos durante las dos décadas que lleva en el poder. Hoy su población se asoma a la mayor crisis desde la caída de la URSS.

La salva de apertura del foro, que se celebró la pasada semana, fue disparada desde la fortaleza de San Pedro y San Pablo de San Petersburgo por un personaje que haría llevarse las manos a la cabeza a un economista. Denis Pushilin, colocado por Moscú como mandatario de la autoproclamada república separatista de Donetsk, fue antes unos de los jefes de la refundada empresa MMM, protagonista de una estafa piramidal en la que millones de rusos perdieron sus ahorros en los noventa. Una nueva versión de este fraude, creada en 2011, ha sido menos popular, pero se ha expandido por África y Asia.

El representante con más peso diplomático presente en un evento que en el pasado ha tenido como cabezas de cartel al primer ministro indio, Narendra Modi, a Xi Jinping, presidente de China, o a su homólogo francés, Emmanuel Macron, fue este año el presidente de Kazajistán. A Kassym-Jomart Tokayev no le tembló el pulso y no cedió ante Putin pese a tenerle sentado frente a él cara a cara: rechazó que su país sea utilizado para evadir las sanciones de Occidente y se negó a reconocer los territorios separatistas de Donetsk y Lugansk, en el este de Ucrania.

Las cifras del Foro Económico Internacional deben cogerse con pinzas. El asistente del presidente ruso para los asuntos internacionales, Yuri Ushakov, reveló que habían participado 41 delegaciones extranjeras. El dato contrasta con los 130 países que enviaron delegados en 2021, aún en pandemia, pero además, incluye representantes de territorios no reconocidos internacionalmente como los de Donbás y Osetia del Sur, así como los talibanes, que continúan en la lista de organizaciones terroristas del Servicio Federal de Seguridad (FSB) pese a las constantes visitas al Kremlin desde que EE UU abandonó Afganistán. Hace solo un año, los organizadores presumían públicamente de que la delegación estadounidense era gigantesca, mayor que la china y la alemana.

Pese a la crisis, las sanciones y el boicot de la mayor parte de América, Europa, África y Oceanía de fondo, otro asesor presidencial, Antón Kobiakov, anunció que en esta edición se firmaron acuerdos comerciales por 5,6 billones de rublos (92.700 millones de euros) frente a los 3,8 billones (62.900 millones) del pasado año. Por los pabellones había algunos ciudadanos occidentales a título individual, pero nada que ver con años anteriores. “En 2019, si hablamos de estadounidenses, hubo 600 personas. Este año, 10 veces menos”, reconoció a la agencia Tass el asesor.

Problemas con Asia y América Latina

Las relaciones con China tuvieron un peso enorme en las decenas de conferencias retransmitidas por la plataforma del foro, aunque fue evidente que están limitadas por las sanciones. “Hay que tener muchísimo cuidado para evitar no solo las sanciones directas, sino las indirectas. Por ejemplo, las reputacionales para bancos y fabricantes electrónicos”, afirmó Alexánder Shojin, presidente de la Unión Rusa de Empresarios e Industriales.

Su opinión la compartió Chen Zhigang, director del Parque de Negocios Ruso-Chinos. “El mayor problema ahora no es logístico, sino financiero. Los bancos chinos no pueden hacer pagos con cuentas en yuanes”, advirtió. La mayor entidad rusa, Sberbank, ha dejado de hacer transferencias en las divisas de China e India sin dar explicaciones. Por su parte, el sistema chino de pagos UnionPay ya no opera con el país eslavo para no ser objeto de sanciones, mientras que las entidades asiáticas no utilizan el medio ruso, Mir, por la misma razón.

El coloquio sobre América Latina también evidenció los problemas de Rusia con la región, pese a que algunos países no se han unido a las sanciones. Varios empresarios de la alimentación denunciaron que sus productos se echan a perder en los barcos por no poder desembarcarlos. “Un problema son los cargueros, un número limitado atraca en puertos rusos. Otro, hay pocos transportistas, de banderas griega y turca, y han multiplicado sus precios. Luego tienes que asegurar el producto, y muchas firmas financieras se niegan. Y al final están los pagos: transferir el dinero no significa que el dinero llegue (los bancos frenan la operación) y el proveedor no sabe si cobrará tras haber mandado los productos”, explicó Mijaíl Sterkin, alto cargo del gigante de los fertilizantes Phosagro.

Una de las pocas mujeres que intervinieron en el congreso fue la representante de la Corporación para el Desarrollo Industrial de Sudáfrica, Busi Mabuza, que hizo un llamamiento a las autoridades rusas para que desbloqueen la exportación de fertilizantes, clave para sus cosechas. “Es vital garantizar la seguridad alimentaria y el empleo en todo el continente africano”, clamó.

Los fertilizantes, como la energía, son un arma negociadora del Kremlin. En los cálculos de Moscú no se prevén sanciones al gas, su principal fuente de ingresos para alimentar la maquinaria bélica y a una población cuyos trabajos peligran. “Es poco probable que lo sancionen. El gas natural no solo es una fuente de calor, también lo es de fertilizantes, la materia prima más importante del complejo agrícola”, afirmó Serguéi Storchak, máximo responsable del Banco Ruso de Desarrollo.

En junio de 2018, ante cientos de millones de espectadores, Putin afirmó en el estadio de Luzhnikí: “Nuestra tarea es preservar esta unidad para las generaciones futuras en aras del deporte y del fortalecimiento de la paz y del entendimiento mutuo entre los pueblos”. Cuatro años después, en la misma ciudad y ante un público menguado, el presidente ruso advirtió en el foro económico de “cambios tectónicos” en las relaciones internacionales y la economía. La selección rusa, sumergida en el ostracismo deportivo, no podrá emular su última hazaña en el Mundial de Qatar de este año, otro país que tampoco se caracteriza por “cambiar un partido por otro”, como dice Putin.

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