Kiev sufre el peor ataque con drones bomba de la guerra en Ucrania
40 aeronaves llegaron de madrugada a la capital pocas horas antes de que la ciudad celebrara su fiesta mayor
Una de las particularidades más llamativas de una guerra es cómo las personas pueden acostumbrarse a ella. En el caso de Ucrania, contrasta la voluntad de la gente de sus ciudades para mantener cierta normalidad, aunque no haya pasado ni una hora desde que sufrieran el bombardeo más intenso en lo que va de guerra. Es lo que sucedió este domingo en Kiev. Durante cuatro horas de la madrugada, Rusia disparó 40 drones contra la capital, un número récord. Poco después se levantaba el toque de queda diario y la ciudad se llenaba de paseantes para celebrar el Día de Kiev, su fiesta mayor.
Kiev ha sufrido en lo que va de mayo 14 bombardeos con misiles de crucero y drones bomba Shahed, de fabricación iraní. El de este domingo fue el peor en intensidad, pero no en daños. Los sistemas antiaéreos que protegen la capital ucrania han alcanzado un nivel de eficacia muy alto. De los 59 drones disparados contra objetivos urbanos en todo el país, las Fuerzas Aéreas Ucranias aseguraron haber derribado 58. Si el porcentaje de interceptación de drones es próximo al 100%, en lo que respecta a misiles de crucero, el número es superior al 70%, según el Ejército ucranio. Este mayo fue además noticia que baterías antiaéreas Patriot, suministradas por Estados Unidos, derribaron varios misiles hipersónicos Kinzhal.
La madrugada del domingo en Kiev fue aterradora en cuanto explosiones, pero también una exhibición de los recursos de defensa que ha acumulado Ucrania gracias a sus aliados internacionales. El enviado de EL PAÍS pudo observar por lo menos cuatro drones derribados a escasos cientos de metros, algunos por cañones automáticos alemanes Gepard; otros con misiles. Estos podían proceder de baterías soviéticas S-300, de las estadounidenses Patriot o de las alemanas Iris-T. La prioridad de las Fuerzas Aéreas Ucranias es interceptar los drones con cañones o incluso metralletas de gran calibre montadas sobre furgonetas, para evitar usar un arma tan costosa como los Patriot o los Iris-T para eliminar drones. Mientras que el coste de producción de un Shahed no supera los 30.000 dólares, un misil de batería Patriot puede alcanzar los cuatro millones de dólares. Yuri Ignat, portavoz de las Fuerzas Aéreas, confirmó este domingo que lo ideal es evitar el uso de estos misiles para derribar drones, pero que en ataques nocturnos son imprescindibles porque tienen sistemas de guiado que no dependen de la visibilidad de los militares que operan un cañón.
Cuando los radares ucranios y sus posiciones en el frente o en la frontera detectan la llegada de los Shahed, a lo largo de su trayectoria se apuestan varias unidades armadas con ametralladoras o cañones antiaéreos. Además, se utilizan grandes focos para iluminar el cielo en caso de ataque nocturno. Esto permitió que en la madrugada del domingo, los servicios de fronteras ucranios en la provincia de Chernihiv, en el norte, abatieran una de estas aeronaves con fusiles de asalto, o que una patrullera derribara otro Shahed desde el embalse de Kiev, al norte de la capital.
Los drones bomba fueron disparados en oleadas, lo que permite al enemigo poner más al límite los sistemas antiaéreos. EL PAÍS pudo filmar el sonido característico de uno de estos drones adentrándose en el centro de la ciudad y su posterior explosión sobre el distrito de Holosiivki. En este distrito resultó muerto un hombre y herida una mujer. Las peores consecuencias del ataque de madrugada se las llevó la ciudad de Yitómir, en el centro del país. 26 viviendas fueron dañadas, un hospital y una escuela, según su Ayuntamiento.
No hay día que representantes militares y del Gobierno ucranio dejen de reclamar más armamento antiaéreo a sus socios internacionales. Estas defensas son las que permiten que Ucrania funcione con la mayor normalidad posible lejos del frente. El Gobierno ucranio considera que el modelo a seguir debe ser el sistema de defensa aérea israelí. Por eso, tanto su presidente, Volodímir Zelenski, como la Casa Blanca presionan a Israel para que autorice la entrega de sus baterías de defensa del programa Cúpula de Hierro, para muchos analistas, el mejor del mundo.
La vida ha proseguido este domingo en Kiev, que celebra en el último fin de semana de mayo su fiesta mayor. Debido a la guerra no se han organizado acontecimientos públicos, pero las calles, los parques, los museos, teatros y restaurantes se llenaron de personas que pocas horas antes corrían a buscar refugio en los lugares más seguros de sus edificios. Andrii Kolesnikov almorzaba este domingo con sus padres y su hermano en la terraza de un restaurante de moda del distrito de Shevchenko. Los dos hermanos llevaban vyshyvankas, las tradicionales camisas bordadas ucranias que se visten en ocasiones especiales. Kolesnikov, de 29 años, daba por hecho que Moscú volvería a bombardear en la noche del domingo al lunes: “Es verdad que no necesitan fechas especiales para atacarnos, pero es su manera de decir que nos quieren ver desaparecer”.
Las Fuerzas Aéreas Ucranias han reiterado que el uso de los Shahed por parte de Rusia tiene como principal finalidad desgastar los recursos antiaéreos ucranios e identificar la posición de las baterías antiaéreas. Pero un ataque como el de la pasada madrugada también tiene como objetivo provocar miedo entre la población civil. El Ayuntamiento de Kiev afirma que 200 personas han muerto en bombardeos en Kiev en los 15 meses de guerra. La capital también se ha convertido en refugio de unas 300.000 personas que han huido de las provincias del este y del sur, las más castigadas por los combates, según informó el pasado diciembre el alcalde, Vitali Klitschko. “Los ataques bárbaros de Rusia continúan matando y aterrorizando a civiles”, escribió en sus redes sociales Nabila Massrali, portavoz de asuntos exteriores de la Comisión Europea. “Los líderes rusos y los autores de ello deberán rendir cuentas”, prosiguió Massrali. “Continuamos comprometidos para que Ucrania pueda defenderse ella misma”.
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