Sudáfrica impulsa con otros cinco países africanos una misión de paz para acabar con la guerra en Ucrania
La iniciativa, para la que el presidente Ramaphosa asegura tener el visto bueno de Putin y Zelenski, llega después de la polémica acusación de EE UU a Pretoria de vender armas a Rusia
Seis jefes de Estado africanos viajarán “en cuanto sea posible” a Rusia y Ucrania para reunirse con los líderes de ambos países, Vladímir Putin y Volodímir Zelenski, e intentar “encontrar una solución pacífica a un conflicto devastador”, ha anunciado este martes en rueda de prensa el presidente sudafricano, Cyril Ramaphosa, impulsor de la iniciativa. Esta misión de paz ya cuenta con el visto bueno de ambos contendientes y ha sido acogida con satisfacción por el secretario general de la ONU, António Guterres, añadió el dirigente sudafricano. Una veintena de países africanos, entre ellos la propia Sudáfrica, han tratado de mantener una posición neutral ante este conflicto y se han negado a condenar la invasión rusa de Ucrania.
La misión de paz estará integrada por los presidentes de Senegal, Zambia, República del Congo, Uganda y Egipto, además de la propia Sudáfrica. Ramaphosa aseguró que durante el fin de semana presentó esta iniciativa por vía telefónica a Putin y Zelenski y que ambos aceptaron recibir a la delegación africana. El otro peso pesado de esta misión será el presidente senegalés, Macky Sall, quien, el pasado 2022, cuando era presidente de turno de la Unión Africana, ya se entrevistó con ambos dirigentes para encontrar una solución a la crisis de los cereales. Senegal también se abstuvo en la votación de condena a la invasión rusa de Ucrania en la Asamblea General de Naciones Unidas.
“Mis conversaciones con ambos líderes demuestran que están listos para recibir a los presidentes africanos y discutir cómo se puede poner fin a este conflicto”, dijo Ramaphosa en una conferencia de prensa conjunta con el primer ministro de Singapur en Ciudad del Cabo. “Si tendrá éxito o no, dependerá de las conversaciones que se mantengan”, añadió. Ramaphosa aseguró este martes que los principales gobiernos occidentales también habían sido informados de esta misión de paz, incluidos los de Estados Unidos y el Reino Unido, y que contaba con su “apoyo prudente”, informa Reuters.
El Gobierno sudafricano se ha visto envuelto en una reciente polémica después de que el embajador estadounidense, Reuben Brigety, denunciara la pasada semana que el carguero ruso Lady R, cargado de armas y municiones, había zarpado desde la base naval de Simon’s Town, en Ciudad del Cabo, hacia un puerto ruso, el pasado mes de diciembre. “Armar a los rusos es extremadamente grave. Y no consideramos que este problema esté resuelto. Y nos gustaría que Sudáfrica practique su política de no alineación”, subrayó el diplomático en rueda de prensa. Pretoria negó que hubiera ninguna venta de armas a Moscú aprobada por el Gobierno en ese periodo y anunció la apertura de una investigación.
Pretoria, “no alineada”
Ramaphosa defendió este lunes a través de un comunicado la posición “no alineada” de su país respecto a este conflicto y denunció la existencia de “una presión extraordinaria” desde que comenzó la guerra para que Sudáfrica abandone su posición de no alineamiento y “tome partido en lo que es, de hecho, una contienda entre Rusia y Occidente”. “Guiados por las lecciones de nuestra historia, continuaremos resistiendo los llamamientos de cualquier parte para abandonar nuestra política exterior independiente”, añadió.
Sudáfrica mantiene una histórica relación de amistad con Rusia que hunde sus raíces en el apoyo de la Unión Soviética a la lucha contra el apartheid y que en la actualidad se expresa a través de numerosos acuerdos económicos y militares. El pasado febrero se desarrollaron maniobras militares en aguas sudafricanas en las que participaron las armadas de ambos países y de China, lo que generó cierta alarma en Occidente. Estos tres Estados forman parte, junto a Brasil y la India, del poderoso grupo de los países emergentes, conocido como BRICS. La cumbre de este organismo tendría que celebrarse en agosto en Johanesburgo, pero sobre ella pesa la orden de arresto emitida contra Putin por el Tribunal Penal Internacional y que, en teoría, obligaría a Sudáfrica a detener al dirigente ruso si pisara su territorio, ya que Pretoria forma parte del Estatuto de Roma.
Al mismo tiempo, el régimen sudafricano tiene estrechos vínculos con Estados Unidos y Occidente en general. Esta situación, dada la polarización mundial, le sitúa en una difícil encrucijada. Tras las acusaciones de venta de armas a Rusia vertidas por el embajador, la ministra sudafricana de Asuntos Exteriores, Naledi Pandor, exigió explicaciones al diplomático y este acabó admitiendo que sus palabras se habían “malinterpretado”. El viernes, el secretario de Estado estadounidense, Anthony Blinken, telefoneó a Pandor para rebajar la tensión. “Hemos subrayado la importancia de la relación estratégica entre Estados Unidos y Sudáfrica”, así como la cooperación en temas de comercio, salud y energía, según informó el propio Departamento de Estado.
Al igual que Sudáfrica, la mitad de los países africanos han intentado mostrarse neutrales en el conflicto entre Rusia y Ucrania: 17 de ellos se abstuvieron en la votación de condena en la ONU al comienzo de la invasión y ocho decidieron no participar en la misma. Aunque el bloque africano suele exhibir esta posición en resoluciones de índole similar desde hace décadas, una postura que encaja con las antiguas tesis de los países no alineados, las cancillerías occidentales encajaron mal aquella votación. En la última década, Rusia ha hecho enormes esfuerzos por aproximarse a África y hoy es su principal suministrador de armas. El próximo julio se celebra la cumbre Rusia-África en San Petersburgo, una importante cita que servirá para medir el estado de las relaciones entre ambos.
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