Las diferencias entre los países sobre el alto el fuego impiden un nuevo acuerdo sobre Gaza en la UE
Los Veintisiete no logran fijar una posición común ante el conflicto de Oriente Próximo
El conflicto de Oriente Próximo revela las fisuras en la proclamada unidad de la Unión Europea. Los líderes comunitarios han concluido este viernes su última reunión del año —y la última bajo la presidencia de turno de España— sin lograr acercar posiciones en la respuesta al conflicto entre Israel y Hamás. No se trata ya de pedir con una sola voz un alto el fuego, como habían planteado en una carta la semana pasada al presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y sus homólogos de Bélgica, Irlanda y Malta. Los Veintisiete ni siquiera han conseguido consensuar una posición común general sobre el conflicto en las conclusiones con las que han dado término a su cita en Bruselas.
“El Consejo Europeo mantuvo un debate en profundidad sobre Oriente Próximo” se señala, escuetamente, la declaración final de los Veintisiete.
En su última comparecencia como presidente de turno del Consejo de la UE y junto con Michel y la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, Sánchez, uno de los primeros ministros más claros a la hora de pedir un alto el fuego, ha explicado que hay diferencias importantes entre los socios sobre este asunto y por eso no se ha podido pactar un texto común, al contrario de lo que sucedió en la última cumbre, cuando Sánchez y otros lograron arrancar al menos el compromiso de promover una conferencia de paz.
Aunque la discusión ha sido “muy útil”, la verdad es que “hay una división clara sobre la situación”, se resignó también el alto representante para Política Exterior, Josep Borrell, en un encuentro con un grupo de periodistas.
Michel trató de destacar la parte en la que sí hay acuerdo, pero coincidió en que las diferencias son importantes. “Ha habido mucha unidad sobre la garantía de seguridad para Israel, que tiene derecho a defenderse y derecho a existir. Hay unidad en condenar los ataques de Hamás y en exigir la liberación inmediata y sin condiciones de los rehenes. Pero también en que Israel tiene que ejercer ese derecho a la defensa respetando el derecho internacional y garantizar el acceso de ayuda humanitaria”, explicó Michel. Sin embargo, admitió: “Hay sentimientos distintos respecto a las pausas humanitarias y el alto el fuego”.
“No habrá paz sin una perspectiva de solución, y esa solución es la de los dos Estados”, continuó Von der Leyen. “Hay un consenso en que Gaza no puede ser un puerto seguro para Hamás, en que Hamás no puede estar en el Gobierno palestino, y que una autoridad palestina reforzada debe gobernar Gaza y en que Israel no puede mantener el control de Gaza”, remató la presidenta de la Comisión Europea.
Sánchez fue, de nuevo, uno de los dirigentes más rotundos sobre este asunto dentro de la cumbre, según fuentes españolas, pero no ha logrado atraerse a más países de los que ya estaban en esa posición. “Está claro que no íbamos a poder ir más lejos de lo decidido en octubre sobre el derecho a defenderse respetando el derecho internacional, pero repetir eso no era satisfactorio para los países a favor del alto el fuego, mientras que los otros no están listos para decir algo más”, resumió Borrell la situación.
La discusión del eterno día anterior y su larga noche se centró sobre todo en Ucrania y el dinero, con un éxito inesperado en lo primero, al consensuar la apertura de negociaciones de adhesión para Kiev, pero también con un fracaso: el no rotundo de Hungría de aprobar la revisión presupuestaria comunitaria y los fondos para el país asediado por Moscú. Así que al llegar este viernes a la cumbre, los líderes europeos sabían que la otra gran discusión que quedaba pendiente, Oriente Próximo, tampoco iba a ser fácil. En su penúltima cita de octubre, los Veintisiete tardaron horas en sacar un texto final en el que, tras muchísimas discusiones, se acordó pedir “pausas humanitarias” y el establecimiento de corredores para que la ayuda llegue a la franja de Gaza, en vez de una tregua o un alto el fuego. Y hubo que pelear hasta el plural del concepto más suave del diccionario bélico-diplomático, una muestra más, si hacía falta, de que pedir cualquier cosa que Israel pueda considerar como una presión o un cuestionamiento a su actuación tras el ataque terrorista de Hamás el 7 de octubre, constituye una absoluta línea roja para algunos países europeos.
Cambio insuficiente
El voto en la Asamblea General de Naciones Unidas esta semana para aprobar una resolución de alto el fuego en Gaza tras el veto de EE UU en el Consejo de Seguridad mostró, como destacó el primer ministro irlandés, Leo Varadkar, que muchos países europeos han cambiado su postura y apoyan ahora la idea de un alto el fuego.
Sin embargo, no los suficientes como para lograr que los Veintisiete suscribieran unas conclusiones pidiendo explícitamente la tregua, como reclamaban España, Bélgica, Irlanda y Malta en su carta, en la que también habían abogado, entre otros, por apoyar las sanciones contra colonos violentos en Cisjordania. Austria, República Checa y Hungría ya habían dejado claro desde antes de la cita bruselense que se opondrían totalmente a una tregua. Y otros socios como Países Bajos, aunque se abstuvo en la ONU, también llegó a Bruselas dispuesto a reiterar su no.
Ante esta situación, Michel decidió abrir las discusiones sin una propuesta por escrito, para “valorar” el ambiente antes de decidir si proponía un texto o, como finalmente ha sucedido, eludir el tema en el pliego de conclusiones.
La decisión no ha sido una sorpresa, aunque sus más firmes defensores, los primeros ministros de Bélgica, Alexander De Croo, y el irlandés Varadkar, además de Sánchez, todavía hicieron un último intento para cambiar las tornas de una situación que nadie quiere calificar de fracaso pero que, desde luego, no emite una señal positiva desde los Veintisiete.
“Si como UE queremos tener un papel serio en el conflicto, necesitamos una posición común”, había advertido De Croo la mañana de este viernes. “Tenemos que ser más activos e interesarnos más en este tema como UE”, acotó Varadkar. “Durante mucho tiempo, hemos hablado de una solución de dos Estados, pero no hemos puesto nuestro poder económico y político detrás y creo que deberíamos hacerlo. La UE debería insistir en una solución de dos Estados y […] presionar a Israel y decir que su fracaso a la hora de no permitirles a los palestinos tener su propio Estado va a afectar a sus relaciones con la UE en el futuro, que no va a ser como era antes de esta guerra”. Pero, como señala Borrell, “hay una preocupación común” por la situación en la región. “Está claro que todavía no hay una posición común”.
Aun así, el jefe de la diplomacia europea celebra que la Comisión Europea esté a punto de desbloquear los fondos para la Autoridad Palestina congelados desde octubre: “El pago se hará antes de Navidad”, adelantó. Y aunque tampoco hay un visto bueno aún para otra de sus propuestas, sancionar a los colonos judíos violentos de Cisjordania, Borrell asegura que, en la discusión del viernes, tampoco nadie se opuso radicalmente a ello cuando lo planteó como una posición lógica de quienes están a favor de una solución de dos Estados que requiere que no se le quite más territorio a los palestinos.
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