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Estados Unidos entregará por primera vez misiles de largo alcance a Ucrania

Washington suministrará finalmente los cohetes GLSDB, con un radio de acción de 150 kilómetros, y abre la puerta a aportar a Kiev armamento capacitado para atacar en suelo ruso

Lanzadera Himars Ucrania
Una lanzadera Himars en el frente en Ucrania.U.S. AIR FORCE / ZUMA PRESS / CONTACTOPHOTO (U.S. AIR FORCE / ZUMA PRESS / CO)
Cristian Segura

Ucrania recibirá finalmente armamento de largo alcance de sus aliados en la OTAN. El Gobierno de Estados Unidos anunció el viernes que entregaría a Kiev los esperados misiles GLSDB, un arma con un radio de alcance de 150 kilómetros. La Casa Blanca se había resistido durante la guerra a suministrar al ejército ucranio armamento que pueda servir para atacar en suelo ruso o incluso en Crimea, por temor a una escalada de tensión con Moscú. Según el mapa actual del frente, los GLSDB podrían llegar a cualquier posición rusa en territorio ucranio, excepto Crimea. Desde las provincias fronterizas con Rusia también podrían ser utilizados para golpear objetivos en territorio enemigo.

Los GLSDB son misiles de pequeño diámetro y de alta precisión, con una carga explosiva menor a los Himars, el arma más decisiva en la defensa ucrania, con un alcance de 80 kilómetros. Precisamente, los GLSDB pueden dispararse desde lanzaderas Himars. Los GLSDB son producidos por la multinacional estadounidense Boeing y la sueca Saab; sus siglas, en inglés, responden al nombre Bomba de Pequeño Diámetro Disparada desde Tierra. Están concebidos para destruir objetivos precisos, ya sean infraestructuras de transporte, puntos de suministro de armamento, de combustible o centros de mando del enemigo.

La eliminación de altos mandos rusos, a partir de información suministrada por los aliados de la OTAN o partisanos en los territorios ocupados, fue determinante en las contraofensivas ucranias de 2022 en las provincias de Járkov y Jersón. La estructura del Ejército ruso es muy vertical, con poco margen de improvisación entre los cuadros medios, según han explicado este enero a EL PAÍS analistas como la académica del Instituto para la Seguridad de Kiel Olha Husieva o el general francés Jérôme Pellistrandi. Cuando una brigada rusa pierde a su comandante, la jerarquía se pierde entre las tropas y se produce la retirada, según han explicado esta semana a este diario veteranos militares ucranios en el frente de Zaporiyia. Fuentes del Gobierno estadounidense aseguraron en octubre a The New Yorker que, cuando facilitaban información a Ucrania sobre la localización de objetivos en el frente, nunca identifican el rango de los oficiales. “Hay líneas que no traspasamos para que no se perciba que estamos en conflicto directo con Rusia”, aseguraban fuentes de la presidencia estadounidense a The New Yorker: “No intentamos matar a generales”.

La agencia Bloomberg reportó el viernes que el tiempo mínimo de entrega de los GLSDB y formación de las unidades que los operen es de nueve meses. Estados Unidos todavía se niega a facilitar a Ucrania dos tipos de armas que el presidente Volodímir Zelenski considera imprescindibles: los misiles de largo alcance ATACMS, con un alcance de 300 kilómetros, y aviones de combate F-16. Tantos estos cazas como los ATACMS son el siguiente reto diplomático de Kiev para recibir de sus aliados. La negativa del presidente de Estados Unidos, Joe Biden, a facilitar los ATACMS es tal que incluso la veintena de lanzaderas Himars en activo en Ucrania fueron modificadas previamente para que no sirvieran para disparar estos misiles.

La provisión de los F-16 es el capítulo más candente en las negociaciones entre Ucrania y los países de la OTAN que la apoyan. El Gobierno de Estados Unidos, al ser el país donde se fabrica este caza, uno de los más utilizados en el mundo, tiene capacidad de veto de las exportaciones de sus unidades. Biden ha descartado tajantemente que los F-16 puedan llegar a Ucrania por el temor a que sus armas sirvan para atacar territorio ruso y Crimea, la península ucrania anexionada ilegalmente por Rusia en 2014. Para el Kremlin, y para la mayoría de la sociedad rusa, Crimea es parte intrínseca de su historia. Las autoridades ucranias confían en que los cazas acaben incorporándose a sus Fuerzas Aéreas como lo hicieron otros armamentos que previamente habían sido descartados —para no elevar la tensión con Rusia— como los tanques Leopard y Abrams, las baterías de defensa antiaérea Patriot o los mismos misiles GLSDB.

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Sobre la firma

Cristian Segura
Escribe en EL PAÍS desde 2014. Licenciado en Periodismo y diplomado en Filosofía, ha ejercido su profesión desde 1998. Fue corresponsal del diario 'Avui' en Berlín y en Pekín. Desde 2022 cubre la guerra en Ucrania como enviado especial. Es autor de tres libros de no ficción y de dos novelas. En 2011 recibió el premio Josep Pla de narrativa.

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